Hacer de la necesidad virtud
Oscar Rodríguez Martínez
Máster en Contabilidad Superior por el CEF.
Miembro de la ACEF-UDIMA.
Foto de Stock.xchng
Estimados compañeros: agradeciendo la invitación que me brinda la ACEF-UDIMA me dispongo a transmitiros mi testimonio como emprendedor con el objetivo de compartir experiencias en estos tiempos en los que las cosas no son exactamente según las planificamos hace años.
Me vais a permitir que hable en primera persona, entre otras cosas porque en lo único en lo que me considero un experto es en las cosas que me han ocurrido, aunque todavía me falta mucho por aprender de mis propias experiencias.
Ya hace más de ocho años que soy autónomo, comencé como freelance trabajando en la dirección administrativa y financiera de un pequeño grupo de pymes, y tras diferencias con los consejos de administración, decidí ir probando en otros destinos con los que me sintiese más identificado. Buscando mi hueco, y después de volver a encontrarme con las mismas diferencias con otros directores de otras empresas con las que colaboré, realicé un primer intento de constituir mi propia gestoría. Tras nuevos desencuentros con mis socios tuve que modificar mi enfoque, y sin necesidad de tener que reinventar nada de lo que ya sabía, finalmente constituí la empresa que hoy es mi medio de vida Gestoría Administrativa Rodríguez Martínez.
Con el apoyo del Colegio de Gestores y de la Asociación de antiguos alumnos del CEF-UDIMA he ido consolidando lo que pudo parecer un empeño demasiado tozudo por encontrar lo que buscaba. Mientras, a día de hoy, la última empresa en la que colaboré se está desmoronando y los que fueron mis compañeros de despacho poco a poco se están convirtiendo en mis colaboradores. Y esos mismos directores con los que no coincidía en nada, siguen a lo suyo, perdiendo clientes y negocio.
Procuro tener varias líneas de negocio, consolidar las que crecen, apoyar las que van tomando forma, y aparcar para otro momento lo que ahora no sale
Paralelamente, y producto de un infortunio familiar, tuve que dedicarme en profundidad a sacar a una empresa de una situación de crisis. Iniciamos un proceso concursal del que vamos saliendo poco a poco. Reorientamos la línea de negocio de esa empresa de construcción en situación de concurso y constituimos un proyecto sobre asesoramiento en eficiencia energética. Claro está que no fuimos los únicos que han hecho exactamente eso, pero gracias al tesón y talento de mi hermano y mis primos, encontramos un nicho de mercado suficiente para poder vivir de ello; de la necesidad virtud.
Sin duda, el motor principal de tanta persistencia ha sido mi familia, mi mujer y mis hijos. Es por ellos por los que hace dos años decidí reestructurar algunas cosas en mi vida que consideré que no estaban todo lo bien que merecíamos. Cambiamos a una vivienda más grande, acababa de nacer mi segundo hijo y nuestra anterior vivienda dejó de responder a las necesidades que teníamos en casa. Como he indicado antes, constituí mi propia gestoría para poder realizar el trabajo con cierta libertad de horario y con cierta autonomía de decisión, adaptando mi situación profesional a las necesidades de mi vida personal, no siempre se consigue y cuesta mucho esfuerzo, pero cuando sale bien ¡merece tanto la pena!
Desde ese momento tan decisivo hasta hoy la vida está resultando dura, trabajo mucho más que antes, he reducido mis ingresos personales considerablemente para que mi proyecto tenga más posibilidades de salir adelante (soy mi propio mileurista), no tengo horarios y eso no siempre es positivo, pero con tesón y con esfuerzo las cosas me van saliendo y mi horizonte parece venturoso.
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Hoy mis proyectos se van consolidando, crece poco a poco mi cartera principal, algunas ideas locas toman forma y van convirtiéndose en negocios, y otros objetivos que me parecieron lejanos no hace mucho, ahora parecen alcanzables. Teniendo claro en todo momento las cosas a las que me puedo dedicar con rigor, es decir, a colaborar en la gestión y dirección de proyectos, considero que debo diversificar en la medida que pueda, nunca dejar “todos los huevos en la misma cesta”. Procuro tener varias líneas de negocio, consolidar las que crecen, apoyar las que van tomando forma, y aparcar para otro momento lo que ahora no sale.
No quiero transmitir un mensaje de falsa esperanza, o de que las cosas salen por el mero hecho de tener ilusión en que así sea. Yo tengo créditos a los que atender que están avalados con mi casa, el hogar por el que tanto peleo depende de que yo no fracase sin remedio, y eso no sale en la publicidad y las noticias sobre “emprendedores triunfadores”. Pero sin embargo, sí que quiero mandaros un mensaje positivo, de entusiasmo. La historia que os he contado no tiene adornos, es la verdad en crudo, es una preciosa rosa con muchas espinas, que pinchan, ¡vamos, que me han pinchado!, pero con todo y con eso me van saliendo las cosas y soy plenamente feliz. Tanto esfuerzo merece la pena.