PINK MONKEY, apuesta arriesgada bien lograda
GASTRONOMÍA
El Barón de Piernalegre
Después de tantas decepciones con locales nuevos, muy “guais”, muy “fashions”, muy “guapos”, concebidos para epatar visualmente y en los que el propietario se gasta en el diseñador/a, interiorista, arquitecta/o, o como se llamen, tanto que luego no le queda dinero para contratar a un cocinero decente; pues sí, después de ver una y 100 veces esos fuegos artificiales, por fin hemos descubierto (gracias a la pista de un ilustre “ceferino”) uno que “mola”, por decirlo en el lenguaje que le pega a su estilo, ambiente y espíritu.
Es un sitio desenfadado, sí; está decorado a la última, también; no faltan las mesas altas y sus correspondientes e incómodos taburetes, ¡faltaría más!; los camareros/as son simpáticos, es decir, te tutean como si te conocieran de toda la vida aunque uno pueda ser su abuelo, ¡¡vaaaale!!!; el ambiente es… variado con predominio de cierto pijerío moderno, ¡es el barrio!; sí, todo esto podría ser común a muchos de los restaurantes que en los últimos años hemos visitado y no hemos considerado dignos de aparecer en esta página, pero en Pink Monkey además se come muy bien, y no cualquier cosa, sino una cocina arriesgada y muy innovadora.
No se trata de un experimento de unos aficionados ni primerizos (que algunos hay que aciertan a la primera), no, en este caso hablamos de un equipo con experiencia, rodado en dos locales de éxito relativo como Asiana y Asiana NexDoor, encabezado por el empresario François Poplawsky y el chef Jaime Renedo. Aquí, como confiesan ellos mismos en su presentación, han buscado un “ambiente más desenfadado y canalla que sus predecesores, que apuesta nuevamente por la fusión de gastronomías de diferentes latitudes: platos del sudeste asiático, reinterpretados con técnicas e ingredientes de la cocina peruana y, esta vez, incorporando algunos guiños a la gastronomía mexicana y mediterránea”. Y en este caso no es cuento, y lo que en principio suena demasiado complicado, pretencioso y arriesgado, tiene un final feliz.
En Pink Monkey se come muy bien, y no cualquier cosa, sino una cocina arriesgada y muy innovadora
En el menú que tuvimos oportunidad de compartir hubo platos de un gran nivel gastronómico. Empezamos con el kimuchi de zamburiñas con lima, muy refrescante y de contundente sabor; seguimos con una Ensalada thai, pollo a la brasa, mango verde, nabo daikon y majado de cacahuete, correcta; un satai balinés de pollo, brochetas de pollo con salsa satai, espuma de coco y lima y un toque de chile, exquisito; bao de panceta con un majado vietnamita con salsa hoisin, muy acertado; dumplings de carabineros otra vez con espuma de coco y albahaca, extraordinarios; pasta de arroz con langostinos y curry chipotle, con ese nombre no necesita más explicaciones pero sin duda el que más nos llamó la atención con el punto picante (presente en casi todo el menú) adecuado.
La carta de vinos es muy limitada pero correcta y en cambio hay cervezas varias a elegir y sobre todo cócteles, muchos cócteles, ya que es el otro punto fuerte de este local en el que ya es necesarios reservar con cierta antelación para sentarse… incluso en los incómodos taburetes de las consabidas mesas altas. Merece la pena.
PINK MONKEY
Calle Monte Esquinza, 15. Madrid
913 10 52 72