Entrenamiento actoral para la comunicación humana y profesional
Javier Gil Valle
Profesor de Entrenamiento Actoral & Escénico para la Oratoria del Grupo Educativo CEF.- UDIMA
Comunicación
Comunicar es ante todo un "esfuerzo expresivo" por hacer llegar a buen puerto el mensaje que queremos acompañar dándole trayectoria hasta que llegue a ser entendido por su destinatario.
Ese esfuerzo es activo y permanente si se quiere vehiculizar adecuadamente el mensaje.
Empezando por tomar consciencia de que comunicar es explicar una realidad con el firme propósito de evitar cualquier tipo de confusión y malentendido, dándole relieve, sustancia, forma y visibilidad sin equívocos.
Comunicar supone salir de nuestra zona de confort para adentrarse en nuestro interlocutor, poniéndose en su lugar y ver qué nos falta activar para que nuestro mensaje le llegue.
El hecho de comunicar en el contexto humano y social tiene que ver irremediablemente con el hecho de activar ese esfuerzo expresivo que consiste en representar y acompañar el significado de una información con todas las herramientas de las que disponemos, empezando por nosotros mismos:
Nuestro cuerpo, nuestra postura, nuestros movimientos, nuestra mirada, nuestra voz, nuestro razonamiento, nuestras emociones, nuestra escritura, nuestro verbo, etc.
Somos un sistema completo de comunicación del que la mayoría de las veces desconocemos todo su potencial.
Comunicar desde nosotros mismos nos conecta directamente con esa faceta ancestral que llevamos muy dentro, la de actuar.
Nos convertimos en actores, sin pretenderlo, en cuanto realizamos un simple acto o una tarea, o vehiculizamos un mensaje o reaccionamos a una situación solos o en presencia de un público.
Actuar puede ser un gesto, una mirada, una palabra, una pisada, una luz que encendemos, una silla que movemos.
El "proceso de actuación" también ocurre cuando nuestros actos implican a otros sujetos iniciando con ellos un diálogo, una conversación o una simple interacción, formando parte de un escenario preestablecido o simplemente improvisado.
Cualquier escena que ocurre en un espacio de la vida cotidiana de forma azarosa en la que intervenimos de manera casual como sujetos pasivos o activos es también un espacio de actuación.
Quiero con esto aclarar un malentendido: ser actor no trata solo de representar un determinado personaje, en un determinado escenario "profesional". Actuar no es solo propio de los actores y actrices de cine, teatro o televisión; ni de escenificar una representación de ficción. Es algo mucho más amplio, más genérico y más cotidiano. Es algo que tiene que ver con la capacidad de expresar lo que sentimos, lo que pensamos, poniendo en juego todos aquellos recursos y habilidades personales inherentes a nosotros mismos para mejor transmitir e informar lo que queremos comunicar.
Actuar es ante todo interpretar una situación y posicionarse ante ella. Lo que decides hacer con tu comportamiento, con tus palabras, con tu actitud en relación con lo que está sucediendo.
Lo que ocurre siempre ocurre en un escenario, un espacio y un tiempo y constituye una escena en la que tu "propuesta de actuación" va a modificar o no esa realidad. Esa propuesta de actuación pone en juego no solo aptitudes cognitivas sino también emocionales, verbales, corporales, en definitiva, expresivas.
Existen escenarios improvisados y otros más institucionalizados. En unos somos más conscientes del juego actoral que representamos y en otros desaprovechamos ese sentido de actuación.
Lo que no quiere decir que no estemos actuando ni dejando de representar un determinando rol, una determinada función o defendiendo una determinada posición.
Pero, tal vez, no habremos sabido expresar adecuadamente nuestra "mejor actuación", pues no habremos puesto en juego todas nuestras habilidades expresivas.
Somos continuamente actores con mejores o peores "actuaciones", lo somos lo queramos o no, porque actuar no es solo representar, enmascarar, fingir... sino, sobre todo, entrar en acción con todos nuestros recursos de expresión.
Ese "entrar en acción" es: "estar con el otro", con lo que está sucediendo o simplemente estar, tomar la palabra, activar la escucha, ponerle todo el sentido en lo que uno está contando, vocalizar, entonar, intencionar, apoyar el discurso que has decidido emprender, adoptando una actitud y una energía que lo acompañe, estando atento a lo que sucede en escena. En ese espacio que reúne a los demás intervinientes y copartícipes de la situación dándole significado y respuesta.
De acuerdo, no somos actores profesionales dedicados a la representación de ficciones pero tenemos mucho en común o, mejor dicho, deberíamos tenerlo, pues somos oradores, comunicantes, intervinientes que desarrollamos un relato con el interés de persuadir y convencer argumentando.
La única diferencia es que no somos conscientes de los recursos y técnicas que deberíamos poner en juego para mejorar nuestras "actuaciones", tanto en el día a día, como en nuestros ámbitos profesionales, pues los cimientos y principios son los mismos que aquellos que sustentan a los actores de ficción.
Los actores en la ficción teatral coparticipan de una historia con la misma veracidad con la que dos abogados pelean por conseguir que el tribunal les dé la razón. En ambos casos, asistimos a una escenificación que pretende transmitir credibilidad.
En la oratoria forense la manera en que la defensa de un caso es puesta en acción no es solo cuestión de argumentación, sino de persuasión, de actuación, de comunicación, de actorización.
Igual sucede en otros escenarios profesionales donde la representación escénica sucede a diario (enseñanza, comercio, restauración, hostelería, transportes, viajes, turismo, etc.).
Hay mucho que trabajar sobre el continente que vehiculiza el contenido de un mensaje y sobre las habilidades actorales que acompañan a todos aquellos que utilizan la comunicación humana como herramienta de trabajo.
Estar plenamente en la acción, explotando todos los recursos que un profesional tiene, a la hora de actuar, es el objetivo del entrenamiento actoral enfocado a todos aquellos profesionales que necesitan de su acting escénico para convencer comunicando.
En realidad estamos continuamente creando escenas y formando parte de diferentes escenarios, escenificando diferentes trozos de historia, participando de escenas de vidas en las que jugamos diferentes papeles. Donde a veces convencemos y a veces no.
Muchas veces, con poca o mucha intensidad, siendo más o menos conscientes de la trascendencia del momento sabiendo aprovechar o no ese tiempo de actuación.
Aprovechamos realmente la condición de actor cuando accionamos en nosotros la conciencia de estar actuando, de ponerle intención a nuestros actos, con toda la trascendencia y el conocimiento de que seamos capaces.
Cuando participamos activamente en la representación de una determinada escena de nuestra vida, poniendo todo nuestro ser al servicio de la acción que estamos protagonizando, entonces sí, entonces estamos totalmente concentrados con todos los sentidos en el presente, en lo que sucede respondiendo a los estímulos que nos vienen, interpretando la situación que queremos resolver, accionando la reacción que intuimos debemos emitir.
El trabajo actoral consiste en entrenar esa toma de conciencia en varios subdominios, cuerpo, voz, emoción, texto, espacio, movimiento.
En realidad, lo queramos o no, hablamos con todo nuestro cuerpo, incluso cuando no lo hacemos. Somos sistémicos. Nada trabaja en nosotros de forma independiente. La voz, por ejemplo, es solo la punta del iceberg de un sistema más amplio. No comunicamos realmente hasta que no conseguimos llegar a nuestro destinatario. Hasta que no conseguimos hacernos comprender trazando un puente, con toda nuestra intención, nuestra energía, nuestra escucha, nuestra sonoridad, nuestra dicción, nuestro timbre, nuestra percutancia, nuestra entonación, nuestra calidez, nuestro volumen, nuestro ritmo, nuestras pausas, nuestra empatía, nuestra asertividad; de tal manera que nuestro mensaje consiga captar toda la atención el máximo tiempo posible, con el mayor interés.
Por lo que decimos, a quién lo decimos, con qué lo decimos, desde dónde lo decimos, para qué lo decimos y cómo lo decimos.
Actuar es comunicar con todos los sentidos puestos en nuestro interlocutor, con el objetivo de aclarar un malentendido que siempre planea en todo proceso de comunicación.
Pues siempre ocurre ese plus de interferencias que obstruye el pleno entendimiento; o bien debido al canal, a la interpretación del destinatario o a la construcción receptiva del emisor.
De ahí que para el paradigma de la actuación, todo esfuerzo es poco para eliminar ese "malentendido" inherente a todo proceso informativo.
La "tensión" actoral y escénica identifica esa actitud en asegurarse que el mensaje está llegando por parte de quienes están ejerciendo el proceso de comunicación. Consiste en estar en presente en la escena, en el otro, con el otro. Es un trabajo de empatía, de pedagogía, de entendimiento, de explicación, de facilitación. Es un diálogo que surge del esfuerzo, la escucha y la concentración.
Esta conciencia de comunicación consiste en hacerse oír, hacerse ver, hacerse perceptible, hacerse entendible ante el otro, para el otro, por el otro. Hasta hacer conectar lo íntimo con lo externo. Lo de adentro con lo de afuera. Lo que uno está elaborando, emitir contando con quién y cómo lo va a recibir.
La base de activar las aptitudes actorales que todos tenemos preinscritas es el conocimiento y el entrenamiento de esos recursos en un marco de aprendizaje en equipo de forma interactiva.