Dalí, la irracionalidad de un genio

ARTE

Javier de la Nava
Profesor del CEF.-

Dalí, la irracionalidad de un genio
Foto de Dreamstime. Bsanchez sobrino

Hasta el próximo 2 de septiembre se puede contemplar en el Museo Reina Sofía de Madrid la exposición Dalí: todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas. Es el acontecimiento de la temporada y desde su inauguración a finales del pasado mes de abril, miles de personas se concentran cada día ante las puertas del museo. Las doscientas obras de esta muestra antológica no dejan indiferente a quien las contempla. Por mucho que previamente se conozca de Dalí y su obra, parecerá poco.

En 1904, el 11 de mayo, nacía en Figueras, uno de los grandes maestros de la pintura universal: Salvador Dalí. Hijo del notario Salvador Dalí Cusí y de Felisa Doménech Ferrés, quien falleció en plena adolescencia del pintor. Tuvo una única hermana, Anna María, cuatro años menor, que a lo largo de su infancia estuvo largas temporadas enferma. Salvador la entretenía dibujándole cuentos. Con 13 años realiza su primera exposición de dibujos al carbón, organizada por su padre en su propia casa. Todo el pueblo quedó impactado ante el excepcional talento artístico del adolescente. Su peculiar carácter, ya desde niño, provoca choques frecuentes con su progenitor, que aumentan cuando un año después de fallecer su madre, su padre se casa con Catalina, su tía materna. Tan agria era su relación, que años después, el artista le envió un frasco con su propio semen y una nota en la que le decía “ya no te debo nada”. Su singularidad le llevó a ser calificado desde loco a egocéntrico, desde desequilibrado a libidinoso, "La única diferencia entre un loco y yo, es que yo no estoy loco", repetía frecuentemente.

Dedicado desde joven plenamente a la pintura y a la literatura, usaba como estudio un viejo lavadero, donde, en días calurosos, se despojaba de sus ropas y se metía en un enorme pilón lleno de agua, en el que permanecía horas pintando. Bajo un profundo anhelo de soledad transformó este lugar en refugio dando rienda suelta a su fantasía, jugando a ser genio, por que "jugando a ser genio se llega a serlo", decía. Otra de sus obsesiones artísticas es su delirio comestible, presente en su obra. En el Reina Sofía podemos observar algunos ejemplos: Panes antropomórficos; Pan francés mediano con dos huevos...; Huevos al plato sin el plato; Retrato de Gala con dos chuletas de cordero; Esfinge de azúcar; Canibalismo de los objetos; Relojes blandos; etc.

Las escarpadas costas catalanas, desde el cabo de Creus hasta el Estartit con Cadaqués en el centro, y la  llanura del Ampurdán, considerada por Dalí como el más bello paisaje del mundo, constituyen para el pintor referencias decorativas constantes, recreadas siempre bajo la luz mediterránea. La bahía de Port Lligat aparece frecuentemente en sus pinturas, “aquí vivo la jovialidad salvaje y áspera de las mañanas y la mórbida melancolía de las tardes”. Los objetos fosilizados encontrados en los huecos de las piedras y los crepúsculos dominan su producción, plena de elementos obsesivos que perturban a un espectador, inerte ante los paisajes de formas antropomórficas.

Maestro de la doble imagen para transcribir imágenes oníricas; solía decir "quien ve un solo cuadro en mi obra, no ve ni entiende nada"

Su extravagante personalidad se hizo patente en la Residencia de Estudiantes de Madrid, a donde llegó en 1922. Conoce a Federico García Lorca y a Luis Buñuel, con quien colaboró intensamente en Un perro andaluz, proyecto escandaloso cuya escena más conocida, el ojo cortado por una navaja, fue una aportación personal de Salvador, presente a lo largo de todo el film. París era el centro de la vanguardia artística universal y allí residían los principales innovadores de la pintura. Introducido por Buñuel, Dalí, ya pintor reconocido, contacta con el grupo surrealista de André Bretón y Louis Aragón,  que fascinados ante la obra daliniana, le nombran maestro espiritual del movimiento. Allí conoce a la mujer del poeta Paul Éluard, Elena Ivavnova Diakonova, conocida como Gala, una inmigrante rusa, 11 años mayor que Dalí con quien años después, tras divorciarse Gala de Éluard, contrae matrimonio. Gala, además de convertirse en la musa absoluta para Dalí que la retrataría en muchas de sus obras más famosas, puso en la pareja el realismo y el orden de los que él carecía. Se establecen en Port LLigat, aunque pasan grandes temporadas en la capital francesa, de donde huirán ante la invasión alemana de junio de 1940. Recalan en Nueva York, donde el pintor era un desconocido, hasta que en una de sus “genialidades”, destroza el cristal de una lujosa joyería de la Quinta Avenida. Al día siguiente, los principales periódicos neoyorquinos recogían en sus portadas sobre una foto de su detención el destrozo realizado por un pintor español.

Estados Unidos se rinde ante el excesivo personaje, convertido ya en una máquina de hacer dinero. Tras el clamoroso éxito comercial de sus cuadros, se acerca al cine, una de sus pasiones. Alfred Hitchcock en la película Recuerda, muestra iconográfica del surrealismo, le requirió para que diseñase los fantasmas culpabilizadores de Gregory Peck. Con Walt Disney emprendió un proyecto cinematográfico, Destino, que resultó fallido. Su admirado amigo, Harpo Marx, uno de los famosos Hermanos Marx, no pudo convencer a la muy conservadora Metro-Goldwyn-Mayer para que permitiera a Dalí dirigir al trío Marx en una fantasía surrealista. Con más proyectos que realidades, el cine fue para Dalí un sueño incumplido que sólo se proyectó en la pantalla de su conciencia.

De regreso a España, en 1948, Dalí muestra un creciente interés por la religión católica, lo que plasmó en sus obras literarias y pictóricas. También se acercó al régimen franquista. En su casa de Port Lligat, sobre un gran oso disecado, aparecía el rostro triste y apolíneo de José Antonio Primo de Rivera. Reaccionario iconoclasta, al ser preguntado sobre Picasso contestó “Picasso es español, yo también; Picasso es un genio, yo también; Picasso es comunista, yo tampoco”. En 1982 se le concedió el título de Marqués de Púbol. Falleció el 23 de enero de 1989, a los 84 años de edad  y está enterrado en un panteón en el Teatro-Museo Dalí de Figueras, junto a su musa Gala.

Hipocondríaco y neurótico, divertido y ligero, obsesivo e impredecible, desenvuelto y tímido a pesar de sus extravagancias. Su arte contradictorio se centraba en la curiosidad por todo lo innovador. Su genialidad empezaba por su presencia física, peculiar bigote, su capa y barretina. Como artista abarcó múltiples facetas: pintor, escultor, grabador, escenógrafo, fotógrafo, escritor y diseñador. Manejó con  maestría todas las técnicas; adelantándose a muchas tendencias. Maestro de la doble imagen para transcribir imágenes oníricas; solía decir "quien ve un solo cuadro en mi obra, no ve ni entiende nada". Años después añade: "Mi pintura es la fotografía en color y a mano de imágenes de la irracionalidad concreta".  Era la irracionalidad de un genio.