Destapando miserias
Maximino González Barfaluy
Presidente de PROGT Motor Club España.
Ocio y cultura
Un año más, en este caso esperemos que algo más tranquilo a pesar de la crisis económica, pero al menos sin pandemia, volcanes y con una guerra por desgracia enquistada, intentamos realizar un análisis del mundo del motor hacia el que nos llevan nuestros inoperantes burócratas, tanto nacionales como europeos.
Hace pocos días respecto de la fecha de publicación de este artículo, se aprobó definitivamente la prohibición de la venta de cualquier tipo de vehículo turismo con motor térmico en la Unión Europea, incluyendo los híbridos de cualquier tipo. Bajo el paraguas del cambio climático y por claros intereses únicamente económicos y para nada en beneficio de la comunidad, las administraciones siguen empeñadas en llevarnos a la ridiculez de una tecnología que nos venden como revolucionaria, cuando es más antigua que el propio motor a combustión y ya se desestimó a principios de siglo XX, por ser altamente improductiva.
En España, como en tantas otras materias, vamos con retraso con respecto a nuestros vecinos, pero en lugar de aprender de sus errores, intentamos acelerar para enfangarnos igual que ellos y así repartir más la miseria.
Hace ya más de quince años escribí un artículo definiendo al automóvil como la gallina de los huevos de oro, por la cantidad ingente de recaudación que supone para el estado opresor, desde la compra hasta el desguace de la tenencia y uso de un vehículo. Pues nos vendieron el coche eléctrico como la libertad en varios de esos aspectos, pero la realidad es que sin ayudas a la compra y grandes rebajas en los impuestos se reducen las ventas de dichos vehículos ya que no permiten realizar un uso eficiente para la inmensa mayoría de usuarios.
Noruega es el claro ejemplo; con el mayor porcentaje de coches eléctricos de Europa, el año 2022 ha supuesto un agujero de recaudación de más de 1.800 millones de euros. Por supuesto, la reacción ha sido retirar las ayudas, y las ventas se han congelado directamente.
En cuanto al mayor parque automovilístico de la zona común, Alemania, teníamos un incremento de ventas singular en coches electrificados (no exclusivamente eléctricos puros), y a pesar de suponer menos del 18 % de las ventas, la red eléctrica ya no da abasto. Así que ya se limita la potencia de carga, con lo que el mayor problema de este tipo de vehículos (tiempo de recarga) crece exponencialmente.
Por otro lado, la electricidad no se produce sin más sino que para cargar un coche eléctrico se consumen grandes cantidades de combustibles (en su caso, carbón) que se deberían repercutir, pero nos venden la “moto” de que su contaminación es 0. Y qué pasará con las baterías y su complejidad para reciclarlas. Nadie valora cuánto se contamina para obtener los minerales que las componen, así como lo escasas que son. Estamos en un mundo en el que tirar una pila AA a la basura es un delito ecológico sin igual, pero tener un coche que lleva 500 kg de pilas de litio es “ecofriendly”. Sencillamente ridículo.
En España nos intentan inculcar que el coche eléctrico es la solución, además de realizar unas coacciones importantes, tanto con zonas de bajas emisiones incomprensibles, como atracos económicos para propietarios de vehículos antiguos. Nadie se plantea que alguien que posee un coche supongamos de 20 años a lo mejor es que no tiene la capacidad de compra para un vehículo nuevo. Además de que el hecho de mantener dicho vehículo en funcionamiento ya está reduciendo las toneladas de CO2 que se emiten al producir un vehículo nuevo. Quieren que no se cambie frecuentemente de Smartphone para reducir la contaminación que se produce al fabricar nuevos y reciclar antiguos, pero con los vehículos parece ser que las leyes de la física no actúan del mismo modo. Dantesco.
Desde luego hay leves movimientos en contra del coche eléctrico, como Toyota, que sigue luchando por tecnologías más sostenibles como los motores de hidrógeno, o Porsche con el desarrollo de su gasolina sintética con neutralidad de emisiones. Pero todos estos desarrollos siempre estarán tapados en los medios de comunicación financiados por los estados, y los grandes lobbies, que lo único que quieren es embadurnarnos con los que más les beneficia en cada momento, sin mirar ni lo que realmente es bueno para los habitantes ni para el planeta. Dramáticamente uno de mis mitos, Carlos Sainz, ha corrido por segundo año el Dakar con un vehículo “eléctrico”, al cual le dan un bombo exacerbado como ecológico, cuando no es más que un motor gasolina V6 tarado como generador de electricidad para luego actuar sobre motores eléctricos. Contamina por la gasolina que gasta y por las baterías que lleva, pero sin duda va por delante de otros proyectos con motores tradicionales con la ya comentada gasolina sintética.
Y seguirán tapando las miserias.