La novela de la Bolsa (Capítulo 61)

EL SÍMBOLO

Hamilton Jones

Cuatro personajes: un experto en marketing y en Bolsa (Ribera), que buscaba las leyes internas que rigen los mercados; un físico (Iraza), que perseguía la generación de ondas gravitatorias; un químico o alquímico según él (Santos), que dice vivir de la fabricación de oro en pequeñas cantidades; y un programador informático (el narrador), antiguo subordinado de Ribera, realizaron en Suiza el curso de Bolsa más elitista del mundo y encontraron “El Símbolo”, un sistema de análisis que les marcó para siempre. En este capítulo, Ballestá y el narrador dejan momentáneamente de escudriñar en una vieja carpeta que había pertenecido a Santos y que contenía apuntes sobre Alquimia, para continuar centrados, como en el capítulo anterior, en el estudio que ponía en duda la eficacia de las medias móviles en los análisis bursátiles.

La novela de la Bolsa (Capítulo 61)
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Ballestá se alzó, tomó una tiza, se colocó frente a la gran pizarra que dominaba su modesto gabinete y comenzó diciendo…¿Has reflexionado alguna vez sobre lo que significa una media móvil? Te pongo un ejemplo del caso más sencillo…Supongamos que queremos calcular hoy la media móvil aritmética simple de las últimas 200 sesiones. Para ello tomamos la cotización de hoy  junto con  199 cotizaciones hacia el  pasado las sumamos y dividimos la suma por 200.

No pude menos que intervenir ante las obviedades que exponía Ballestá,  -Si y le decimos por programa al ordenador que coloque el resultado obtenido en la misma cota del eje de las x en la que se pintó la cotización de hoy.

Ballestá respondió, .- Exacto, pero fíjate que aquí ya hacemos una pequeña trampa, porque el punto que señala la altura del el nivel de la media, que por definición tendría que ir en medio de la serie de 200 cambios, que por eso es la media, en Bolsa lo pintamos justo en la misma coordenada del precio de cierre actual y además, si el cambio del día resulta ser más alto que la media, decimos que el valor está por encima de la media de 200 y por tanto es alcista y si está por debajo decimos que es bajista.

-Pues de entrada no me parece mal- me atreví a contestar.

-Claro, porque eso es lo que le pasa a todo el mundo, y a ti también porque no profundizas en el  cálculo. Si lo haces verás que el valor de la media solo depende de la cotización que entra y de la que sale, y ya pueden decir misa todos los demás cambios de la serie que no van a influir para nada, tanto da lo que hayan fluctuado, los altibajos habidos y en definitiva la forma que presente la curva de cotizaciones, ya que el nuevo valor numérico de la media de mañana solo dependerá de la diferencia existente entre la cotización que se producirá mañana, que es el número entrante y la que se produjo hace 200 sesiones, que es el número saliente.

Me quedé estupefacto, -No me digas que la forma de la curva no afecta al resultado del cálculo de la media.

Ballestá contestó, –Míralo tú mismo, a la media solo le afecta el cambio entrante y el saliente en los cálculos, ergo la forma histórica de la curva importa un pimiento, ya que si se cambian de lugar los cambios de la serie, la forma de la curva histórica será otra y sin embargo la media será la misma. Es decir, en la anterior media de 200 sesiones solo le afectan la cotización de mañana y la de hace 200 días. Ridículo, porqué qué puede importarme lo que hizo hace 200 sesiones y no importarme nada todos los demás 198 cambios, con el  agravante de que puede suceder que la cotización suba y sin embargo la media baje,  ya que para ello es suficiente que el cambio de hoy sea mayor que el de ayer, pero menor del de hace 200 sesiones.

-Pero la forma histórica de la curva de cotizaciones, es decir del gráfico, es un clásico en Análisis Técnico, no sé si sabes la historia de todo ello…-Algo sé, pero cuenta-, respondió Ballestá.

Se dice que se ha encontrado una libreta con anotaciones de un ingeniero inglés del siglo XIX  en el que se detallan unos hechos curiosos ocurridos en la mina de cobre de América del Sur en la que estaba destinado y que son los siguientes:

Resulta que las minas eran de capital inglés, pero los currantes naturalmente eran los nativos, y los ingleses, que se las saben todas, pagaban a los nativos según las toneladas de mineral extraídos de la mina, pero también según el precio que marcaba el cobre en el mercado de Londres. Moraleja, los ingleses nunca pierden.

Como puedes imaginarte, por el lado de la variación de su salario en función de las toneladas de mineral extraído no podía haber problemas porque el nativo sabía si había trabajado o no, pero por el lado del precio en el mercado de Londres, como las cosas no estuvieran muy claras podrían haber follones ya que esta fluctuación podía parecer una engañifa para pagarles menos. Para evitar eso, todos los días se marcaba con un brochazo en una pared encalada que había al lado de la administración de la mina  la altura del precio del cobre.

Naturalmente se hacía de forma burda, es decir, si el precio subía el siguiente brochazo estaba más alto que el anterior y si bajaba estaba más bajo. Cuando en la pared ya no cabían más brochazos se encalaba de nuevo, se volvía a empezar y santas pascuas. Menos mal que era una muy amplia pared en la que cabían muchos brochazos, porque si no el fenómeno que describe el ingeniero inglés en su cuaderno no se hubiera detectado. El fenómeno era el siguiente:

La novela de la Bolsa (Capítulo 61)
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Cuando los nativos regresaban del trabajo empezaron a fijarse desde lejos y comenzaron a ver FIGURAS y después de un tiempo se dieron cuenta que cuando salía la figura que ellos denominaban “EL HALCÓN” los trazos se orientaban día a día hacia abajo, con lo cual a ellos les pagaban menos, y que cuando salía la figura que ellos denominaban “LA SERPIENTE”, se ponían muy contentos porque los trazos luego evolucionaban hacia arriba y a ellos les pagaban más.

Esos fenómenos y curiosidades son los que anotó el ingeniero inglés en su libreta hace más de 100 años.

Lo increíble es que la figura simplificada del halcón, con un ala, una cabeza central y otra ala, coincide con lo que en análisis gráfico bursátil se denomina  “Hombro-Cabeza-Hombro” y es una figura bajista, tal como detectaron los nativos,  y la figura de la serpiente que se desliza hacia abajo luego sube un poco y vuelve a bajar de nuevo produciendo una ondulación central, coincide con lo que en análisis gráfico se denomina “Doble Suelo”, que es una figura alcista, tal como también detectaron los currantes indígenas de la mina de cobre.

-Y qué valor científico puede tener todo lo relativo al estudio de las formas de los gráficos y su evolución probable hacia el futuro-  preguntó Ballestá.

-Valor científico NINGUNO.- Le contesté, y añadí, -lo único que tiene todo eso es valor estadístico.

Ballestá  dijo –Y cómo se come eso del valor estadístico.

-Verás, resulta que a lo largo de más de 80 años se ha consolidado en Bolsa la búsqueda de  algunos patrones de referencia recurrentes que suelen aparecer en los charts. Actualmente se han detectado unas 60 formaciones recurrentes, distintas o ligeramente distintas, cuyo devenir se ha analizado estadísticamente a base de cotejar muchísimos gráficos históricos.

-Devenir, qué quieres decir con devenir. Interrumpió Ballestá.

-Quiero decir que cuando sale una formación gráfica conocida, porque ya ha salido otras veces, se examina cómo se ha comportado en el futuro dicha formación, y luego se coteja lo que ha sucedido hacia el futuro con otros gráficos en los que dicho patrón también apareció.

-La hipótesis numérica inicial que se maneja, es que se parte de la base de que en la Bolsa, en el que el azar está siempre presente, lo máximo que se puede acertar, a largo y en el mejor de los casos, es la conocida relación estadística del 80, 20, es decir que lo máximo posible es acertar 80 veces de cada 100, pero aquí esa relación es estructural, es sistémica. Luego si en este sistema el 100% es en realidad el 80 % resulta que, haciendo una sencilla regla de tres, el 80% máximo posible inicial se convierte en el 64% del total real y esa tasa de aciertos es la que se utiliza para que a unas determinadas formaciones gráficas se les pueda asignar el nombre de patrón.-

Ballestá se quedó callado y me vi obligado a continuar.

Si quieres te pongo en la pizarra la tontería esa de la regla de tres.- A ver, ponla -contestó.

                    100 …………… 80
                     80 …………..  X   con lo cual   X = 64

-De ahí salen los conocidos patrones de “hombro-cabeza-hombro”, que bajo el marco estadístico anterior de la comprobación de su acierto en al menos el 64% de las veces, resultan ser bajistas, o los “hombro-cabeza-hombro invertidos” que resultan ser alcistas o el patrón de “doble suelo” que resulta ser alcista, o los diferentes tipos de triángulos, etc.

-Como verás, las formas de los gráficos son importantísimas y todas ellas se pierden cuando condensamos los puntos o cotizaciones que las componen para construir una media. Además, como las medias toman para su cálculo un número de cotizaciones predeterminado,  las cotizaciones pueden corresponder a tipos de patrones diferentes o corresponder a solo una parte del patrón que se está formando.-

Ballestá dijo…-Claro, con las medianas no pasa eso, porque esas si examinan sesión a sesión todas las cotizaciones, ya que cada día, para construir la mediana, hay que volver a repasar todos los datos de la serie de cotizaciones que la forman, en cambio en las medias solo se mira cada día, para su cálculo, la cotización entrante, es decir el nuevo cambio y la cotización saliente, que en el caso de la media clásica de 200 sesiones, es el de hace 200 sesiones, y sin embargo todos los demás cambios, los que forman los patrones gráficos aceptados, ni los consideramos; bueno si, los utilizamos solo la primera vez para calcular la media, pero luego para avanzar día a día en el cálculo de las subidas y bajadas de dicha media solo se precisan la cotización entrante y la saliente.

Ballestá se calló, pero continuó moviendo la cabeza durante un rato, como si lo dicho anteriormente hubiera sido más una manera de reflexionar en voz alta que otra cosa y de repente dijo.

--Oye, por qué no nos ponemos manos a la obra y construimos unas medianas con datos de algún valor que valga la pena seguir y vemos lo que pasa, porque a mí los experimentos teóricos con datos pasados no me convencen ya que si gano mucho con compras reales, luego puedo gastármelo en cenas y habanos reales, pero si gano mucho con compras teóricas luego resulta que tengo que gastármelo en cenas y habanos teóricos.

C O N T I N U A R Á