Navidades con sorpresa
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Érase una vez un niño de 15 años de edad. Un niño como otro cualquiera de su edad. Le gustaba ver la tele y sobre todo jugar, pero no con sus amigos en la calle, sino con sus amigos virtuales. Estaba mucho tiempo con su teléfono, ordenador, con toda la tecnología que podía.
Sus padres ya estaban cansados de verle en esa situación todos los días. Nico, que así se llamaba el protagonista de esta historia, había cambiado su carácter. Antes era un niño amable y muy extrovertido pero poco a poco y sin darse cuenta fue cambiando y se convirtió en un niño que apenas se relacionaba con sus compañeros de colegio ni tampoco con sus amigos.
Todas las personas que le querían le decían que tenía que volver a ser el niño de antes, que era más divertido. Pero Nico no les hacía caso y estaba deseando llegar a casa para encerrarse en su habitación y hablar con esos amigos virtuales y conectarse a los juegos continuamente. No sabía hacer otra cosa, su mundo era ese.
En casa también estaba alejado de sus padres y de su hermana. Antes jugaba siempre con ella y sabían divertirse. Le adoraba, ella tenía 7 años y para esa niña su hermano lo era todo, hasta que dejó de contar con ella. Dejó de pasar ratos con ella, ya no jugaban ni se divertían juntos… todo había cambiado.
Un día sus padres, junto con su hermana, hablaron con él y le contaron en la persona que se estaba convirtiendo. Ya no disfrutaba con su familia y no dedicaba tiempo a su hermana. Estaba siempre con su ordenador o con su teléfono y eso no podía seguir así. Pero Nico no les prestó atención ni les hizo caso.
Finalmente, llegó Navidad y Nico pidió como regalos todo lo que pudo para seguir encerrado en su cuarto, pidió más juegos para conectarse y jugar, otro móvil… nada que pudiera compartir con los juegos con su hermana o amigos y compañeros del colegio.
Ante esta situación, sus padres decidieron regalarle algo a lo que tuviera que darle amor y cariño y ante todo que tuviese que cuidar y dedicarle tiempo fuera de esa habitación.
Sí, le regalaron una mascota. En este caso un perro..., pero no cualquier perro, sino uno que había sido abandonado y recogieron de una asociación de animales abandonados, además estaba algo enfermo, de esta forma tendría que darle mucho cariño y atención.
Llegó la mañana en la que bajaron todos corriendo a abrir los regalos de Navidad.
¡MENUDA SORPRESA! cuando Nico se acercó a su zapatilla y vio un paquete que se movía. ¿¡Qué era eso!? Lo abrió y ese pequeño perro se tiró sobre él, le lamió y jugueteó con él. Esto a Nico le sorprendió mucho , al principio se alegró pero luego cuando se dio cuenta de que ese era su regalo de Navidad no le gustó tanto.
—Pero ¿dónde están mis videojuegos? ¿Y mi teléfono nuevo? esto es una broma, ¿no? Yo no puedo cuidar a este perro, no tengo tiempo.
—Pero para jugar a videojuegos sí tienes tiempo, pues ahora tendrás que compartirlo con este pequeño, al que pondrás un nombre y le darás todo el cariño que necesita, ya que es un perro abandonado y enfermo que solo pide amor. Ese que tú le vas a dar —le dijo su madre.
Nico no sabía qué hacer, se subió a su habitación y su nuevo compañero fue tras él como pudo, ya que estaba enfermo de un ojo y apenas podía ver. Se acurrucó con Nico y este empezó a acariciarlo mirándole, pensando que no sabía qué iba a hacer ahora con un perro. No tendría tiempo para sus cosas como era jugar con el ordenador y estar con su móvil.
Pasaron los días y Nico cada vez tenía que atender más al nuevo compañero, tenía que curarle los ojos para que pudiera recuperar la vista, tenía que pasearle, jugar con él y, sobre todo, darle amor. Poco a poco Nico se dio cuenta de que empezaba a gustarle, se sentía muy bien sabiendo que estaba ayudando a Shiro, tal y como le había llamado a su nuevo compañero. Estaba deseando llegar a casa para recibir ese amor que Shiro le daba sin pedir nada más. Empezó a mejorar mucho con el cuidado que Nico le daba y Shiro se lo demostraba todos los días.
Nico se dio cuenta de que había estado alejado de todo aquello que era importante en esta vida: dar y recibir mucho cariño y amor. Gracias a Shiro volvió a ser ese niño a quien todos sus compañero y su hermana admiraban.
Esas Navidades, Shiro consiguió que Nico volviese a disfrutar de cosas importantes y Nico consiguió salvar a Shiro cuidándole todo lo que pudo. Fueron unas felices Navidades para todos y Nico supo valorar lo que es importante.
Sofía Pérez Alejandre