Vuelta atrás
Maximino González Barfaluy
Presidente de PROGT Motor Club España.
Ocio y cultura
Otro año más, llegamos con nuevas variaciones en las normativas que nos afectan en el día a día, gracias al ímpetu insaciable de nuestros legisladores por ponernos la vida cada vez más difícil a los ciudadanos y más rentables a sus bolsillos. Pero teniendo en cuenta que tenemos un director de la DGT al que no le gustan los coches ni conducir, unas políticas medioambientales sin sentido, y una agenda 20-30 que su único afán es decirnos qué debemos hacer, decir, pensar, comer etc., pues que más le vamos a pedir a esta corta existencia en el planeta que llamamos vida.
Por parte del gobierno español, se ha decidido, después de 19 años, dejar de permitir que con permiso B se pudiera conducir motocicletas de hasta 125 cc con limitaciones, ahora considera que es peligroso por la falta de formación y experiencia de dichos conductores. Ya en su momento me pareció toda una temeridad permitir que así, sin más, se pudiera conducir dichos vehículos, y sin duda aumentó exponencialmente la siniestralidad de esos vehículos, sobre todo en recorridos urbanos.
Entonces, ¿por qué se realizó esa temeridad? Fácil, se realizó en un momento en que las motocicletas de 125 cc recibieron un duro varapalo ecológico, desapareciendo los motores de 2 tiempos; las ventas se hundieron y la recaudación que se conseguía con dichas ventas también. Solución fácil: dejar que gente que nunca se había preocupado ni por asomo de ser motorista accediera a la comodidad, velocidad y economía que supone un scooter urbano para desplazamientos cortos. A nadie le importó ni lo más mínimo la formación de dichos conductores, ni lo que pasase con ellos en un tráfico despiadado.
Y ahora, ¿qué ha cambiado? Pues muchas cosas, después de tantos años, muchos usuarios de ese tipo de vehículos, o bien se ha dado cuenta de que no es para ellos, o bien se pasan a motores más grandes ya con su permiso de motocicleta como dios manda, o en muchos casos se han pasado a otro tipo de útiles de movilidad urbana. A esto tenemos que añadir que las nuevas generaciones ya no sueñan con una moto, ni siquiera con un coche. La pérdida de espíritu de los vehículos, transformados en meros electrodomésticos, ha conseguido que el negocio se sitúe en un nuevo mercado al que sangrar, los patinetes.
De este modo, el que quiera seguir conduciendo su 125 con el B tendrá que hacer un cursillo inútil, del cual se beneficiarán las autoescuelas y el Estado; el que no pase tendrá que buscar otra alternativa. En ese caso los patinetes comenzarán a recaudar, cosa que hasta ahora estaban fuera de la ley, y sin duda en esto sí que estoy de acuerdo con la mafia que nos controla. No tiene sentido cómo se circula con dichos aparatos sin repercusión ninguna, ni responsabilidad. Además del daño humano que se pueda producir en un accidente, si un patinete impacta contra un coche, se producen daños que hasta ahora nadie paga, y con la obligatoriedad de seguro, cambiará la manera de conducir de la mayoría de usuarios que no respetan las normas de circulación, por ser alegales.
Pero no nos engañemos, aun cuando aciertan en la decisión, esta no está tomada por el beneficio social, sino por el beneficio de las arcas “públicas”, que es lo único que interesa por parte de la que es probablemente la organización más opaca de la que disfrutamos en nuestro país.
Además este año por fin vamos a ver implantado el nuevo permiso de conducir B1 para jóvenes a partir de 16 años. Esto nos lleva a homologarnos con otros países europeos donde ya estaba desarrollado. A efectos no deja de ser la adaptación del A1 (moto), en versión coche. Tendrá uso residual en nuestro país, porque para una economía no muy boyante comprar ese tipo de vehículo con una duración práctica de dos años (suponiendo que a los 18 se quiera un coche de verdad), no parece algo muy inteligente. Aquí contrastamos con el resto de Europa, que por condiciones meteorológicas simplemente, ya es más atractivo un vehículo de este tipo para los adolescentes con posibles que no una moto, que a los padres siempre nos da más mala espina.
En fin, como siempre empezamos un año con novedades que no ilusionan a ningún conductor, pero que nos comeremos con patatas, como todo lo que nos toca tragar en los tiempos que vivimos. Menos mal que al menos comenzamos el año con una doble victoria española en el Dakar, con el incombustible Carlos Sainz, dando clases magistrales, y con Cristina Gutiérrez, ganando en su categoría un Dakar que se le puso de punta desde el principio, pero que con constancia y trabajo duro hasta el final, por fin le dio la victoria que se merece.