Los abuelos de Nazaret
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En la historia de Belén que todos conocemos hay unos personajes ocultos que casi nadie sabe de ellos y esos son… los abuelos de nuestro querido Jesús. Pero volvamos al principio de la historia para que sepáis quiénes eran.
María era una mujer de 25 años, que vivía con José. Sus papas se llamaban Antonio y Sonsoles, él era agricultor y ella cuidaba de los animales, siempre acompañada de su perrita Magia.
Todas las tardes María visitaba a sus papás mientras José estaba en la carpintería; charlaban, ordeñaban juntos a las vacas y daban de comer a las gallinas y los burritos. María sabía la suerte que tenía de tener unos padres tan cariñosos y generosos y recordaba con cariño cómo desde que nació cada noche su padre la arropaba con su mantita blanca de estrellas y su mamá le cantaba mientras acariciaba su frente y su nariz y dormía abrazada a un muñeco de tela con forma de conejito.
Una tarde, estando María en la huerta con sus papás, se apareció un ángel. Al verlo, María se abrazó a su padre, pero el ángel le dijo que no tuviese miedo, que había sido la elegida para ser la mamá de Jesús, el hijo de Dios y que Dios estaba seguro de que lo criaría con el mismo amor que Antonio y Sonsoles la habían criado a ella.
Esa noche, cuando José volvió a casa María le contó lo ocurrido, los dos sabían que tendrían que esconderse para que el emperador no supiese de la llegada de su hijo y que no sería fácil, pero se sintieron muy orgullosos por ser los elegidos para criar al hijo de Dios.
Mientras, los papás de María aún no podían creerse que iban a ser abuelos, tenían mucho miedo por su hija, pero estarían juntos y todo saldría bien.
Los días iban pasando, María iba teniendo cada vez más tripita y José, Sonsoles y Antonio cada vez estaban más ilusionados con la llegada del bebé, hasta que un día, el emperador hizo un anuncio. Para evitar que naciese el hijo de Dios, al que llamaban nuevo rey, y le quitase su poder, ordenó a todas las personas que vivían en Nazaret que acudiesen al castillo a dar sus nombres para poder tener controlados a todos los habitantes y en especial a las mujeres embarazadas.
Esa misma noche, Antonio y Sonsoles supieron que su hija y José tendrían que huir. María estaba embarazada de casi 9 meses y no podía ir al castillo del emperador porque correrían peligro. Abrazados, mientras miraban al cielo, vieron una estrella enorme, sabían que tenían que proteger a su nieto, así que prepararon una bolsa para su hija y José llena de comida y ropas y desaparecieron de Nazaret con Magia corriendo tras ellos.
Cuando María fue esa tarde a visitarlos, no encontró a sus padres, pero vio al burrito favorito de su madre con dos bolsas a los lados cargadas de comida y ropa y comprendió que tenían que huir, sabía que tenía que confiar en sus padres, pero no sabía dónde ir. Se sentó llorando junto a José en el mismo lugar donde solían sentarse sus padres y entonces lo vieron, la misma estrella brillante que hace unas horas vieron sus padres, se movía por el cielo. José la ayudó a subir al burrito y en plena noche dejaron Nazaret siguiendo el camino que marcaba la estrella dorada.
Unas horas más tarde María empezó a encontrarse mal, sabía que tenían que parar. Al pasar por un pueblo, vio que en un pesebre alguien había preparado una cunita con una manta blanca de estrellas y un muñeco de tela con forma de conejito.
Después, ya sabéis que Jesús nació en ese pesebre, y aunque nunca salen en el portal de Belén, detrás de la mula y el buey, dos abuelos orgullosos miran a su nieto Jesús.
Valeria Sevillano Sanjuan
Categoría B (de 9 a 11 años)