Valses, Viena y Strauss

Fachada iluminada de la Ópera Estatal de Viena al anochecer, con tráfico y luces de ciudad alrededor

Javier de la Nava
Profesor de Macroeconomía y Gestión de Riesgos en el Grupo Educativo CEF.- UDIMA

Ocio y cultura

“Comenzaron despacio, después bailaron con más vigor; daban vueltas y todo giraba alrededor de ellos”

Madame Bovary

Gustave Flaubert

 

Desde hace años, cada primero de enero veo la retransmisión del Concierto de Año Nuevo desde la Sala Dorada de la Musikverein de Viena.

Este 2025, por séptima ocasión, lo dirigió el maestro italiano Riccardo Muti, quien dio una auténtica lección de cómo embelesar al público, tan diferente a su anterior intervención de 2021, con la sala vacía por la pandemia. Por vez primera la Orquesta Filarmónica incluyó en el programa una pieza compuesta por una mujer, Constanze Geiger. Pero el gran protagonista fue Johann Strauss hijo, Schani (diminutivo austriaco del nombre Johann), por el bicentenario de su nacimiento. La aristocracia vienesa le rechazaba por su origen gitano y judío. Aquella, habituada al minué y la contradanza, no aceptaba la nueva danza. Marchas, polkas y valses, que se disfrutaban en las salas populares de la Viena imperial del siglo XIX, eran calificados de

“bailes del diablo e impropios de gente bien”, hoy simboliza distinción y glamour.

Los Johann (padre e hijo) de la familia Strauss, pugnaron en hegemonía musical e ideología (carácter conservador frente simpatías revolucionarias). Apoyado por su madre, sin autorización paterna, con 19 años dirigió la orquesta del Casino Dommayer de Hietzing. Los asistentes lo obligaron a repetir algunas piezas hasta veinte veces. Fue a prisión por dirigir La marsellesa. Al salir, compuso Latigazos con elementos musicales del himno francés. Su Marcha de los estudiantes, Canciones de los jóvenes o Canciones para la libertad contrastan con la paterna Marcha Radeztsky, solemne y de evidente elogio imperial.

Poco a poco el vals se refinó y cualquier motivo justificaba nuevas composiciones: el desarrollo urbanístico vienes del siglo XIX inspiró Demolirer Polka; dedicó Bombones de Viena a la princesa Pauline Metternich; en Cuentos de los bosques de Viena declaró su amor al estilo de vida vienés; la polka El tren del placer rinde homenaje a este medio de transporte; compuso Aceleración para la inauguración de la sede de ingenieros; para su amigo Johann Sebastian Brahms creó ¡Abrazaos, millones!, vals influenciado por la Oda a la alegría de Frederich Schiller, que también inspiró la novena sinfonía de Beethoven. Asiduo a las ciudades balnearios, centros de aristócratas y burgueses, en Baden-Baden conoció a Brahms y a Clara Schubert, con los que forjó una íntima amistad.

La admiración popular hizo ceder a la Corte y el 27 de abril de 1854 dirigió el baile nupcial del emperador Francisco José con la princesa bávara Isabel, la célebre Sissi. Varias veces rehusó ser director musical del baile de corte imperial, vacante desde la muerte de su padre en 1849, pero al final aceptó. El 15 de febrero de 1867 estrenó An der schönen blauen Donau, El Danubio azul, melodía coral compuesta por la derrota ante Prusia; su versión orquestal hizo furor en el continente. Stanley Kubrick, en 1968, la convirtió en culto cinematográfico al ser fondo sonoro de 2001: Una odisea del espacio. En 1870 dirigió el primer concierto celebrado en la Sala Dorada del Musikverein, sede desde 1941 del Concierto de Año Nuevo. Cada 31 de diciembre se representa El murciélago, opereta influenciada por Offenbach. Esta tradición comenzó cuando Mahler, director de la opera de Viena, le pidió conducir su obertura. En 1872 dirigió una orquesta de 2.000 músicos ante 100.000 personas en Boston.

Acumuló un enorme patrimonio, éxito influenciado por su editor Tobias Haslinger. Estos editores compraban, imprimían y vendían la música creada. Colocar la foto del autor en los libretos aumentó su popularidad. Grandes creadores como Shostakóvich, sublime su The Second Waltz, sucumbieron al encanto del vals. García Lorca escribió el poema Pequeño vals vienés, después versionado por Leonard Cohen en Take this Waltz.

Tuvo una agitada vida sentimental. En 1862 se casó con la mezzosoprano Henrietta Treffz (Jetty), lo que escandalizó a la puritana sociedad cortesana, pues ella tenía siete hijos de anteriores relaciones. Apoyó al músico con su fortuna, fue su asesora artística y copista, respaldo que catapultó la carrera de Johann, acusado de libertino y disoluto. Tras fallecer Jetty, contrajo matrimonio en 1878 con la actriz Angelika Dittrich (Lili), unión que acabó en divorcio por infidelidad de ella, a quien dedicó la polka O una cosa o la otra. Para unirse a su tercera esposa, Adele, 31 años menor que él, cambió la religión católica por la protestante y se hizo ciudadano de Sajonia-Coburgo-Gotha. Su carrera se reimpulsó. Adele, como su abuelo, era judía, hecho ocultado por los nazis.

A lo largo de este año, Viena celebrará el 200.º aniversario del rey del vals con bailes, conciertos y exposiciones. Momento ideal para visitar la capital austriaca. Podríamos empezar en el 54 de Praterstrasse. Allí están el escritorio de pie donde compuso El Danubio azul y su piano de cola Bösendorfer, además de objetos personales y partituras. Estar allí, entre aquellos, es una bella forma de homenajear al genial artista.