¿Cómo es posible?: Membibre

GASTRONOMÍA

El Barón de Piernalegre

¿Cómo es posible?: Membibre
Engin Korkmaz.123rf

Nos consolaremos con aquello de más vale tarde que nunca: efectivamente, el descubrimiento, aunque tardío, merece la pena. Hablo de Membibre, uno de los mejores ejemplos de cómo una casa de comidas evoluciona a restaurante gastronómico sin perder su esencia. Hoy Membibre no es la casa de comidas que gestionó con una cocina muy honrada el padre de Manolo, el actual titular, y en la que comía casi a diario en su juventud nuestro insigne auditor y maestro de auditores. Hoy es una mesa de postín, donde materias primas de altísima calidad están al servicio de una cocina muy sensata, con un perfecto equilibrio entre un poso tradicional y justas y acertadas concesiones a la vanguardia.

Equilibrio que encontramos también en la decoración del local que ni ha cedido a los minimalismos tan de moda, ni se ha quedado anclada en el pasado. Servicio excelente, muy profesional, veteranos camareros que contribuyen, y mucho, a hacerse sentir en un sitio importante gastronómicamente hablando. ¡Y vamos con lo esencial! Antes de pedir nada ya te habrán puesto delante una cazuelita de lentejas, de callos con garbanzos o cualquier exquisitez de guiso de cuchara. Eso es empezar bien.

Materias primas de altísima calidad están al servicio de una cocina muy sensata, con un perfecto equilibrio entre un poso tradicional y justas y acertadas concesiones a la vanguardia

La carta presenta una oferta variada pero no excesivamente larga, muy coherente y abierta a todos los gustos. Nosotros probamos el huevo a baja temperatura con boletus y  ravioli de hongos, sublime mezcla de sabores que combina perfectamente (¿receta de Zuberoa?, sí, ¿verdad?); unas verduras al dente que permiten apreciar perfectamente el sabor y textura de cada una de ellas; unas inolvidables cocochas de merluza con un pilpil insuperable (fue entonces cuando  dijimos eso de “¿Cómo es posible?”), un pulpo a la brasa sabrosísimo (a destacar el horno de leña –encina, por supuesto- en el que carnes y pescados reciben un tratamiento exquisito) acompañado de unas patatas de lujo (“a los restaurantes buenos se les distingue por el pan o las patatas”, dice un “asesor”) y acabamos, en una de las dos visitas, con el cachopo cántabro que este cuarentón zamorano de origen domina perfectamente y en la otra con su albóndiga de rabo de toro que eleva la categoría de este plato tradicional a los más altos escalones de la gastronomía.

En los postres el nivel no baja, con un excelente  tiramisú (en muy pocos sitios lo hacen correctamente), un  flan casero… casero, (qué mejor piropo) o las filloas rellenas de crema  que entusiasman incluso a un poco amante del dulce como lo es uno. Excelente la carta de vinos con más de una veintena de denominaciones presentes, todas muy acertadamente representadas.

Y por último una referencia a Manolo, quien convertido en chef de renombre, sigue tratando a la clientela con la misma simpatía, la misma relación entrañable de la casa de comidas que fue y en la que los parroquianos acaban siendo de la familia. Su veinteañero hijo ya le acompaña en los fogones. La continuidad está asegurada.

En serio: ¿Cómo es posible?

Membibre

Guzmán el Bueno, 40

Tfno: 915 43 31 48

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