“Vamos a obligar a los bancos a prever cómo gestionar su potencial inviabilidad”

Entrevista. JAIME PONCE HUERTA. Director del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB)

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Entrevista Jaime Ponce Huerta

Jaime Ponce Huerta (Madrid, 1975) es el nuevo presidente del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria. (FROB), el organismo encargado, entre otras cosas, de liderar el saneamiento del sector bancario de nuestro país. Antes de llegar a este puesto, fue Subdirector General de Legislación y Política Financiera en la Secretaría general del Tesoro del Ministerio de Economía y Competitividad, desde donde lideró un complejo proceso de reformas.  Licenciado en Economía y en Derecho por la Universidad Carlos III y Funcionario del Estado, este ardiente defensor del servicio público  y enamorado de la enseñanza afronta los desafíos de sus responsabilidades al frente del órgano regulatorio de la banca con el convencimiento de que se abre una nueva etapa para el sector  en España.

¿Cómo fue su paso por el CEF.-?

Mi primer contacto fue  como opositor. Llegué al CEF.- recién terminada la carrera.  Tuve una charla con Jesús Martínez y él  me orientó hacia la preparación del  cuerpo del Administradores Civiles del Estado. En octubre comenzaba un grupo y me apunté. Aproximadamente un año después aprobé. Después fui profesor de diversas oposiciones durante ocho años. Fundamentalmente, preparaba el tercer ejercicio de Informáticos del Estado. Fue una época muy  grata. En el CEF.- me sentí siempre como en mi propia casa, y la experiencia con los alumnos fue muy enriquecedora. Aprobar  una oposición te cambia la vida, hay un antes y un después. Y cuando tu trabajo tiene una repercusión tan grande en la vida de las personas, te lo agradecen de una forma extraordinariamente cariñosa. 

¿Qué le aportó la docencia a nivel profesional?

En primer lugar me brindó la oportunidad de descubrir mi vocación académica, una actividad que me encanta y a la que no me importaría volver a dedicarme en el futuro. La docencia, además, es posiblemente la labor que mejor te enseña a sistematizar y organizar tus ideas. Por último, también me sirvió para estar permanentemente actualizado como profesional. Después del enorme esfuerzo que supone aprobar una oposición, es muy habitual que el opositor se desfonde y no quiera  volver a ver una ley, una norma o un periódico en mucho tiempo. Pero como profesor no te queda más remedio que estar al tanto de las novedades legislativas si quieres impartir bien tus clases.

¿Se siente el FROB  observado por la opinión pública?

Lo extraño sería lo contrario. Hemos movilizado mucho dinero de los contribuyentes y, por tanto, es razonable y legítimo que demos cuentas de nuestra gestión y se nos siga de cerca. También nosotros debemos hacer un esfuerzo en explicar muy bien las cosas.

¿Cuáles son sus objetivos en esta nueva etapa profesional al frente del FROB?

Por un lado, afrontamos el final de la reestructuración del sistema financiero español, que supone desafíos muy importantes y que aún requerirán años de trabajo. En ese sentido, hay cuestiones fundamentales todavía abiertas, como la gestión de nuestra participación de control en dos bancos muy importantes como son Bankia o BNN, o en Sareb, del que tenemos el 45% del accionariado. Nuestra misión será la de mantener alta la tensión en todos estos frentes, para asegurarnos de que se cierran correctamente. En segundo lugar, se abre otra vía fundamental de cara al futuro. Debemos transformar al FROB en una autoridad financiera de resolución, ya de carácter permanente, y para ello tendremos que volcarnos en Europa y trabajar en la creación de un mecanismo único de resolución eficaz y creíble.

¿Podría repetirse en el futuro lo que ha sucedido con nuestros  bancos en los últimos años?

Trabajamos para que no se repita y, sobre todo, para que, si sucede, la respuesta no sea la misma. La respuesta deberá estar basada en la minimización del uso del dinero de los contribuyentes, y, desde luego, sin que se genere la inestabilidad financiera y el deterioro económico de estos años. Una labor compleja que tenemos que realizar en colaboración con muchos organismos y entidades  como el Banco de España, con quien tenemos importantes competencias compartidas, y con Europa, porque nos dirigimos hacia un mercado interior completo y a una integración absoluta de este tipo de medidas.

¿En qué situación se encuentra hoy la banca española?

Afortunadamente para España, se encuentra en un momento de estabilidad. Por muchos retos que tenga hoy la banca, no son los mismos que en 2012, y, por tanto, ya nos movemos en un suelo más estable y en un marco más fácil de gestionar. Dicho esto, hay muchos desafíos todavía para la banca. Empezando por el  regulatorio. Las autoridades a nivel mundial han reaccionado a los problemas que afloraron a partir de 2008, y como consecuencia  los requerimientos a las entidades para garantizar su estabilidad son muchísimos más exigentes ahora que entonces. También ha cambiado drásticamente la política monetaria y las expectativas de rentabilidad, estrechando mucho los márgenes de negocio que manejan los bancos. En definitiva, han cambiado las reglas del juego y los bancos necesitan adaptarse.

“La respuesta a una nueva crisis bancaria en el futuro deberá estar basada en la minimización del uso del dinero de los contribuyentes”

¿Es una catástrofe que quiebre un banco?

La cuestión es saber  qué hacemos cuando un banco no es viable. ¿Puede ir a la quiebra como cualquier otra empresa? La propia regulación internacional europea prevé ese supuesto. Hay casos en los que si un banco no resulta viable y su disolución ordinaria no causa ningún impacto relevante a la estabilidad del sector financiero o a la seguridad  de los depositantes  y, por tanto, no existe un interés público mayor, puede concluir en la liquidación ordinaria. Esa realidad existe y en España se ha vivido recientemente con  Banco de Madrid. Lo que más nos debe preocupar es el caso contrario, que un banco resulte inviable y esa inviabilidad nos cause  un perjuicio enorme a todos, empezando por los depositantes, que son los más débiles y a los primeros a los que debemos proteger.

¿Qué se puede hacer en ese caso?

Lo que es indudable es que ahora estamos mucho mejor preparados y disponemos de mayores instrumentos para manejar esa contingencia que hace cinco años.  Primero, tenemos la capacidad de exigir rápidamente a esos bancos que sean sus propios accionistas y demás acreedores los que primero pongan dinero y hasta el máximo posible. También existe un fondo de resolución financiado privadamente que ahora no es únicamente español, sino que es europeo, lo que nos proporciona mucho mayor alcance.  Finalmente, disponemos de reglas de  juego comunes. Vamos a obligar a los bancos a prever su inviabilidad y a introducir en el día a día la gestión del entorno más crítico, aquel en el que el banco ya no es capaz de seguir con sus propios medios, para que gestione esa posibilidad  con el menor impacto social.

¿Cómo le gustaría que fueran los bancos dentro de cinco años?

Por lo que a mí me atañe, me gustaría que fueran bancos que tuvieran grabado en su ADN que deben reducir las consecuencias para la sociedad que generaría el hecho de que a ellos no les fuera bien. Pero también me gustaría que dentro de cinco años nadie se olvide de  lo que ha sucedido en estos últimos. Normalmente hay un efecto pendular en las sensaciones de cualquier persona o sociedad. La banca ha atravesado un contexto de conmoción y de anomalía en estos años, y probablemente esta sensación dure todavía un tiempo, pero se irá agotando. Yo espero  que dentro de cinco años ese recuerdo de lo que ha sucedido no se haya diluido, que las cifras de la enorme cantidad de ayudas públicas que ha habido que inyectar sigan grabadas en la mente de todos, y que nadie baje la guardia para que todo esto no vuelva a repetirse.