La novela de la Bolsa (Capítulo 59)

EL SÍMBOLO

Hamilton Jones

Cuatro personajes: un experto en marketing y en Bolsa (Ribera), que buscaba las leyes internas que rigen los mercados; un físico (Iraza), que perseguía la generación de ondas gravitatorias; un químico o alquímico según él (Santos), que dice vivir de la fabricación de oro en pequeñas cantidades; y un programador informático (el narrador), antiguo subordinado de Ribera, realizaron en Suiza el curso de Bolsa más elitista del mundo y encontraron “El Símbolo”, un sistema de análisis que les marcó para siempre. En este capítulo, Ballestá y el narrador continúan escudriñando una vieja carpeta que había pertenecido a Santos y que contenía apuntes sobre Alquimia.

La Novela de la Bolsa (Capítulo 59)
Foto de Stock.xchng

Ballestá se puso a calcular en voz alta y dijo… -120 voltios/metro multiplicado por los 33 metros de altura que tiene el campanario dan como resultado una diferencia de potencial de unos 4.000 Voltios y además gratis. No está mal.

-Según Santos es mucho más en las noches azules y despejadas del mes de mayo, como cinco veces más según él, -apostillé.

Ballestá dijo, –oye, que el mes de mayo es el mes de María y el manto que envuelve a la virgen es siempre azul. Ay, ay, ay.

-Bueno, también en las cartas del tarot hay una torre herida por un rayo.

-Maldición, estamos rodeados -dijo Ballestá y añadió -bueno parece ya tenemos el agua que no moja las manos y ahora qué, no me digas que ahora hay que preparar el “baño maría”.

-Ahora hay que encontrar la materia. Recuerda que en la carpeta de Santos dice:

                  Elige bien la materia sabiendo que en nuestra tabla
                    para obtener lo que  quieres  tienes que retroceder.

y convinimos ayer (capítulo 58 anterior) que la tabla a indagar era la “tabla periódica”. Ballestá dijo, -también podría ser la “tabla esmeralda” que dice, entre otras cosas…

                   Su padre es el Sol, su madre la Luna,
                   el Viento lo llevó en su vientre,
                   la Tierra es su nodriza.

-No digas tonterías Ballestá que eso ya lo mencionan los apuntes de Santos. No ves que esa tabla solo habla del método en líneas muy, muy, muy generales, pero no del procedimiento. Concretamente el párrafo que apuntas de la tabla esmeralda menciona simbólicamente la procedencia del agua que no moja las manos, que ya sabemos lo que es, fíjate que dice que su padre es el Sol (la energía), su madre la Luna (solo en las noches claras de primavera se obtienen los voltios necesarios), el viento lo llevó en su vientre (es electricidad atmosférica), y la tierra es su nodriza (se necesita una toma de tierra para que funcione, para que nazca esa “agua etérea” especial).

-Santos decía siempre que en alquimia hay que dejarse de tonterías que cierran el paso a los incautos, utilizar la ciencia e ir directamente al grano. Veamos: Santos quería obtener oro, es decir Au en la tabla y según dicha tabla la configuración electrónica, por capas, del AU es: 2-8-18-32-18-1 con lo que sumando todos esos electrones de cada capa obtienes su número en dicha tabla esto es: 79.

Los Alquimistas decían que en la naturaleza es más fácil quitar que poner, por tanto  la materia hay que elegirla más allá del oro, para que al retroceder nos dé oro y el primer candidato es el mercurio, ya que la configuración electrónica del Hg es: 2-8-18-32-18-2 y que sumados dan 80, con lo cual si se pudiera quitar un electrón de su última capa, la más externa, automáticamente el Hg se convertiría en Au.

–A lo mejor con los 20.000 voltios de una noche azulada se consigue arrancar ese electrón que sobra de la última capa -dijo Ballestá.

-Imposible –contesté- a la que arranques dicho electrón el Hg toma otro del ambiente y no hay nada que hacer. En vez de arrancarlo hay que conseguir que lo expulse él mismo y para ello hay que quitarle un protón al núcleo, es decir en vez de actuar sobre el sistema electrónico hay que actuar sobre el sistema protónico.

-Pero eso es imposible -sentenció Ballestá. Le contesté,- o no lo es. Se han hecho experimentos empleando el siguiente equipo: Un cátodo, envuelto con una fina tela (un velo de muselina), conectado a una fuente de alto voltaje y  todo él encerrado en una probeta cerrada, en el fondo de la cual se depositó mercurio y todo ello calentado a un fuego muy suave, a unos 40 grados y luego procediendo a bombardear toda la probeta con neutrones lentos o neutrones de baja energía del elemento californio Cf-252. Resulta que el mercurio, al vaporizarse no lo hace en forma de moléculas, como sucede en todas las vaporizaciones, sino que lo hace directamente en forma de átomos, es decir en vez de que floten moléculas en la probeta cerrada, flotan en ella átomos de Hg, con lo cual el bombardeo de protones incide directamente sobre los átomos de Hg ya que si lo hiciera sobre moléculas no habría nada que hacer.

-Bueno y qué pasa, que ya me tienes intrigado,-saltó Ballestá.

-Pues pasa que sobre el velo de tela de muselina del cátodo se fue depositando lentamente una tenue capa de pelillos de oro. -A ver si eso será el famoso “vellocino de oro” que sale en los apuntes de Santos -dijo Ballestá.

-Lo increíble no sería eso. Lo increíble es que el “vellocino de oro” que aparece en este método moderno coincide con la mitología griega y los alquimistas.

-Bueno y si se puede ya fabricar oro, cómo es que el precio del oro no cae,-apuntó Ballestá.

-La respuesta es obvia -le contesté- porque el método no es rentable. Los pelos de Au que se depositan en el velo de tela son espectaculares, pero el peso del oro que se obtiene es insignificante y no compensa los costos del proceso.

Ballestá dijo -no creo que interese a nadie fabricar oro, porque el precio del oro caería como ocurrió con el aluminio, que eso si me lo sé, y me impactó mucho cuando me contaron cómo nació Alcoa, el mayor fabricante de aluminio.

-Qué pasó -pregunté.

-Pues que a pesar de que el aluminio es muy abundante en la naturaleza está tan diseminado que cuando por chiripa se localizaba un pedazo más o menos grande de Al valía una fortuna, era más caro que el oro. Napoleón III se hizo construir unos cubiertos de aluminio vaciando un trozo grande de Al que se encontró, pero eso solo se lo podía permitir él. Lo curioso del caso es que a mediados del siglo XVIII en Ohio un profesor comentó en clase que el que consiguiera fabricar aluminio de modo rentable se haría inmensamente rico ya que era más caro que el oro. Un estudiante llamado Charles Martin se quedó impresionado con esta aseveración y empezó a experimentar en su casa consiguiendo fundir alúmina a más de 2.000 grados y luego, probando, se le ocurrió pasar la corriente eléctrica casera través de la alúmina fundida con la gran suerte de que entonces en vez de las casas tener corriente alterna como tenemos ahora la corriente eléctrica era continua. En resultado fue que en uno de los cables se formó una bola de aluminio puro. Si lo hubiera hecho ahora no hubiera obtenido nada, porque la corriente precisamente se llama alterna porque sus polos se invierten 50 (Europa) o 60 veces cada segundo en USA y el aluminio que fabrica en un periodo se “desfabrica” en el periodo contrario, resultando en nada.

¿Qué pasaría con el oro si se consiguiera algo parecido? pues que las ventanas fachadas etc. podrían ser de oro, al igual que ahora son de aluminio y el oro dejaría de ser un depósito de valor y el mundo que conocemos perdería sentido.

-Será por eso que Santos apuntó la recomendación clásica de los alquimistas que reza así…”De la gran obra…hablar poco…hacer mucho…callar siempre”.

Ballestá hizo un profundo silencio y dijo finalmente -Pero a todo eso hasta ahora no veo en el experimento ese del vellocino de oro que me has contado ninguno de los elementos clásicos asociados con los alquimistas, tales como hornos, fundiciones, etc. y además ¿de dónde hubieran sacado los neutrones lentos que hacen falta?

-Creo que el experimento actual del digamos “vellocino de oro” se acerca más a lo que los Alquimistas llamaban “la vía seca” que a los experimentos clásicos de fundiciones, etc. que pertenecen a lo que ellos llamaban la “vía húmeda”. La vía seca también era llamada la vía de los sabios (la más perfecta y rápida) y los neutrones lentos, sí es posible que los obtuvieran embadurnando con potasio aceitado (mezclado con aceite) el Potasio-40 o sal de los sabios, el cátodo antes de colocarle la muselina, ya que esta sal es un emisor de neutrones o en su defecto  exponiendo el conjunto de la probeta a los rayos cósmicos.

-Y la otra vía, la húmeda o en definitiva la vía clásica que siempre se ha asociado a la Alquimia, que has escudriñado que dice la carpeta de Santos, que a lo mejor es más fácil hacer algo en ella -apuntó Ballestá.

-En este caso hay que ir más allá del Hg, es decir investigar las propiedades del talio, del plomo y del bismuto. Yo no iría más allá porque luego viene el polonio que no fue descubierto hasta 1898 y además de escaso y raro, es radioactivo.

El talio promete porque los Alquimistas hablan de que su materia es “un veneno infecto” y vaya si es venenoso el talio, el problema es que antes de 1861 no se conocía. El plomo es la clásica materia de la que oficialmente partían para hacer la Obra y el bismuto funde muy fácilmente, además su nombre parece indicar que puede sufrir una doble mutación por lo de bis-muto. Vamos a volver a repasar con lupa toda la carpeta de Santos para ver si pescamos algo. 

CONTINUARÁ.