OTC Las facilitadoras de las comunidades energéticas
Ramón Lozano
Gestor de comunicación corporativa en Aduriz Energía y técnico de la OTC Merindades.
Energía
Las comunidades energéticas han llegado para quedarse: disminuyen la factura eléctrica, favorecen la descarbonización, fomentan el empoderamiento de los consumidores, fortalecen la economía local y crean puestos de trabajo.
Incluso el término es sugerente en el siglo en el que la tecnología ha ido desbaratando las redes clásicas entre seres humanos y cuando la guerra en Ucrania disparó los precios e hizo palmaria la necesidad de ahondar en la independencia energética. Mientras tanto, las políticas europeas nos conducen a reforzar el papel de los ciudadanos en la imparable transición energética en la que estamos inmersos en pos del abandono de los combustibles fósiles.
Más complicado es tener claro por dónde empezar. ¿Cómo me uno a una comunidad energética? ¿Cómo encuentro una cerca, o no tan cerca, de mi casa? ¿Cuánto me va a costar y qué rentabilidad voy a obtener? ¿O cómo puedo crearla? Son solo algunas de las cuestiones habituales que nos suelen surgir y que, gracias a las oficinas de transformación comunitaria (OTC), tienen respuesta.
Porque la transición energética ecológica no se hace sola, las OTC surgieron al abrigo de una convocatoria del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) como un vehículo de difusión, asesoría y acompañamiento para las personas (físicas y jurídicas) interesadas en formar parte de una comunidad energética. Si algo debe quedar claro es que las comunidades energéticas consisten en eso, en la participación, de ahí que sus miembros sean socios en igualdad de condiciones, que han de ser quienes realmente controlen la comunidad energética. Este es el espíritu. Una comunidad en tiempos de individualismo.
La red de OTC aglutina a 77 oficinas, virtuales y físicas, que llegan a casi todas las comunidades autónomas (solo faltan La Rioja y las ciudades autónomas) y a la gran mayoría de provincias. Además, alguna tiene ámbito nacional. Si seguimos con las cifras, hablamos de que, vinculadas al programa CE Implementa, a 23 de abril, hay 69 comunidades energéticas en toda España, si bien abarcan a más de 100.000 socios.
Oficinas como la OTC Merindades, creada por Aduriz Energía para los municipios de la comarca burgalesa de Las Merindades, con atención virtual y presencial, es un ejemplo de cómo estos agentes para la transición ecológica podrán ayudarte a que te sumes a una comunidad energética que ya esté funcionando o impulsar una nueva. En nuestro caso, te informamos de todos los pasos necesarios, requisitos técnicos y legales, y te ayudamos a comprender los pormenores del sector eléctrico y las distintas posibilidades que ofrece una comunidad energética. También ofrecemos un estudio de viabilidad, que incluye las diferentes tecnologías posibles y el cálculo de la potencia óptima, para garantizar su eficiencia. La asesoría es completa, individualizada y adaptada a tu realidad y la de tu entorno, sin olvidar la formación que necesitará el grupo motor que tirará del proyecto.
Si hablamos de tecnologías, lo primero que se nos viene a la mente al pensar en una comunidad energética son los paneles fotovoltaicos, estandarte del autoconsumo. Si bien es cierto que esta opción es una de las preferidas para este tipo de proyectos, en un país que cuenta con más de 1.500 horas anuales de sol en la mayor parte de su superficie, hay vida más allá de las placas solares. En la OTC te informarán sobre las diferencias del simple autoconsumo colectivo con las comunidades energéticas, ya que estas suponen un salto ambicioso. En este caso las opciones son numerosas, no es solo energía eléctrica o térmica de origen solar, pues es obvio que una comunidad de vecinos o una urbanización residencial tendrán distintas inquietudes y posibilidades que un polígono industrial, donde la movilidad eléctrica puede ser una opción exitosa. Por no hablar de mejoras en la eficiencia energética, incluida la renovación de edificios, y del desarrollo de la gestión de la demanda a través del suministro, consumo, agregación y almacenamiento de energía.
El presente de la energía pasa por dos figuras introducidas por sendas directivas europeas: las comunidades de energía renovable (CER) y las comunidades ciudadanas de energía (CCE). Estas últimas permiten a sus miembros estar a distancias considerables de los proyectos, así como tampoco requieren que el origen de la energía sea renovable, aunque deben circunscribirse al sector eléctrico y pueden incluso desarrollar funciones de distribución. Por lo demás, coinciden en que debe tratarse de entidades jurídicas de participación abierta y voluntaria controladas por los socios (personas físicas, pymes o entidades locales), en las que los proyectos serán propiedad de la comunidad, y su finalidad es proporcionar beneficios medioambientales, económicos o sociales a sus socios o las zonas donde operan.
La redacción definitiva de un real decreto terminará por afianzar estas novedosas figuras y servirá para avanzar en la implicación ciudadana en el camino de la transición energética, la descarbonización y la electrificación del sistema.