La planificación del patrimonio particular o cómo tomar las riendas de tu jubilación

Pareja de jubilados hablando con una gestora

José Manuel Calvo Encina
Asesor Patrimonial y Fiscal. Graduado en Administración y Dirección de Empresas por la UDIMA. Asesor Financiero Europeo por la UNED.

Fiscal

LA NECESIDAD DE UNA GESTIÓN EXCELENTE PARA ALCANZAR EL OBJETIVO

Contar con un patrimonio suficiente para poder disfrutar de una jubilación sin incertidumbres financieras y sin una merma de poder adquisitivo, debería ser un objetivo compatible con nuestro proyecto vital.

Es previsible el recorte de las pensiones de jubilación futuras debido a la insostenibilidad del sistema actual de reparto, basado en el principio de solidaridad intergeneracional, en el cual recae sobre los trabajadores en activo el pago de las pensiones de los jubilados actuales mediante las cotizaciones a la Seguridad Social. La sostenibilidad de este sistema va estrechamente ligada a una pirámide demográfica que responda a la figura geométrica, basada en una mayoría de población activa y un mercado laboral que proporcione suficientes oportunidades de empleo con bajo nivel de paro.

A esto se le añade el incremento gradual en nuestro país de la esperanza de vida al nacer: según datos del INE ha pasado de 73,4 años en 1974 a 83,58 años en 2019. Mayor relevancia toma la esperanza de vida a los 65 años que, con datos de 2019, es de 21,57 años más.

Todo esto nos lleva a plantearnos la necesidad de más recursos ante un sistema público insuficiente. Las necesidades que deberían cubrir esos recursos son la atención sanitaria, dependencia, ocio, medicinas y nutrición especializada, por citar las más destacables.

Para alcanzar el objetivo fijado necesitaremos realizar una gestión excelente que nos permita afrontar esta incertidumbre acumulando el suficiente patrimonio. Conseguir un patrimonio sólido requiere de un plan y un método concreto para conseguirlo. Es imprescindible un estudio de planificación personalizado donde se consideren todos los factores: patrimonio actual, ingresos, gastos, necesidades futuras, prestaciones previstas, ventajas fiscales, evolución del valor del patrimonio y de la fiscalidad, posibles imprevistos, etc.

INSTRUMENTOS DISPONIBLES PARA EL PARTICULAR

Podemos generar el patrimonio necesario mediante la inversión en diferentes activos, que se engloban dentro de dos categorías principales: bienes raíces y capital financiero.

Dentro de los bienes raíces, en nuestro país el patrimonio inmobiliario es el mayor bien con que cuentan las familias y los particulares y sin que se tenga un conocimiento realista y de sus distintas posibilidades de ponerlo en rentabilidad.

Rentabilizar la inversión en propiedades inmobiliarias pasa en primer lugar por el mercado de alquiler de viviendas y locales. En este sentido es muy útil analizar la relación entre la inversión necesaria y la rentabilidad que se puede obtener, priorizando aquellos barrios y ciudades donde este cociente sea menor sin descuidar la vitalidad del mercado local. No sería recomendable la compra de un inmueble con la sola esperanza de una revalorización futura sin haber analizado antes el mercado y despreciando el coste de oportunidad que supone no rentabilizar la inversión desde el momento de la adquisición.

Si la propiedad inmobiliaria se reduce a nuestra vivienda habitual, de cara a la jubilación, hemos de considerar si el tamaño y emplazamiento de nuestra propiedad es el adecuado, teniendo en cuenta además que los hijos ya no estarán en casa. Podemos plantearnos vender la propiedad actual y adquirir otra de menor precio y con la plusvalía obtenida constituir una renta vitalicia o invertir en otros activos rentables.

Otra alternativa es la hipoteca inversa que básicamente se trata de un préstamo con garantía hipotecaria sobre la vivienda habitual en propiedad, concedido de una sola vez o en forma de renta periódica, de forma que la deuda va aumentando con el tiempo hasta la cancelación de la misma, bien porque la propiedad del inmueble pase a los herederos, que habrían de asumir también la deuda contraída, o bien mediante la ejecución de la garantía hipotecaria por la entidad crediticia. El problema podría radicar en que el propietario sobreviva a la edad estimada de duración de la operación, con lo que en ese momento dejaría de percibir la renta. Para solventar esa situación lo más aconsejable es la constitución de un seguro de rentas vitalicias diferidas, de modo que nos aseguramos seguir percibiendo la renta de por vida. Hay que señalar que seguramente la hipoteca no se constituiría por más del 50% del valor de la propiedad.

Se han popularizado recientemente, operaciones de venta de la nuda propiedad de la vivienda en las que los antiguos propietarios conservan el usufructo vitalicio, es decir, el uso y disfrute de la vivienda durante el resto de sus vidas. El importe obtenido por la venta de la nuda propiedad se puede destinar a la constitución de una renta vitalicia o temporal.

Dentro de la categoría denominada como capital financiero es amplia la oferta de distintos productos a disposición del inversor. Pero, por lo general, nos dejamos aconsejar por la entidad financiera de toda la vida, que puede entrar en conflicto de intereses: el de la entidad y el nuestro (lo que realmente es más idóneo para nosotros).

El ahorrador español estaba acostumbrado a las rentabilidades pasadas de los depósitos a plazo fijo y es poco dado a asumir el riesgo inherente a la inversión en renta variable. En el entorno actual de bajos tipos de interés es prácticamente imposible obtener rendimientos significativos en la renta fija, la que ha estado tradicionalmente asociada a menor riesgo.

Por tanto, descartando los depósitos, la inversión financiera ha de ser abordada como un todo donde pueden tener cabida los diferentes instrumentos, tales como fondos de inversión, planes de pensiones, seguros de vida-ahorro, planes individuales de ahorro sistemático (PIAS), seguros individuales de ahorro a largo plazo (SIALP), etc.

La constitución de una cartera de inversión ha de responder a los criterios de rentabilidad prevista, plazo hasta la jubilación y tolerancia al riesgo como consecuencia de los vaivenes de los mercados financieros. Para ello lo más adecuado es recurrir a varios instrumentos financieros anteriormente enumerados y que estén adecuadamente diversificados.

RENTABILIDAD Y FISCALIDAD

Es fundamental estar suficientemente informado sobre las implicaciones fiscales tanto en las posibles rentas a obtener como en las transmisiones de nuestros activos. La no consideración del impacto fiscal en dichas operaciones se puede traducir, como poco, en una merma importante de las rentabilidades obtenidas. Surge así el concepto de rentabilidad financiero fiscal. Es fundamental que, en la planificación para obtener el patrimonio necesario, se consideren la tributación presente y futura hasta donde podamos prever.

También hay que tener en cuenta que el patrimonio acumulado a la hora de la jubilación, además de permitirnos cumplir con nuestro objetivo, posiblemente terminará llegando a nuestros herederos; para ello deberíamos plantearnos una adecuada sucesión, de manera que resulte lo menos gravosa fiscalmente. La casuística que plantea la sucesión del patrimonio familiar es amplísima y debe ser objeto de un estudio pormenorizado.