Rodas colosal
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Foto de Stock.xchng
Desde el barco ya se intuye la pinta monumental de esta ciudad mítica. A lo lejos se ven las murallas de la ciudad medieval y el puerto de Madraki, donde hace 2.200 años estaba el legendario coloso. Según Plinio El Viejo, el Coloso de Rodas medía nada menos que 32 metros (solo un poco más pequeño que la Estatua de la Libertad) y representaba a Helios, dios del sol. Según el célebre escritor romano: “Después de 66 años un terremoto lo postró, pero incluso yacente era un milagro. Pocos el pulgar podían abarcar con los brazos, sus dedos eran más grandes que la mayoría de las estatuas que tenían marfil”. Rodas quiere recuperar a su icono dos milenios más tarde. Según El Mundo, el actual alcalde insiste en reconstruir al gigante, cosa que también intentaron sin éxito todos los anteriores. Así que el regidor ha convocado un congreso internacional de escultores y arquitectos para la primavera de 2015 en el que se evaluarán posibilidades y desafíos de la macro-obra.
La corta vida del coloso contrasta con lo milenario de esta ciudad, que ya aparece plenamente documentada y en todo su esplendor allá por el tres antes de Cristo. Con muchos momentos dorados y alguno que otro oscuro, la ciudad renace tras la época bizantina de la mano de los Caballeros de San Juan. La orden militar a la que éstos pertenecían es precursora de la actual Orden de Malta y permaneció en la ciudad de Rodas entre 1310 y 1522, dejando una profunda impronta tras de sí. De esa época queda como testigo una ciudad medieval exquisitamente conservada, con calles de cantos rodados, ilustres palacios, iglesias y hospitales. Todo ello muy sólido, muy defensivo y muy sobrio. Muros de piedra con ventanucos que confieren a la ciudad un curioso aspecto de búnker a la antigua y que seguramente ha facilitado su supervivencia hasta nuestros días. El Hospital de los Caballeros, cuya construcción inició el catalán Antonio Fluvián, es actualmente el Museo Arqueológico de la ciudad, una parada obligada para casi cualquier visitante. A las piezas deslumbrantes de arqueología se une un edificio increíble y bastante distinto de lo que anticipa la fachada. A pocos metros de allí está la llamada “calle de los caballeros”, una perfectamente conservada vía medieval en la que los caballeros de alojaban en función de su lugar de origen. Eran ocho las posadas existentes, siendo la dedicada a los caballeros españoles un palacio del siglo XVI que llevaba por nombre La castellanía. El contrapunto a la calle de los caballeros lo aporta el Palacio del Gran Maestre. Destruido por los turcos en 1856, fue vuelto a levantar en 1910 por los italianos atendiendo más a un plan de reconstrucción que de restauración. Ni se respetó la estructura del edificio ni el estilo original del mismo, lo que resultó en una chocante arquitectura pseudomedieval al gusto italiano difícil de definir y de digerir. Aun así tanto el rey Víctor Manuel III como Mussolini fijaron el palacio como residencia oficial y lo usaban regularmente.
La ciudad medieval de Rodas está exquisitamente conservada, con calles de cantos rodados, ilustres palacios, iglesias y hospitales. Todo ello muy sólido, muy defensivo y muy sobrio
Con la llegada de los otomanos liderados por Solimán la ciudad vuelve a dar un giro de tuerca en cuanto a su entidad y aspecto. La metrópolis, mucho más grande entonces de los que es ahora, se puebla de baños turcos, iglesias reconvertidas en mezquitas y elegantes añadidos en forma de balcones de madera oscura y bien trabajada. Todo ello deviene en una curiosa fusión de estilos en la que el carácter oriental se cuela por las rendijas de las colosales construcciones europeas. De esta época queda el precioso barrio otomano y algunos edificios emblemáticos como la Mezquita de Solimán, antigua Iglesia de los Apóstoles, el Hamman de la Plaza de Arionos o la gran Biblioteca musulmana. Esta última atiborrada de raros manuscritos en árabe, persa y turco, entre los que destaca una detallada crónica de la toma de Rodas por los otomanos.