El rombo de Merkel

El rombo de Merkel

Javier de la Nava
Profesor de Macroeconomía y Gestión de Riesgos del Grupo Educativo CEF.- UDIMA.

Economía

Muchos lectores recordarán la imagen de las manos de la excanciller alemana con las palmas hacia dentro y las yemas de los dedos apoyadas. Los expertos en lenguaje corporal dicen que es el símbolo de poder en equilibrio, un deseo de tender puentes. Ella admitía que esta deliberada simetría la ayuda a mantener la espalda recta. En cualquier caso, es la imagen de un liderato que, durante cuatro legislaturas, a través de una Alemania centrada ha cimentado las bases de una Unión Europea y campeado, una tras otra, crisis que amenazaban echarla abajo. Ante desafíos como el crack financiero del 2008, el “brexit” en 2016, las zancadillas comerciales de la Administración Trump (2017-2021) o el impacto sanitario, económico y social de la COVID-19, Angela Merkel consiguió, dentro y fuera de su país, cohesionar fuerzas parlamentarias y Estados.

Según Max Weber, una destacada personalidad se basa en tres factores: responsabilidad, pasión y sentido de la proporcionalidad. Estrechos colaboradores de Frau Merkel afirman que tiene los tres, embridando su pasión bajo moderadas formas, a las que añade una enorme capacidad de trabajo y sacrificio. Su mentor Helmut Kohl la utilizó para cubrir una doble cuota: mujer y del Este germano.

Ante el escándalo de las cuentas secretas de su partido, la CDU, los barones se escondieron y la minusvaloraron, pero “la chica de Kohl” fue la única que dio un paso adelante y consiguió el legado político del reunificador de Alemania.

Asumió los mimbres de la economía social de mercado elaborada por uno de los padres de la política germana de posguerra, Konrad Adenaduer, cuyo retrato ha estado colgado dieciséis años tras su mesa de despacho. Bajo el estandarte de presupuestos con déficit cero, saneó una economía cuyo PIB estaba estancado, el paro llegaba al 15 %, el nivel más alto tras la II Guerra Mundial, e incumplir el límite del 3 % de déficit fijado por los Pactos de Estabilidad Europeos. Estos fueron sus objetivos y a lograrlos se entregó en cuerpo y alma.

Su dogma de austeridad presupuestaria solo ha sido quebrado por una pandemia global. Su flexibilidad ha reafirmado su condición de líder auténtica en Alemania y en Europa, al ser determinante su respaldo al Plan de Recuperación y al nuevo presupuesto.

Merkel aceptó por primera vez emitir un empréstito diferente, pero similar a los eurobonos, a los que se había opuesto durante la crisis financiera de 2008. Su decisión encarrila financieramente el proyecto europeo hasta el año 2058. Por eso se llama Fondo de Nuevas Generaciones, pues estas afrontarán la deuda mancomunada actual.

El liderazgo comunitario de Angela Merkel no se basa en el carisma, sino en buscar apasionadamente un consenso, gracias al cual la Unión ha superado sus principales desafíos históricos. La excanciller consolidó la bicefalia franco-germana e incorporó a la misma a España e Italia como respaldo. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, calificada como Merkel-bis, deberá materializar el plan económico y encauzar las medidas adoptadas para diluir las consecuencias pandémicas.

No todo han sido éxitos a lo largo del mandato de Merkel, también ha habido fracasos: el ascenso de una ultraderecha antieuropea y xenófoba que cuenta con representación parlamentaria en el Bundestag; no conseguir una sucesión ordenada en su partido, algunas de cuyas familias nunca le procesaron gran afecto, lo que ha desembocado en perder las últimas elecciones; o no terminar de fijar un adecuado canal en las relaciones con el Reino Unido.

Estas sombras no disminuyen su figura. La ciudadanía y las fuerzas políticas más relevantes, así como la mayoría de los Estados miembros valoran muy positivamente su papel, lo que alimenta la esperanza de volverla a ver en primera línea de la política.

Sería una magnífica presidenta de la nueva Convención Europea, que asumirá la reforma de los Tratados a partir del verano de 2022, o presidenta del Consejo Europeo tras la salida de Charles Michel, o en cualquier otro puesto relevante.

Tras unos meses sabáticos en los cuales ha declarado le gustaría conducir y recorrer los Estados Unidos con su marido sin que nadie los reconozca, sería de desear volverla a ver jugar un papel político fundamental. Apreciar de nuevo “el rombo de Merkel”.