Techo de cristal y empoderamiento

Juan José Pintado
Profesor de Economía del Grupo CEF.- UDIMA

Techo de cristal y empoderamiento
Geralt. Pixabay

António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, ha declarado con motivo del Día Internacional de la Mujer que “debemos comprometernos a hacer todo lo posible para superar los prejuicios arraigados, apoyar la participación y el activismo y promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer”.

Se habla de “techo de cristal y empoderamiento de la mujer”. Trataré de aclarar ambos términos.

El techo de cristal” es una barrera invisible que encuentran muchas mujeres en su desarrollo profesional, normalmente en el acceso a los puestos más altos de la jerarquía de las organizaciones. Aparece por los obstáculos impuestos por complejos entramados de estructuras, o normas no escritas, existentes en las organizaciones tradicionalmente dominadas por hombres; y también por las limitaciones profesionales autoimpuestas por muchas mujeres (y todavía muy pocos hombres) para poder conciliar el trabajo fuera del hogar con las responsabilidades familiares y el trabajo doméstico.

Por otro lado, el empoderamiento de la mujer”, persigue la plena participación de las mujeres en todos los sectores y a todos los niveles de la actividad económica, eliminando la brecha salarial y, de manera especial, facilitando su acceso a puestos de responsabilidad y toma de decisiones. Objetivos que han de ser prioritarios para conseguir la igualación de derechos.

A pesar del salto cuantitativo de  las mujeres en su incorporación al mundo laboral en las últimas décadas, sigue apareciendo una "segregación horizontal". La presencia femenina está  mayoritariamente representada en determinadas ocupaciones: enfermería y cuidados en la sanidad, la enseñanza, la limpieza, el comercio y la atención al público, tareas relacionadas con roles y estereotipos que tradicionalmente se les han atribuido.

El aumento del empleo femenino no ha tenido reflejo alguno en los puestos de dirección, en los que la participación femenina ha permanecido estable en torno al 30%.

Superar todas esas discriminaciones es tarea ardua y complicada, que no puede  limitarse a las reclamaciones de los colectivos feministas

En las encuestas realizadas aparecen cinco obstáculos principales que limitan más el desarrollo profesional de las mujeres: las obligaciones familiares, la cultura corporativa, los prejuicios de los responsables de recursos humanos, los horarios laborales y la disponibilidad para viajar.

Según Eurostat, la retribución por hora trabajada de las españolas es casi un 19% inferior a la de los hombres (otros organismos apuntan a cifras superiores al 22%). España es la sexta economía con mayor brecha salarial de género entre los 28 Estados miembros de la Unión, por encima de la media de la zona euro (16,5% de desfase salarial) y de la Unión Europea (16,1%). Algunos estudios señalan que el salario del hombre equivale, nada menos, que al 130% del salario de la mujer.

Además, la crisis ha empeorado la situación comparativa de España. La razón, probablemente, sea que el número de contratos a tiempo parcial es mucho más numeroso en la mujer (con salarios inferiores un 33,7% respecto a los hombres). Además, se trata de contratos en sectores donde la devaluación salarial ha sido más fuerte tras la reforma laboral.

Superar todas esas discriminaciones es tarea ardua y complicada, que no puede  limitarse a las reclamaciones de los colectivos feministas, sino que precisa del apoyo solidario del género masculino, así como de la intervención de las autoridades que arbitren políticas discriminatorias positivas.

Se precisan medidas de impulso que fueron pioneras en la política, donde el éxito de las cuotas ha sido rotundo. Es un tema controvertido para las propias mujeres, pero es indudable que medidas como la aprobada por la Eurocámara el pasado mes de noviembre, fijando el objetivo último de alcanzar en el 2020 una cuota del 40% de mujeres en los consejos de administración, van en la buena dirección.

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- “El futuro no está escrito, sólo el pueblo puede escribirlo” (Adolfo Suárez).