Aikido, como fuente inspiradora de solución de conflictos

Aikido

Manuel Soto
Máster en Abogacía por la UDIMA

Jurídico

“El AIKIDO, conocido como el Arte de la Paz”

El Aikido, conocido como el Arte de la Paz, es un arte marcial que deriva de las tradiciones samuráis. Su fundador, Morihei Ueshiba, en 1942, tras una vida de aprendizaje con célebres maestros de Artes Marciales, quiso dejar patente que dentro del espíritu de esta disciplina existe la idea de responder a los retos y a la confrontación de forma no violenta, buscando la armonía en una situación de conflicto sin renunciar a los propios derechos, ni la derrota de la otra persona.

Ante un ataque o un conflicto de intereses las personas implicadas experimentan emociones (ira, agresividad, miedo, frustración, sensación de injusticia…) que les impide gestionar la situación con una mentalidad y actitud constructiva, sintiendo la necesidad de defenderse del atacante con un contraataque, de bloquearse de miedo, si se ven incapaces de hacer frente a la situación, o incluso huir.

El Aikido considera que el contraataque, el bloqueo o la huida son soluciones que harán que el conflicto perdure en el tiempo. La solución que propone el Aikido es fundirse con el agresor, formando un todo con él, bien para que no se inicie el ataque o si ya se ha iniciado, para finalmente neutralizar al atacante y que no pueda provocarnos daño alguno. Para el Aikido el único final válido para acabar con un conflicto viene cuando el oponente deja de actuar de forma agresiva y comienza a pensar de forma cooperativa. El Aikido no busca la derrota del oponente, sino que procura resolver conflictos en base al principio ganar-ganar.

Actualmente, las técnicas del Aikido se basan en una serie de principios tales como dar espacio al otro; no ofrecer más fuerza, sino menos resistencia; no ceder, sino guiar hacia la solución, aplicables a todo tipo de conflictos, ya sean frente a uno o a varios individuos. El Aikido es un arte marcial que se fundamenta en el combate entre dos o más personas y exige del practicante todas las facultades inherentes al guerrero como son la alerta, la estrategia, la decisión, la serenidad, el respeto, etc., donde se cultiva un espíritu y una actitud de permanente ayuda, colaboración, tolerancia, entendimiento y concesiones mutuas, como fundamento de todo progreso y buena convivencia.

Tanto en las técnicas de resolución de conflictos como en el Aikido, hay que mostrar respeto y consideración hacia la otra persona en conflicto, hay que evitar situaciones tensas y agresivas, planteando alternativas para lograr un diálogo constructivo, potenciando la confianza y utilizando la sonrisa, como recursos poderosos que impactan rápidamente en lo emocional y en lo cognitivo. En definitiva, hay que abrir puertas al otro (dar más espacio a la otra parte y generar menos resistencia: empatizar, escuchar activamente, dejar desahogarse, no insistir…) y colaborar conjuntamente en la solución del conflicto a fin lograr una solución definitiva y duradera en el tiempo