La conciliación laboral es europeísta

Iván Rodríguez García
Graduado Social. Junta Directiva de Europeístas
Máster en Asesoría Jurídico Laboral por el CEF.-
Miembro de la ACEF.- UDIMA

La conciliación laboral es europeísta
Lusi. Rgbstock

La conciliación laboral sigue siendo hoy en día un artículo de lujo, al alcance de muy pocas personas. No paramos de leer y escuchar en nuestro entorno lamentos sobre el poco tiempo que pasamos con nuestros hijos; lo complicado que resulta compatibilizar la vida personal y familiar con el desarrollo profesional; el sinsentido de los horarios escolares y laborales; los sacrificios necesarios para atender las necesidades de familiares dependientes, normalmente los abuelos, el cuidado de nuestros hijos e hijas.

Esta realidad provoca graves desajustes en el mercado laboral no solo español sino también europeo. Porque la conciliación laboral debiera fomentar la compatibilización de la esfera pública y privada de las personas, del desarrollo profesional y el de su proyecto familiar. Porque la conciliación laboral debiera fomentar la igualdad de oportunidades y de trato entre hombres y mujeres en el acceso al mercado laboral. Porque la conciliación laboral debiera fomentar la corresponsabilidad familiar y la igualdad en la asunción de responsabilidades de cuidado y crianza.

Pero la falta de conciliación laboral provoca precisamente la obligación de elegir, de sacrificar una opción respecto de otra. De este modo, se aboca a modalidades contractuales de tiempo parcial que limitan el desarrollo profesional, normalmente de las mujeres, para poder dedicarse a tareas de cuidado y crianza. Y limitan su suficiencia económica presente, con salarios inferiores, y futura, con prestaciones y subsidios menores.

Es por ello que resulta necesario adoptar medidas que faciliten la conciliación laboral, permitiendo el desarrollo pleno de la familia y aumentando la eficiencia en el puesto de trabajo.

Del mismo modo, nos enfrentamos a una España con reducidas tasas de natalidad y altas esperanzas de vida, a una España envejecida que ve peligrar la sostenibilidad del progreso económico, de nuestra identidad, del Estado de bienestar, y de un sistema de pensiones y prestaciones cada vez más en una situación crítica.

España necesita un empujón desde nuestros socios europeos, donde han conseguido progresar socialmente con buenos resultados

Es necesario impulsar el desarrollo de políticas públicas con “perspectiva de familia”, implantando para ello una política integral de familia de carácter universal, que reconozca e impulse los derechos de la misma, en toda su amplitud y diversidad, fomentando la renovación demográfica y buscando resolver las principales necesidades y obstáculos de la familia en la actualidad: vivienda; conciliación laboral y familiar; fiscalidad; cuidado y manutención de hijos y de cualquier otro integrante del núcleo familiar; cuidado y atención de familiares dependientes; el derecho y la posibilidad de los padres de educar a los hijos según sus convicciones, y elección libre y responsable del proyecto familiar, del número de hijos que, en su caso, se desea. Pero no son los únicos, la conciliación familiar no solo afecta a los hijos, pues, como dice Carmen Serrano, portavoz de la Asociación iQual, “la familia es un proyecto vital que no incluye obligatoriamente la incógnita de los hijos en la ecuación”.

Y porque, como reconoce el artículo 16.3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”.

La raíz del problema, en el caso de España, ha sido la desacompasada concordancia entre el progreso en las formas de vida, la mutación del mercado de trabajo, y la conservadora mentalidad económica y empresarial de algunos sectores. Si bien es cierto que el anclaje en la cultura conservadora del “presentismo” laboral es un elemento para entender dónde están los muros que impiden llegar a la vanguardia laboral y que son un freno para el desarrollo familiar. Tenemos ejemplos cercanos en muchos de los países de la Unión Europea, donde está mal visto quedarse en la oficina más tarde de las cinco de la tarde, pues es sinónimo de ineficiencia y de bajo rendimiento; al trabajador se le exige que cumpla con sus objetivos diarios, si es capaz de terminarlos antes de tiempo, podrá marcharse a casa. (Y sin entrar en el análisis del ahorro que supone para las empresas en materia energética, que da para un monográfico). España necesita un empujón desde nuestros socios europeos, donde han conseguido progresar socialmente con buenos resultados, ya que, al parecer, si Europa no nos lo impone, últimamente, no somos capaces de avanzar y todo queda en buenas intenciones.

Un giro adaptativo a la sociedad actual mediante regulación de esta materia afectaría directamente a las  políticas de empleo y mercado laboral, abriendo el abanico de oportunidades y permitiendo la libertad de elegir sin tener que hacer sacrificios, permitiendo la colocación en el mercado laboral de más recursos y perfiles.

Es necesario impulsar el desarrollo de políticas públicas con “perspectiva de familia”

No obstante, la Unión Europea, en la vislumbrada nueva etapa que parece surgir con la segunda “revolución francesa”, impulsada por las nuevas políticas socioliberales, y donde España debe saber adquirir su rol de líder tras la salida del Reino Unido, ha de ser el canal conductor para establecer mecanismos de protección que garanticen el desarrollo de las políticas de natalidad y de protección de las familias a través de la conciliación de la vida laboral y familiar, siempre y cuando no interfiera bruscamente en la libertad de los mercados o, lo que es lo mismo, un mercado laboral equilibrado, en el que, garantizando unos mínimos derechos para el desarrollo familiar y social, consigamos la autorregulación conciliadora y salarial que ansia la sociedad en estos últimos años. Sin Europa, España no sería capaz de conseguirlo.

Es importante que la sociedad civil tome parte activa para estudiar y desarrollar propuestas, e influir en los partidos políticos y gobiernos por cercanía a la realidad, puesto que parece que últimamente estos se encuentran ajenos a los cambios sociales. Parece que el asunto ha movilizado en los últimos años a la sociedad, asociaciones como Europeístas, que tiene como pilar básico la defensa de la familia, Club Malas madres o asociación Yo no renuncio, así como la Asociación para la racionalización de los horarios españoles, son algunas de las más representativas.

Y tras estas reflexiones, dejo una pregunta en el aire, para futuros post: ¿Buscan las políticas públicas de empleo remover los obstáculos que impidan o dificulten precisamente dicha libertad de opción, dicha conciliación, la compatibilización de las dos esferas de la vida de una persona? Sin entrar en la distinción por género, ¿hay igualdad de oportunidades en su desarrollo formativo y profesional para aquellas personas que tienen familia?

Puedes leer el blog de la asociación Europeistas cada semana en la larazon.es.