La contabilidad, una asignatura pendiente

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Simeón Vadillo
Socio Director de SINTONICA

Contabilidad

Lamentablemente la contabilidad se ha convertido en una mera formalidad, una obligación que toda empresa o empresario debe cumplir porque así lo establece, fundamentalmente, el Código de Comercio o la Ley de Sociedades de Capital o la Ley del Impuesto sobre Sociedades. Y ello es así porque, en mi opinión, los preceptos contables se han alejado demasiado de la realidad en la que se desenvuelven los negocios empresariales.

De acuerdo con los datos del INE, en España existen 3,3 millones de empresas (incluidos 1,8 millones de autónomos). Y las empresas y sus empresarios tienen como una de sus principales prioridades saber lo que pasa con "la caja". Y la contabilidad sigue sin dar respuesta a esta preocupación de dueños y gestores.

Esbozo a continuación cuatro ideas que podrían hacer que dejáramos de tener la contabilidad como una asignatura pendiente. Bastaría con que el Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC), responsable entre otras materias del Plan General de Contabilidad (PGC) vigente en España, tomara en consideración la realidad de cómo se controlan y gestionan los negocios:

  • El EBITDA (Earnings Before Interest Taxes Depreciation and Amortization) es una magnitud que refleja, como aproximación, "la caja generada por los negocios". El EBITDA se obtiene descontando del Resultado de Explotación las amortizaciones y las provisiones dotadas en un periodo económico determinado. Es una magnitud fácil de calcular para cualquier empresa (ya sea una multinacional o una sociedad limitada con un par de trabajadores) y obvia el sesgo que a veces se produce con los principales apuntes contables que no suponen entrada o salida de fondos. Propondría por tanto que la Cuenta de Pérdidas y Ganancias incorporara el EBITDA como un subtotal previo al Resultado de Explotación.
  • La Deuda Financiera Neta es una magnitud, también fácil de calcular para cualquier empresa con independencia de su tamaño, que refleja de una forma clara su nivel de endeudamiento (bastaría con identificar las deudas financieras con coste y restar de las mismas el efectivo o inversiones financieras convertibles en efectivo). Conocer esta variable no ayuda al gestor, porque a buen seguro ya la conoce, pero sí a cualquier tercero que interactúa con la empresa y que por tanto le permite tomar decisiones de forma más adecuada. Serviría con que en el Balance de Situación se identificaran de forma clara, tanto en el Pasivo como en el Activo, los componentes de la Deuda Financiera Neta. Y por supuesto debería ser una Nota clara de la Memoria anual.
  • Evaluar la marcha de un negocio, tanto para el gestor de la empresa como para un tercero interesado, requiere necesariamente identificar aquellos gastos o ingresos de la cuenta de resultados que, siendo relevantes, no son recurrentes o que son extraordinarios. No hacerlo lleva inexorablemente a conclusiones erróneas. No debería haber mayor problema, y sería de gran utilidad, en identificar entre los resultados aquellos que tienen el citado carácter de atípicos.
  • Y por último, como tema menor, deberíamos cambiar el nombre de "cuentas anuales". De acuerdo con lo establecido en el PGC, “las cuentas anuales ... tienen la finalidad de mostrar la imagen fiel del patrimonio, de la situación financiera y de los resultados de la empresa”. Pues bien, no existe ninguna empresa, adecuadamente gestionada, que de una u otra manera se preocupe de conocer su situación financiera o la marcha de sus negocios en términos anuales. Las empresas analizan y documentan su situación en términos mensuales o trimestrales a lo sumo. El adjetivo "anual" convierte, o al menos induce, a que los estados financieros de una empresa sean elaborados una vez al año y como mera formalidad para cumplir con la legislación vigente. Sin duda considero que el término "estados financieros" es más adecuado que el de "cuentas anuales".

El ICAC, Organismo Autónomo adscrito al Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, publica en página web la Memoria Anual de Actividades 2018. Y con el fin de que sean conocidas dichas actividades, en su misma página web publica, con buena lógica, el mismo informe traducido al inglés como Annual Report of Activities 2018. Usar por tanto un acrónimo en el idioma inglés como el EBITDA, término sobradamente conocido en el mundo de los negocios, no debería suponer problema alguno a estas alturas de la globalización en que vivimos.

Las empresas cotizadas cuando informan a analistas, inversores y público en general de sus resultados trimestrales no siguen la estructura y formalidad del PGC. Elaboran unos estados financieros en los que es habitual encontrar magnitudes como el EBITDA o la Deuda Financiera Neta. Y por supuesto un análisis de sus resultados excluido cualquier efecto, positivo o negativo, derivado de situaciones excepcionales o no recurrentes. Basta con acudir a la página web de cualquier empresa cotizada para comprobar este extremo.