Por favor, ya está bien de tanta…
Juan Antonio Martínez Núñez
Economista. Máster en Asesoría Jurídica de Empresas por la UDIMA. Experto contable acreditado por la AECA.
Entrevista
"Para tomar las decisiones óptimas en la empresa la contabilidad debe ser exacta, veraz, íntegra y en el momento oportuno"
Los stakeholders demandan crear valor sostenible a largo plazo, transparencia, satisfacción del cliente e información sobre los aspectos medioambientales, de sostenibilidad y gobierno corporativo para la toma de sus decisiones económicas. Los estados financieros deben mostrar la verdad a los accionistas, acreedores, trabajadores, Hacienda Pública, etc.; y es primordial en la gestión de empresas reducir al máximo la incertidumbre y ser transparentes en la toma de decisiones. Todo muy evidente, pero parece que en algunas organizaciones no está tan claro.
Cuando una empresa decide salir a bolsa, algunos de los objetivos son obtener financiación, liquidez, visibilidad y valoración. Y, sin duda alguna, debe cumplir con los requisitos que el organismo regulador exija, entre otros, la obligación de información financiera periódica y puntual, además de comunicar los hechos relevantes. Si, por ejemplo, nos fijamos en EiDF, la CNMV ha mantenido suspendida de cotización las acciones de la compañía. Se ha publicado que existen importantes salvedades en las cuentas, expuestas por parte del auditor PwC, además de indicar que está en el aire la continuidad operativa del grupo. También, según el informe forensic de Deloitte, que hay indicios de falsedad documental. ¿Quién creerá en la contabilidad de la empresa cuando dos de las mayores y más prestigiosas auditoras del mundo muestran su disconformidad con sus cuentas?
Para los ahorradores, la decisión de invertir en una compañía u otra dependerá, en mayor medida, de sus estados contables, y su objetivo es obtener rentabilidad, bien en forma de dividendos o bien por la revalorización a largo plazo de sus acciones en el mercado. Pero imagínese el inversor que, en marzo de 2023, hubiera invertido sus ahorros en EiDF comprando a 31,06 euros la acción que ahora está cotizando, a fecha 8 de noviembre, a 3,42 euros. ¿Qué le explicaría la dirección de la empresa a los accionistas que confiaron en su gestión e invirtieron sus ahorros en la compañía y que ahora ven volatilizarse el valor de su cartera? ¿Qué dirán los directivos sobre la máxima de crear valor para la empresa?
Hemos vuelto con el runrún de las discrepancias entre auditores y directivos, y los titulares de prensa de retener información privilegiada. Quizás, la dirección de la compañía debería preguntarse sobre la normalidad de presentar un fondo de maniobra negativo en más de 20 millones de euros, o que en realidad se haya publicado toda la información relevante. ¿Es normal que una de las mayores empresas del mercado BME Growth no presente en plazo sus cuentas anuales? ¿Se estaba utilizando información exacta, veraz, íntegra y pública para la toma de decisiones? ¿Se aproximarán problemas de financiación motivados por la crisis reputacional?
Se publica que en la empresa existen debilidades significativas en el modelo de gobierno corporativo y el sistema de control interno, quizás motivadas por la inexistencia de una división real de las tareas ejecutivas; al parecer, todas las decisiones trascendentes de la empresa eran autorizadas por la misma persona, el presidente, que además era el fundador, CEO y máximo accionista de la compañía. Se informa que el año pasado se duplicó la retribución de los altos directivos y tras el desplome de la cotización a finales del mes de agosto, el CEO de la compañía compró más de setenta mil títulos. ¿Qué imagen está dando la empresa al mercado? ¿Qué hacemos con la responsabilidad social corporativa? Desde luego no se está creando una imagen de marca sólida y ética, donde deberían primar valores como la reputación corporativa, la visión a largo plazo, las inversiones responsables, la gobernanza ética de los negocios o la transparencia informativa.
¿Es que no entendemos la importancia de la contabilidad de las empresas? La autoridad competente promulgó las pragmáticas de Cigales (1549) y de Madrid (1562), que según don Esteban Hernández Esteve, en Aproximación al estudio del pensamiento contable español, “la razón por la cual se establecía la obligación de llevar los libros de cuentas por partida doble era la naturaleza y las garantías de exactitud, veracidad, totalidad e integridad de este método contable, en el que todas las operaciones estaban englobadas e interrelacionas, sin que pudiera camuflarse ninguna de ellas. […] dichas pragmáticas consideraban que la contabilidad por partida doble constituía un registro veraz de los hechos”.
En aquellos años, los mercaderes resaltaban la importancia de llevar la contabilidad por partida doble: “Gracias a la contabilidad se gobierna y administra adecuadamente una hacienda en beneficio de todos los que la componen”.
¿En qué están pensando algunos directivos de empresa? ¿Es que no tuvimos bastante con Bankia, Caja Ahorros del Mediterráneo y no sé cuantas más? ¿Cuándo se entenderá que para tomar las decisiones óptimas en la empresa la contabilidad debe ser exacta, veraz, íntegra y en el momento oportuno? Por favor, ya está bien. Señores directivos, atiendan: no voy a maquillar. No voy a defraudar. No voy a ocultar información relevante. No voy a buscar el pelotazo. No voy a por el beneficio a corto plazo.