Economía doméstica

Jorge Sancha García
Analista Contable
Máster en Dirección Económico-Financiera por el CEF.-
Miembro de la ACEF.- UDIMA

Economía doméstica
Nattanan23. Pixabay

Mi intención con este artículo es hacer un enfoque de la importancia que presenta la contabilidad y las finanzas tanto en el ámbito empresarial como en el personal. Para realizar una pequeña introducción haré un breve repaso a lo que entendemos por contabilidad y finanzas.

¿Qué entendemos por contabilidad?

La contabilidad general podemos decir que es una parte de la economía cuya finalidad es transmitir información relevante para tomar decisiones. Además en la mayoría de las empresas distinguimos dos tipologías diferentes: interna y externa.

El objetivo de la contabilidad externa (regulada por normativa) es registrar todas aquellas operaciones que realice la empresa, en definitiva su situación patrimonial y los resultados generados. Por norma general los destinatarios suelen ser ajenos a la empresa.

La misión de la contabilidad interna es proporcionarnos una información de análisis y de control para mejorar los resultados de la misma. Esta carece de regulación y es destinada a la dirección o gestión de la empresa.

¿Qué entendemos por las finanzas?

Pues en este caso también son consideradas como una parte de la economía cuya finalidad es la maximización del valor de la empresa a través del control y optimización de flujos de dinero.

Por decirlo con otras palabras, los responsables financieros se encargan de elegir las mejores inversiones y financiaciones para aumentar sus rentabilidades y disminuir sus costes financieros. Entre otras, deberán tomar decisiones para elegir qué alternativas de inversión serán las más rentables o si por ejemplo es mejor financiarse con fondos propios o ajenos.

Desde el punto de vista de la contabilidad doméstica funciona de la misma forma. Todos somos conscientes de una u otra forma de lo que tenemos y de lo que debemos. De nuestros bienes, derechos y obligaciones. Algunos lo realizan de forma digital y otros de forma mental, e incluso en una servilleta de papel de un bar, pero todos llevamos finalmente un registro de nuestros cálculos monetarios que nos ayudarán a tomar decisiones en el futuro.

En las finanzas personales ocurre de igual forma y está relacionado con la capacidad de generar ahorro.

¿Es importante llevar una contabilidad personal?

La respuesta es sí. Es evidente que un control de nuestro dinero nos ayudará a tomar  decisiones futuras importantes y a reducir gastos superfluos. Es muy recomendable elaborar y seguir por lo tanto un presupuesto, a través del  cual controlaremos nuestra pequeña cuenta de resultados y sabremos sacar el máximo provecho a nuestro dinero.

Este ejercicio de control que se realiza por las empresas y que normalmente se encarga el responsable financiero se debería aplicar a nuestras finanzas personales.

Es necesario que todos seamos conscientes de cuáles son nuestros ingresos y en qué nos los gastamos, siendo indiferente el nivel de renta, ya que al final todos en alguna ocasión hemos pensado: ¿A dónde se nos va el dinero?

Es recomendable elaborar un presupuesto, a través del  cual controlaremos nuestra pequeña cuenta de resultados y sabremos sacar el máximo provecho a nuestro dinero.

Una forma idónea para responder a esta pregunta es realizando un presupuesto mes a mes durante un horizonte temporal de un año. Así conseguiremos tener una foto de cómo estaremos económicamente, y de esta forma hacer previsiones para el futuro. Nos servirá para comprobar si hemos tenido desviaciones negativas, las cuales debemos controlar o desviaciones positivas, cuyos fondos podremos destinar a invertir o a ahorrar.

En definitiva todos tenemos algún objetivo a medio y largo plazo que queremos conseguir, ya sea comprarnos una casa, un coche o pagar los estudios universitarios a los hijos, por lo que teniendo el control de nuestro dinero será una de las mejores formas para conseguirlo.

Algunas claves básicas para realizar un presupuesto serían:

- Evaluar nuestros ingresos. Deberemos incluir no sólo nuestros salarios sino también otros ingresos pasivos recurrentes que dispongamos.

- Evaluar nuestros gastos. Deberemos analizar si son gastos necesarios y si debemos plantearnos recortar otros innecesarios. Habrá que tener en cuenta qué gastos fijos tenemos, serán aquellos que se pagan mes a mes, como pueden ser alquileres, hipotecas etc. Y habrá que considerar otros que llamaremos gastos variables que serán de mayor o menor importe dependiendo de su consumo (luz, agua, gas…). También evaluaremos si podemos prescindir de otro tipo de gastos, como pueden ser el ocio, salir a cenar a un restaurante etc.

- Capacidad de ahorro. Dentro de las posibilidades de cada uno, deberíamos ser capaces de ahorrar mensualmente como minino entre un 10% y un 15% de nuestros ingresos netos.  Vendrá fenomenal cuando nos surja algún imprevisto del que no contábamos.

- Análisis de desviaciones. Una vez identificados nuestros ingresos y gastos habrá que realizar un seguimiento de las posibles desviaciones y los correspondientes ajustes.

El objetivo como tal será no excederse de los gastos presupuestados. Como en muchas disciplinas la constancia será nuestra gran aliada por lo que si mes a mes, vamos revisando y cumpliendo lo propuesto, en el corto plazo empezaremos a ver resultados.