“En España no hay cultura de prevención de delitos”
Entrevista. JAVIER VIVAR. Socio director de Grupo Vivar.
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Javier Vivar (Toledo, 1973) es un ejemplo de hombre hecho a sí mismo. Tras estudiar diversos módulos de formación profesional, decidió imprimir un giro a su carrera y se marchó a Reino Unido a aprender inglés y obtener un título superior. Y vaya si lo hizo. Nada menos que en la Universidad de Oxford, donde se graduó en Informática. Años más tarde repitió estudiando Derecho en la UDIMA. También ha realizado dos másteres, uno de ellos el de Práctica de la Abogacía de CEF.- UDIMA, y un postgrado. Casado y con dos hijos, es un apasionado de la Bolsa, donde opera como trader aficionado. En el plano profesional ha trabajado desde muy joven, primero en la empresa familiar y más tarde en grandes compañías como Johnson & Johnson, Banesto, Caja Castila-La Mancha o grupo Ombuds. Actualmente dirige el Grupo Vivar, un conglomerado de empresas que incluye el Bufete Vivar Abogados y diversas compañías de servicios empresariales que abarcan desde la seguridad informática hasta la asesoría fiscal o laboral.
¿Cómo entró en contacto con el CEF.- y la UDIMA?
Fue en la década de los 90. Quería ampliar formación sobre aspectos contables y financieros y descubrí al CEF.-. Tenía colegas de trabajo que había cursado distintos programas máster y sus referencias eran inmejorables. Desde entonces he realizado distintos programas en CEF.- UDIMA, un Máster y un Grado, y todas esas experiencias han colmado siempre mis expectativas. Tanto por el contenido programático de cada acción formativa, como por la metodología a distancia cuando escogí esa modalidad. Otro aspecto que me llamó gratamente la atención fue la cercanía del profesorado, empezando por el propio presidente, Roque de las Heras, a quien vi en múltiples ocasiones paseándose por los pasillos de la institución y haciendo breves incursiones en clase para interesarse por el confort de los alumnos. Es sólo una anécdota, pero retrata muy bien el espíritu de la institución.
Usted se ha formado en dos universidades muy distintas como son Oxford y UDIMA. ¿Qué valoración hace de esa doble experiencia?
UDIMA y Oxford no son instituciones comparables. La primera, una universidad joven, que trata de adaptarse como ninguna otra a la enseñanza a través de las TIC; la segunda, una de las universidades más antiguas del mundo y, sin duda, una de las más prestigiosas. La primera apuesta por la distancia; mientras que la segunda lo hace de forma tradicional, en sus típicos programas residenciales en la ciudad de Oxford, aunque cuenta con una facultad (Kellogg College) con una creciente vocación por la formación online. No obstante, la UDIMA marca una clara diferencia: su vocación de atención al alumnado y su constante adaptación metodológica docente para quienes, por suerte o por desgracia, no tenemos otra alternativa que formarnos a distancia. Muy especialmente la utilizada para programas online, una actitud que no pude encontrar con igual intensidad en una de las mejores universidades del Reino Unido.
También ha desarrollado una importante labor directiva en multinacionales. ¿Qué aprendió de aquella etapa?
Las multinacionales, por su propia naturaleza, son capaces de aportar un enfoque global y una interculturalidad empresarial muy valiosas. Mi mejor escuela de negocios fue haber trabajado en el Grupo Johnson & Johnson, donde me incorporé con apenas 23 años, y donde, desde el primer momento, recibí un programa de inducción en la filosofía de empresa del grupo. Día a día recogía una importante transferencia de valores tendentes a estar comprometidos con el cuidado de la salud, a ser responsables frente a la comunidad, a estar preparados para aplicar conocimientos, a ser gestores de nuestros propios logros y, por supuesto, a tener pasión por hacer lo que es correcto. Además, fue especialmente valiosa para mí la dirección que obtuve de mis jefes directos, quienes, además de incorporar valores como los que indicaba antes, hacían gala de ellos en todo momento mediante su praxis diaria.
“Las multinacionales aportan un enfoque global y una interculturalidad empresarial muy valiosos”
Una de sus empresas se ha especializado en la prevención de delitos. ¿Hay cultura preventiva en España?
No, indudablemente en España no hay la cultura preventiva que debería haber. Es obvio que las últimas modificaciones introducidas por el Código penal en 2015 han hecho que, especialmente las grandes empresas, se interesen más por el cumplimiento de las exigencias legales tendentes a la prevención de delitos en el seno de sus empresas. Sin lugar a dudas, el corporate compliance es una obligación que las empresas deben conocer y sus representantes deben cumplir y hacer cumplir. Se trata de la obligación de establecer debidos controles sobre su actividad y empleados, que, de otro modo, podría implicar importantes responsabilidades penales empresas y representantes. Estoy convencido de que, en la próxima década (y un poco más allá), por unas u otras causas, la cultura preventiva irá adoptando el protagonismo del que hoy carece.
En cuanto a los delitos informáticos, ¿cuáles son los más frecuentes?
Sin lugar a dudas, de los más de veinte mil procesos judiciales que se producen al año, el rey de los delitos es el de estafa informática, que aglutina ocho de cada 10 casos. Lejos, con apenas un 5%, está el delito de descubrimiento y revelación de secretos y el acceso ilegal a los sistemas de información. Después encontramos aquellos delitos que atentan contra la intimidad de los menores y acoso, amenazas y coacciones, falsificación documental, suplantación de identidad, daños y sabotaje informático y delitos contra la propiedad intelectual.
¿En qué áreas diría usted que las empresas necesitan mayor nivel de protección?
Es primordial que las empresas inviertan en ciberseguridad. Indudablemente, unas habrán de hacerlo con magnitudes muy diferentes (cantidad de recursos) que otras, pero, en general, de una u otro forma, todas las empresas son susceptibles de sufrir daños ocasionados por amenazas como virus, malware o intrusiones en sus sistemas de información, ya sea a través de ordenadores personales, ya sea a través de smartphones o, lo que es menos percibido, a través del ahora denominado “internet de las cosas” (control de dispositivos de uso doméstico, como electrodomésticos). En consecuencia, adoptar una estrategia en materia de ciberseguridad será un elemento diferenciador entre las empresas que tengan un futuro “seguro” y aquéllas que, posible y lamentablemente, nunca llegarán a tenerlo.