Good bye, UK
Félix Mª Aguado Carrero
Director Departamento Financiero, Afianza Asesores y Consultores
Máster en Dirección Económico Financiera por el CEF.-
Profesor del CEF.-
Knox_x. Rgbstock
Con el sí al Brexit en el referéndum británico se inaugura un período de enorme incertidumbre política y económica, tanto en el Reino Unido como en la Unión Europea. Tratemos de recorrer, en una crónica de urgencia, los interrogantes fundamentales que tocará abordar en los próximos meses.
Del lado del Reino Unido:
- Riesgo de estancamiento económico, por frenarse los flujos comerciales con la UE, así como por la disminución de inversiones extranjeras en las islas. Es bastante probable que las multinacionales no europeas (americanas y asiáticas fundamentalmente), que tienen en Londres su headquarter para Europa, tengan que mudar su sede continental a París o Fráncfort.
- Riesgo de descomposición política del país. Los movimientos centrífugos comenzarán a producirse. Irlanda del Norte tratará de incorporarse a Eire, mientras que Escocia volverá a intentar la independencia y no salirse así de la UE.
- Riesgo de desilusión y falta de oportunidades para las nuevas generaciones británicas. Es espectacular que el remain ganó por el 75 % de los votos entre los votantes menores de 35 años. Se puede decir que los “mayores” han “cortado las alas” a las nuevas generaciones británicas, que son precisamente las que han comprobado las ventajas de su pertenencia a la Unión. Se trata de un efecto dramático.
Desde la óptica de la Unión Europea:
- Un replanteamiento del funcionamiento de las instituciones comunitarias, con una burocracia paralizante y un déficit democrático absoluto, que no solo no consiguió enamorar a los británicos, sino que cada vez genera un mayor euro escepticismo entre la población del resto de países miembros.
- Será necesario un planteamiento de una Europa a dos velocidades. La primera Europa deberá avanzar decididamente hacia la unión política y la armonización financiera y fiscal, los soñados Estados Unidos de Europa, con una Constitución común, un parlamento totalmente operativo y un ejecutivo europeo, que dependa de dicho parlamento y que sea autónomo en su funcionamiento en relación a los estados miembros. La Europa de la segunda velocidad sería aquella que se quede en los términos de una unión aduanera (libre circulación de personas, mercancías y capitales), y quizás como máximo una unión monetaria, en el caso de que países de la Eurozona decidan no emprender la senda de la unificación política.
- Si Europa no se reforma, el “efecto dominó” del referéndum británico, espoleando a los populismos de extrema izquierda y de extrema derecha, puede dar lugar a nuevos referenda de exclusión en Francia, Holanda, Dinamarca…Ello produciría la descomposición a medio plazo de la UE. En este sentido, el liderazgo común de Alemania y Francia para avanzar en el proceso integrador es, no solo esencial, sino indispensable.
- Otro asunto muy importante es la negociación del nuevo estatus del Reino Unido en relación a la Unión Europea. En este sentido, es muy importante fijar que, si se está fuera, se está fuera, siendo inflexibles en la negociación, pues si al final se consiguiera no pertenecer a la Unión, pero con las ventajas de estar dentro y sin los inconvenientes (el más importante, la contribución al presupuesto comunitario), cundiría el ejemplo, y sería el principio del fin de la Europa que hemos construido durante los últimos 60 años.
Debemos aprovechar esta grave crisis y convertirla en una oportunidad
Hablando de efectos domésticos para España, podríamos enumerar los siguientes:
- Si se produjera una recesión económica en UK, efecto negativo sobre el turismo británico que nos visita cada año sería evidente.
- El problema del estatus para los británicos que tienen su residencia habitual en España y para los españoles que viven permanentemente en el Reino Unido. Igualmente, el replanteamiento de las condiciones de admisión mutua de los ciudadanos respectivos en el futuro.
- La situación de Gibraltar, que sobrevive gracias a pertenecer a la UE como paraíso fiscal, y que atravesaría graves dificultades económicas si de algún modo se volviera a cerrar la “verja”. En este sentido, una negociación de doble soberanía hispano-británica sobre el Peñón resolvería el conflicto, además de ser un paso favorable para resolver un anacronismo colonial que se prolonga ya por más de 300 años.
- Otras muchas cuestiones menores, como por ejemplo la situación de deportistas y entrenadores de élite de los respectivos países en el otro, la participación en plebiscitos municipales de los respectivos ciudadanos en el otro país, el derecho a servicios públicos gratuitos de los nacionales de un país residentes en el otro, etc.
En conclusión, debemos aprovechar esta grave crisis y convertirla en una oportunidad, consiguiendo vencer el miedo con la esperanza, y resolviendo el reto del Brexit con más Europa, pero una Europa de libertad, de democracia, resolutiva, más barata y menos burocrática.
Sobre todo, debemos salvaguardar el gran valor de la paz, que es el mayor bien que nos ha traído el proceso de integración europea después de las dos últimas guerras mundiales, y recordar que el Reino Unido es y será siempre Europa y, por tanto, hemos de buscarle su lugar, a pesar de lo que se empeñaron en votar los ciudadanos británicos más escépticos y provincianos el pasado 23 de junio, pues no se entendería una Europa que viviera de espaldas al Reino Unido y viceversa.
Vamos a salvar el futuro, sobre todo de los políticos irresponsables y “pirómanos” que nos han llevado a esta triste situación, alguno de los cuales, como Cameron, ya dimitieron, pero otros muchos siguen en activo comprando votos a cambio de cualquier mensaje, el panem et circenses llevado hasta sus últimas consecuencias.
No podemos destruir la democracia representativa, que ha costado siglos construir, convirtiendo cada decisión política trascendente en una votación tipo “casino”, donde cada líder político juega al quién da más, en un cortoplacismo suicida, como si el futuro de Europa fuera un gran reality show televisivo.
Saldremos adelante, a pesar del nivel patético y carente de liderazgo de los políticos europeos actuales, como se ha hecho siempre, con el esfuerzo y la buena voluntad de los pueblos, lucha que Sir Winston Churchill resumió tan bien en 1940 con aquella frase de I have nothing to offer but blood, toil, tears and sweat (no tengo nada que ofrecer excepto sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor). Eso es lo que nos queda por delante: esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas…
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