Hacer granero

Rafael J. Muñoz
Director de RRHH de Ludendo Iberia

Hace unos días escuché esta sencilla historia.

«Dos hermanos se repartieron por igual la herencia de su padre y cada uno se construyó una casa en la parte de la hacienda que les había correspondido.

Uno de los hermanos era soltero. El otro tenía esposa y dos hijos.

El hermano soltero, después de medianoche y al poco de acostarse, meditaba que no era justo que su hermano hubiera recibido lo mismo que él ya que tenía mujer y dos hijos que mantener. Entonces, se dirigía a su granero, y tomaba varios sacos de grano que dejaba dentro del granero de su hermano.

El hermano casado, a su vez, despertaba antes de amanecer y meditando se decía: “No es justo que yo tenga lo mismo que mi hermano. Yo soy afortunado, tengo familia, esposa y dos hijos que me ayudan y me dan amor y compañía”, y levantándose iba al granero de su hermano y depositaba varios sacos de grano en él antes de que rayase el alba.

Cada vez que hacía recuento de sus pertenencias comprobaban que sus graneros contenían la misma cantidad de trigo sin explicarse cómo era posible».

A menudo en las empresas se dan procesos en los que los trabajadores escatiman egoístamente el esfuerzo

Compartir no nos empobrece, dar de lo mejor de nosotros mismos no nos vacía ni nos deja pérdidas, antes aún, y más allá de lo que este sencillo cuento nos muestra, nuestro granero se multiplica, a veces sin percatarnos, cuando ponemos a los demás por delante de nosotros y somo capaces de compartir nuestros talentos. Vivir con agradecimiento por lo que tenemos, y pensando que es lo que podemos compartir de lo que la vida nos ha regalado a cada uno de nosotros, es posiblemente estar en el camino de ser feliz, felicidad por otra parte alejada de la superficialidad y de una cierta impostura marketiniana con la que es tratada en el mundo de la empresa.

A menudo, en las empresas se dan procesos en los que los trabajadores escatiman egoístamente el esfuerzo, no ponen toda la carne en el asador y no se dan cuenta de que, en ese no llevar grano a otro granero, lo que hacen es vaciar el suyo poco a poco. A veces esas actitudes tienen una explicación en entornos que no son favorables para las personas, en la falta de un liderazgo eficiente que dificulta que se libere y comparta el talento, o en la experiencia de procesos traumáticos dentro de las empresas, pero aun así siempre hay margen para nuestra libertad y nuestras decisiones y para elegir nuestro camino hacia el granero del otro o de los otros. No se trata de ser ingenuos, pero sí de saber que normalmente la vida nos devuelve lo que le damos si la tratamos con honestidad.

Compartir, pensar en el otro, comprometerse, ser agradecidos incluso en medio de las dificultades, es ir llenando nuestro granero, normalmente con lo único que al final nos podemos llevar de las empresas: lo que hayamos aprendido y aportado, y la buena gente que hayamos conocido.