“Los ingenieros somos indispensables para la vida”

Francisco Cal Pardo

Luis Miguel Belda García
Director de Comunicación del Grupo Educativo CEF.- UDIMA.

Entrevista a Francisco Cal Pardo

Pasó a la historia por acometer, en calidad de presidente, la privatización de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea, lo que puso de relieve su capacidad de gestionar como se espera de un ingeniero industrial. Curiosamente, una práctica para la que no se formó en su juventud -pues su especialidad era la electrónica- pero en la que ha desarrollado la mayor parte de su vida profesional. Hoy presidente del Comité de Comunicación y Divulgación del Instituto de la Ingeniería de España, así como la Asociación de Ingenieros Industriales de Madrid (AIIM). Y prueba de estar al día en lo suyo es, también, su condición de presidente de la Asociación de empresas de drones Droniberia.

¿Cuál sería la mejor definición de lo que es un ingeniero?

La profesión del ingeniero es ilusionante y desafiante. Porque fundamentalmente lo que hace es resolver problemas para mejorar la vida, para superar las dificultades de la naturaleza y otras cosas. Estamos totalmente rodeados de ingeniería. Lo que pasa es que mucha veces no lo sabemos. Cuando nos levantamos por la mañana y le damos al interruptor de la luz, hay ahí una cantidad impresionante de ingeniería, desde una central hidráulica, térmica o nuclear o un aerogenerador u otro generador de energías renovables que está produciendo energía, que pasa a una subestación de transformación para elevar la tensión, que pasa luego a una red de transporte, luego a otra subestación de transformación, a una línea de distribución, que llega a una casa, se transforma y llega a esta bombilla que acabamos de encender. Eso exige una cantidad de ingeniería impresionante. Se puede decir que los ingenieros somos indispensables para la vida.

¿Se necesita una vocación especial para elegir estudiar una ingeniería como siempre se le presupone a disciplinas más artísticas, como el periodismo, la historia o el arte?

Vocación y determinadas habilidades. En suma, ingenio. En español ingeniería procede de ingenio. En inglés lo hace de máquina. Tanto los ingleses como los españoles necesitamos ingenio, creatividad, enfrentarnos a los problemas, lo que significa tener ganas y los conocimientos suficientes para resolverlos.

¿Muchos piensan que la ingeniería, en cada una de sus ramas, es una disciplina difícil? ¿Qué tienen las ciencias que siempre parecen más complejas que las letras?

Hay unas materias básicas que son la física y las matemáticas, pero no diría que son difíciles. Esas asignaturas son fundamentales y hay mucha gente, y creo que en parte por la mala formación que se da en bachillerato, que rehuye las matemáticas. En la Comunidad de Madrid se desarrolla un programa por el que se selecciona, cada año, a un grupo de unos 25 niños de entre 11 y 13 años que tienen un buen rendimiento en sus estudios y, especialmente, en matemáticas, y, los fines de semana, los llevan a una facultad de matemáticas para reforzar sus conocimientos y abrirles los ojos a las matemáticas. Esos chicos encuentran las matemáticas fáciles. Bien es verdad que para ingresar hoy en una carrera de ingeniería las notas de corte son exigentes, no todo el mundo las alcanza.

Francisco Cal Pardo vista Madrid

¿Por qué cree que la mujer, en general, todavía se resiste a emprender estos estudios?

Creo que es una cuestión de entorno y de tiempo. La primera ingeniera industrial que salió de la Escuela de Ingenieros de Madrid lo hizo en mi promoción, que es la 110, sacando su título en 1966. Yo que he dado clases al poco de licenciarme y ya tenía a bastantes mujeres en el aula, algunas de ellas número 1  de su promoción. En la junta directiva de la Asociación y en la junta de gobierno del Colegio hay varias mujeres magníficas ingenieras. Lo que sucede es que no ha habido el clima idóneo para que las mujeres fuesen en mayor número a las ingenierías, y no por falta de capacidad. No estamos muy acostumbrados a ver a una señora con botas, pisando barro en una obra pública, ni en una nave industrial entre los ruidos, cajas de materiales, piezas sueltas, suciedad… Posiblemente las veremos mejor ya en una nave actual donde quienes se mueven y quienes están moviendo las cosas son los robots. Creo que es una cuestión de tiempo. Cuando estudiaba bachillerato había bastantes chicas que solo estudiaban cultura general, ni siquiera bachillerato. La mujer ha accedido a la universidad en los años cincuenta y a cuentagotas. En las universidades literarias se veían más mujeres, pero en las politécnicas, en las escuelas de ingeniería, menos. No es que tengan dificultades para superar las matemáticas o la física, porque tienen las mismas capacidades y habilidades que los hombres. Creo que si no acceden tanto como los hombres a las escuelas de ingeniería se trata de una cuestión de tipo cultural:, no estamos acostumbrados a ver a las mujeres en esos puestos, ni ellas mismas tampoco se ven. Ahora bien, cuando dirigí una empresa de consultoría en los años noventa tenía más mujeres que hombres. En la escuela de ingenieros industriales, en la especialidad de organización, también llamada humorísticamente ingeniería de letras, había tantas o más mujeres que hombres y algo parecido se puede decir de la especialidad de ingeniería química; es posible que los lugares donde se desarrolla el trabajo de organización y el de química puede tener algo que ver.

Nadie puede poner en duda que las ingenierías son los pilares que sustentan el proceso en curso de transformación digital y una porción sustancial del nuevo escenario laboral.

Hay una enorme demanda de personal para trabajar en la transformación digital. Posiblemente no tanto de ingenieros, que los hay, como de personal de formación profesional. Ahí falta cantidad de gente que también es precisa. Faltan programadores y especialistas en lenguajes informáticos. Siempre tenemos mucho miedo de una revolución industrial con el pretexto de que se va a suprimir muchos puestos de trabajo. No obstante, siempre, después de cada revolución industrial ha habido más generación de empleo que con anterioridad a la misma. Se puede tratar de otro empleo totalmente distinto y también es posible que en el camino se queden algunos porque no son capaces de adaptarse, pero, al final, hay más empleo. Ahora se barruntan nuevos empleos que aún no sabemos en qué van a consistir.

¿Se enseña buena ingeniería en España? ¿Cómo valora los planes de estudio y el marco de relaciones entre la universidad y la empresa en este ámbito?

La relación entre universidad y empresa es francamente mejorable. Creo que hoy existe menos relación entre ambas partes que cuando yo estudiaba en la universidad. Entonces, los profesores de asignaturas tecnológicas eran normalmente personas que estaban trabajando en las empresas. Yo mismo fui profesor de organización y economía aplicada y estaba en la empresa, y trataba de llevar mis conocimientos y experiencia de la empresa al aula. En este momento hay menos profesores que trabajen, al mismo tiempo, en empresas. El profesor se ha profesionalizado como tal, lo cual tiene muchas ventajas, pero a mi modo de ver tiene un cierto inconveniente: los aparta un poco de la realidad vital de las empresas. Aunque existen organismos de relación universidad-empresa, sin embargo, esa vinculación sigue siendo insuficiente. Si no me equivoco, la Universidad de Harvard y alguna escuela de negocios en España tiene como norma que el profesor dedique al menos el 25 % de su tiempo a actividades empresariales. Ello debería ser una norma. La universidad tiene que estar mucho más cerca de las empresas y cuando esto suceda las empresas acudirán a la universidad a buscar soluciones a sus problemas o a desarrollar nuevos productos que, con frecuencia, la empresa no tiene capacidad para resolver por sí sola.

La formación profesional suele ser una plataforma desde la que dan el salto muchos futuros ingenieros. Sin embargo, aunque las empresas demandan estos profesionales técnicos, su imagen no termina de mejorar.

Ha habido una buena formación profesional cuando había universidades e institutos laborales. Luego se ha desprestigiado mucho y nadie quería mandar a los hijos a la formación profesional porque era de menor timbre que el bachillerato. Sin embargo, la formación profesional es básica. Lo normal para llegar a la ingeniería, en algunos países centroeuropeos, es pasar por la formación profesional. Una mujer me dijo un día que si hiciesen películas donde apareciesen fontaneros, carpinteros, electricistas.. guapos, apuestos y con vida social al salir del trabajo se generarían muchas vocaciones de formación profesional, como sucedió con los médicos con aquellas primeras series de televisión sobre su modo de trabajo y su vida.

¿Fue la compleja operación de rescate de Julen en Totalán una muestra de la cualificación de nuestros ingenieros hoy por hoy?

Para mí, sin duda. Demostraron una gran capacidad de resolver problemas que es lo que tiene que hacer un ingeniero. A pesar de las dificultades de la naturaleza, en este caso en forma de dureza de la roca, las han superado y creo que también han demostrado una gran capacidad de entendimiento entre ingenieros de varias ramas de la ingeniería y con otros profesionales, lo que ha sido una muestra de buena colaboración. Asimismo, creo que Ángel García Vidal dio una muestra de una magnífica comunicación. Yo lo felicité por eso.

Aunque ingeniero en Electrónica y Automática, se ha desarrollado profesionalmente en el campo de la Organización Industrial, donde ha destacado en la dirección y gestión ¿Cómo se forma un líder y qué características debe cumplir?

A andar se aprende andando. Un líder adquiere conocimientos en la universidad y en las escuelas de negocios. Pero el líder se forma en la práctica, liderando ¿Tiene que llevar algo dentro? Posiblemente algunas habilidades. Como dice aquella parábola del Evangelio que hablaba del grano de mostaza del que salía un árbol muy grande, pues tal vez el líder nace con habilidades de liderazgo del tamaño de un grano y desarrolla a lo largo de su vida un árbol muy grande. Como más se desarrolla un líder es, primero, observando al líder que lo conduce, y luego, asumiendo, poco a poco, las responsabilidades del liderazgo, que son muy importantes y difíciles. La primera habilidad de un líder es saber crear equipos. Tenemos cierta tendencia a crear equipos a imagen y semejanza nuestra, pero eso no es un equipo, eso es un grupo. En un grupo se ponen todos de acuerdo enseguida porque casi todos piensan más o menos lo mismo. Un equipo, sin embargo, debe reunir estilos distintos para garantizar la calidad de decisiones que se tomen. Se podría hablar de tres estilos básicos: el ejecutivo, el administrador y el emprendedor. El primero se centra en la premisa de la eficacia. El ejecutivo es la persona eficaz, el que consigue los resultados que se propone, cueste lo que cueste. El administrador se centra más en el procedimiento, no tanto en el resultado como en que se alcance al mínimo coste. El tercer estilo básico sería el del emprendedor, el gran innovador que considera que todo lo que hay no sirve para nada y hay que hacer cosas nuevas. Estos tres estilos básicos tienen comportamientos muy distintos. Todos hacen falta y solo un buen líder es capaz de integrarlos y conducirlos al mejor resultado.

Usted dirigió durante años el ente Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA). ¿Qué aplicó en su gestión el ingeniero que lleva dentro?

 Intenté aplicar todo lo que había aprendido a lo largo de mi vida y todo lo que, como consultor de Alta Dirección, solía aconsejar a mis clientes. Lo primero fue tratar de conseguir la integración de todo el equipo directivo y con él a todo el personal posible, en torno a los nuevos objetivos. Yo me encontré con un equipo que sabía muy bien cómo dirigir aeropuertos desde un punto de vista técnico pero les faltaba visión empresarial. Y a mí me habían encomendado preparar los aeropuertos para su posible privatización. En ese momento lo que hacía falta era que aquella gente, que dirigía muy bien los aeropuertos lo hiciese con una visión empresarial, de resultados. Una de las primeras cosas que hice fue crear un equipo que analizase a fondo cómo había que hacer la transformación cultural hacia una gestión empresarial. Y el equipo me dio una solución que no era la que yo esperaba, pues me dijeron: “Queremos saber a dónde vamos”. Pues eso significó definir la visión y la misión y hacer la estrategia, y creo que el gran éxito fue hacer un gran plan estratégico donde se dio mucha libertad a un grupo de unas 60 personas para hacerlo, corriendo, al mismo tiempo, un riesgo: que el Gobierno rechazase nuestro plan estratégico. Lo hicimos en una jornadas en Segovia, por lo que se conoció después como el ‘espíritu de Segovia’, y el ministro, que fue a cerrar las jornadas aprobó uno por uno todo lo que se había planteado, y eso supuso la integración de un grupo de unas 300 personas totalmente comprometidas y entusiasmadas para llevar adelante aquella visión y misión, dentro de un esquema de valores definido también por ellas. Y aquel fue el éxito que se consumó en dos años. Y diez años y varios presidentes después todavía se conservaban vestigios de aquel plan.

“El líder se forma en la práctica ¿Tiene que llevar algo dentro? Posiblemente algunas habilidades"

¿Estamos preparados los ciudadanos para convivir con drones que nos traigan la pizza a la ventana o taxis sin conductor?

Eso llegará. Tardará más o menos, pero llegará. Puede llegar antes el coche sin conductor, en el que uno se sube y le lleva al destino, sin tocar el volante, de que se generalice el uso del coche eléctrico, porque necesita menos infraestructura.

¿Se atreve a señalar alguna o algunas ingenierías que, por encima de otras, tendrán más relevancia en el corto y medio plazo de este nuevo mercado laboral?

Las notas de corte nos ofrecen una pista. La bioingeniería, industriales, telecomunicaciones, las relacionadas con la electrónica y la informática… tiene un gran futuro. En plena crisis, en Caminos bajó un poco la demanda, pero cuando vuelvan a tirar las infraestructuras subirá de nuevo. Tenemos cada vez menos minas, pero los ingenieros de Minas se dedican a la energía. De hecho, la energía está a caballo de Minas e Industriales. Los de Montes tendrán mucho trabajo con la conservación de la naturaleza y los Agrónomos se encuadran en la industria agroalimentaria que, en este país, es magnífica, de primer nivel. Igualmente es de nuevo pujante la industria aeronáutica, y últimamente ha aumentado la demanda de buques. Por lo tanto, creo que todos tenemos cabida, ahora bien, en un entorno digitalizado.

Y como ‘viejo profesor’, en el sentido más ajustado a su dilatada experiencia profesional y académica ¿Qué debe tener presente el estudiante, futuro ingeniero, para afrontar con éxito los retos tecnológicos que están a la vuelta de la esquina?

Cualquier ingeniero tiene que ser un eterno estudiante. Va a tener que estudiar toda la vida, pero que no olvide las asignaturas básicas, que son las que van a ser la base para poder estudiar luego las asignaturas tecnológicas. Mucha física y muchas matemáticas. La tecnología viene a continuación de estas dos asignaturas. El ingeniero no va a estar completamente formado nunca. Deberá reciclarse permanentemente, porque las tecnologías cambian día tras día.