Entrevista a Jorge Velasco
Alberto Orellana
Redactor de Comunicación del Grupo Educativo CEF.- UDIMA.
Pasó por CEF.- UDIMA
La doble hazaña opositora de Jorge Velasco aprobar Técnicos de Hacienda con una discapacidad
Tras finalizar el Grado en Administración y Dirección de Empresas, Jorge Velasco necesitaba quitarse el amargo gusto que le quedó de sus prácticas en el sector privado. Sin másteres que le convencieran apostó por “el mejor máster”: la oposición. Apuntó “a las estrellas”. Y aunque tuvo que reconducirse y superar barreras como la pandemia y el empeoramiento de su discapacidad, con el CEF.- logró su objetivo: una plaza en el Cuerpo de Técnicos de Hacienda.
En sus prácticas vio que iba a ser difícil compaginar su enfermedad crónica con el sector privado, donde además tuvo esa sensación de “explotación”. “Nunca olvidaré mi primer día entrando a trabajar, mi jefa entró, le saludé y me ignoró como si fuera un mueble”. Jorge veía complicado el futuro, y coincidió con gente mayor que era una prueba clara de que podría llegar a pasar auténtica angustia por encontrar un trabajo. “Decidí que no quería encontrarme en esa situación desesperada nunca”. Así comenzó su primera batalla opositora.
Por aquel entonces, Jorge vivía en Madrid. Conocedor de que el CEF.- es “de las mejores academias para preparar una oposición”, contactó con su coordinadora general de oposiciones, Ángela de las Heras. “Fue una gran ayuda”. Escogió la oposición de inspectores por su formación en la carrera, que le había permitido “dominar” aspectos básicos de la materia. Los primeros días fueron “duros”, rodeado de los mejores de cada promoción: “me sentí descolocado”. La ambición y “cierta rivalidad” de algunos compañeros no lo ponían fácil.
Además, Jorge confiaba en que la vía de la discapacidad le aportaría algo de ayuda. “Para mi sorpresa, en mi primer año se modificó la convocatoria de libre, reservándoles los dos primeros ejercicios, lo que me hacía perder mi única ventaja”. Pasó el tiempo, renunciando a los fines de semana, los puentes o asumiendo estudiar hasta en fiestas. Horas de estudio que compaginaba con visitas al médico, pues el estrés empeoró su enfermedad. “Los ánimos fueron decayendo”. Pero Jorge se considera “tenaz” y quería seguir peleando.
Eso sí, ya habían pasado dos años, y ante las “pocas ayudas” de la Administración para el acceso de personas con discapacidad a una oposición de nivel A1 con seis exámenes (dos de ellos orales), “era hora de plantear un cambio”. Reflexionó con sus preparadores, de nuevo con Ángela de las Heras, y replanteó su estrategia: “Me negaba a rendirme, así que preferí bajarme a la oposición en A2 de Técnicos de Hacienda. Para muchos de mis compañeros era casi una deshonra (actualmente han abandonado la oposición); yo lo veía como un paso atrás para avanzar dos hacia delante”. Y acertó.
“El premio es gordo, aunque deja cicatrices”
Pese a todo había cogido buen ritmo en la primera etapa. Lo trabajado hasta entonces no fue en balde y avanzó “a buen paso” en los siguientes meses. Sin embargo, a una semana del examen, apareció el Covid, y de nuevo las dificultades. “Aplazaron todas las fechas, enfermé y mi salud empeoró drásticamente al contraer el virus. Pasé por los peores días de mi vida: mi padre enferma de Covid y es ingresado e intubado, al tiempo que le diagnostican cáncer en estado avanzado”. También falleció su mascota de la infancia. “Pero tampoco me rendí”.
Jorge estudió “día y noche” a lo largo de un proceso que ahora recuerda como “tortuoso”, sin ninguna ayuda ni referentes con discapacidad similares a su perfil para planificar su estudio. Esta es una de las razones por las que cuenta su historia. El camino del opositor es duro y solitario: “Si hubiera tenido algo de ayuda o a alguien que me orientara, hubiera sido todo más fácil.” Y añade: “Ojalá mi experiencia sirva para ayudar a futuros opositores y todo mi sufrimiento no caiga en saco roto”.
No obstante, es consciente del peso del “azar” y de los apoyos que sí tuvo, y la tenacidad como una constante necesaria: “Preparadores como Vicente o Gustavo, mi familia y amigos, mi madre, que me ayudó en mi desconocimiento del lenguaje jurídico, y mi pareja que me ayudó durante los momentos más difíciles”. Analizó su situación y lo vio claro: aprobar no iba a depender solo de su esfuerzo. Tras tres años y medio de duro trabajo consiguió su plaza y ya forma parte del Cuerpo de Técnicos de Hacienda.
Viéndolo con perspectiva, Jorge reconoce que, aunque “sin duda el premio es gordo, te deja cicatrices”. “Pierdes amistades, salud y sobre todo tiempo que no pasas con seres queridos”. Al decidir cambiar a Técnico, sabía que con la misma disciplina y conocimientos adquiridos aprobaría: “Cierto es que aprobé a la primera, pero hubiera seguido hasta conseguirlo”, subraya.
Rutina diaria y desconexión sabia
Además, considera que debe reflexionarse: “Una vez entras parece que se olvida todo y se espera que todos pasen por lo mismo. (...) “Hay que revisar todo el proceso de selección, la promoción interna” y otros aspectos, que “queman a la gente”. Según cuenta, todavía le animan a promocionar por vía interna, pero cree que se opina “sin conocimiento” del proceso. Casi como “no dando mérito a lo ya conseguido” hasta el momento.
Por ello se pone a disposición de quien, en una situación similar, se plantee opositar. Porque “la información es poder” y, aunque la sensación de aprobar es “única”, la vida del opositor es dura. “Me sentí solo en muchos casos, no sabía cómo repartir el tiempo, el temario, ver si optar por repartirme los exámenes en dos tandas, ya que me guardaban la nota, o ir a por todas”. Ahora al menos sabe qué ha sido lo más difícil y cómo ello, “ojalá”, podría ayudar a futuros opositores.
Suspender en esa segunda vía habría sido “un duro golpe”, reconoce, “pero lo peor es dar la primera vuelta al temario y tener el esquema mental de todo. Así que animo a todos aquellos a los que les pase a que sigan, ya han hecho lo más difícil”. Y deja algunos consejos más: “Sin duda, nunca te rindas, cada día es un pequeño reto”. “Dicen que es una carrera de fondo; sin duda, pero tienes que apretar todos los días, no por sentarte a estudiar adquieres el conocimiento”. Anima a ser “metódico”, con objetivos diarios y a saber “cuándo desconectar”.
También advierte de las opiniones ajenas, y que confiar en uno mismo es fundamental. “Te dirán que se aprueba en 2 o 3 años; y eso sea, quizás, si eres excepcional”. También “te dirán ‘no podrás’, pero eso quiere decir que ellos no pueden, y les asusta el hecho de que tan solo lo intentes”. Y recuerda: “En muchos momentos estarás solo, pero no es malo: te ayudará a conocerte y saldrás mucho más fuerte”.
Ahora, compañeros y destino están de su parte, en lo que reconoce haber tenido suerte a pesar de la escasa ayuda de la Administración. “Simplemente creo que he hecho lo que tenía que hacer; sé que suena frío pero es necesario serlo para aprobar.” Preguntado por lo que se lleva del CEF.-, él lo tiene claro: “Un FUTURO”.