La labor en la sombra del grafólogo de empresa

Grafólogo

Sandra Cerro
Licenciada en Derecho. Máster en RR.HH. Grafóloga y perito calígrafo.Directora y profesora del título propio Experto en Grafología Empresarial en la UDIMA.
Miembro de la ACEF.- UDIMA.

Recursos Humanos

¿Te ha sucedido alguna vez que, en un proceso de selección para un trabajo, te hayan pedido escribir un manuscrito? A muchos candidatos les sorprende este hecho en una era digital como la que vivimos. Pero sí. Aún se nos solicita escribir a mano en ocasiones muy concretas. Sobre todo cuando, en los procesos de selección, está trabajando un grafólogo en la sombra.

Y te preguntarás ¿qué hace exactamente un grafólogo? Este profesional analiza, de forma muy exhaustiva y técnica, los rasgos de escritura de los candidatos para determinar si cumplen o no los requisitos de personalidad, tipo de talento, competencias concretas y, en definitiva, ajuste al puesto que la empresa está solicitando. El resultado de su análisis normalmente se coteja con otras pruebas psicológicas y con las impresiones del responsable de recursos humanos que realiza la entrevista personal.

La prueba grafológica es más habitual de lo que la gente cree. En ocasiones, de entrada al proceso de selección, ya se pide al candidato que presente su currículum junto con una carta de presentación o breve biografía laboral manuscrita. Otras veces, esta prueba se realiza en la misma empresa junto con las demás pruebas de evaluación. En cualquier caso, ese manuscrito representa el retrato, la “foto” viva, el reflejo auténtico del candidato y arroja una ingente cantidad de información inconsciente.

¿Cuál es la gran ventaja de esta prueba y, en parte, una de las razones más potentes por las que la eligen las empresas? Pues que la escritura no miente. Es imposible modificar conscientemente nuestra propia escritura sin dejar rastro del engaño.

¿Otras ventajas? Su agilidad, sobre todo en el filtro inicial de candidaturas con el fin de eliminar a todos aquellos candidatos con rasgos negativos de personalidad o a aquellos que no se ajustan al puesto que solicita la empresa. Este proceso ágil y eficaz ahorra también muchos costes a las empresas.

Otra gran ventaja: la objetividad. El grafólogo no se ve, en ningún caso, influido subjetivamente por el candidato. Ni lo ve ni conoce nada de él. Solo ve y analiza su escritura.

La labor del grafólogo de empresa se realiza normalmente en la sombra. Suele trabajar de forma externa a la empresa y a la par que está en el proceso de selección concreto. Cuando se presenta un gran número de candidaturas, la empresa encarga al grafólogo el filtro inicial. ¿Y cómo lo realiza este? Dividiendo el montón de manuscritos en dos grupos: por un lado, los candidatos negativos. Por otro, una cantera de candidatos valorados por sus cualidades psicológicas positivas. Después, esta cantera se somete a un nuevo filtro. ¿Qué candidatos, además de poseer cualidades positivas, se ajustan al puesto concreto? Este segundo filtro se realiza según lo que llamamos profesiograma grafológico que es, ni más ni menos, que un patrón de rasgos gráficos asociados al perfil profesional concreto y preciso que la empresa está requiriendo. Es, como si dijéramos, un “traje a medida” para ese puesto de trabajo en concreto.

El perfil para el que se solicitan más cribas masivas de candidaturas es el de comercial, ya que tiene características grafológicas muy peculiares y a su vez muy visuales para el grafólogo al hacer una criba rápida. Estas son: escritura ágil y espontánea, abierta (con “m” y “n” en forma de “u”), con las letras ligadas o agrupadas entre sí, ángulo de inclinación a la derecha y cierta personalización de la grafía que la aparta del modelo caligráfico escolar, entre otros. Son gestos gráficos que delatan a la persona inquieta, extrovertida, resolutiva, sociable y con habilidades comunicativas. Y como en este ejemplo, para cada perfil concreto, el grafólogo traduce en rasgos grafológicos aquellos requisitos psicológicos y competencias generales o específicas que la empresa requiere para su puesto a cubrir.

El grafólogo es, en definitiva, un técnico, un patronista que corta a medida el diseño del perfil que la empresa cliente le encarga. Y suele ser muy efectivo. Es por ello que, de un tiempo a esta parte, y muy a pesar de la era digital que nos abriga y obliga a dejar el boli y el papel un poquito apartados, las empresas están solicitando cada vez más el trabajo del grafólogo en sus procesos de reclutamiento y selección.

La UDIMA se ha sumado a esta necesidad de las empresas impartiendo un título propio específico para todos aquellos interesados en formarse como grafólogos empresariales: Curso de Experto Universitario en Grafología Empresarial Aplicada a Selección y Gestión de Recursos Humanos.

Existen profesiones poco conocidas pero apasionantes. La fascinación de poder conocer a las personas y a toda su idiosincrasia de motivaciones, talentos, habilidades -más o menos escondidas- es algo digno de experimentar y conocer. Te invito a hacerlo.