“No me han dado el puesto porque mi letra es fea”
Sandra Cerro
Grafóloga y Perito calígrafo
Máster en Dirección y Gestión de RRHH por el CEF.-
Miembro de la ACEF.- UDIMA
Sxc.HU
Son muchos los candidatos que, tras verse sometidos a una prueba grafológica, en un proceso de selección de personal, creen que no van a resultar elegidos para el puesto porque tienen una letra fea. Algunos incluso temen esta prueba porque consideran que la apariencia de su escritura no va a superar la evaluación del grafólogo. No es extraño escuchar “no me han dado el puesto porque mi letra es fea”, al salir los candidatos de una prueba de este tipo; pero esto no es más que una excusa, y la razón es sencilla: Si bien es importante que el manuscrito esté limpio, ordenado, no tenga borrones ni tachaduras, y que sea claro y legible, no es el estilo de letra o si esta es bonita o fea, lo que más a valorar el grafólogo a la hora de determinar si un candidato es o no apto para un puesto de trabajo.
Como premisa inicial sí es importante la buena presencia del escrito, al igual que lo es el buen aspecto, el aseo personal, el adecuado vestir y la buena educación que el candidato debe presentar en la entrevista personal. Pero el grafólogo no se va a quedar en la mera forma de la escritura, o si esta en apariencia es bonita o fea, sino que va a evaluar multitud de aspectos y pequeños detalles de la misma, incluidas la firma y la rúbrica, que determinan no solo el carácter y la psicología general del candidato, sino también su aptitud, competencias específicas y requisitos de personalidad que sean acordes con el puesto a cubrir.
Lo peor que se puede hacer en una prueba de selección por grafología es tratar de simular una letra que no es la nuestra, porque esta no nos guste o porque creamos que no le va a gustar al grafólogo. Si intentamos “autofalsificarnos” va a ser peor el remedio de la enfermedad, porque siempre nos van a cazar en el engaño. De hecho, la gran ventaja de la grafología como técnica de selección de personal es que es la única prueba que no se puede falsear, ya que la escritura es un gesto personalísimo, que no se puede modificar conscientemente. Si lo hacemos, no solo van a comprobar que estamos tratando de engañar al grafólogo y a la empresa, y con ello que somos deshonestos, sino que además nos estamos echando piedras a nosotros mismos, ya que esos aspectos de nuestra letra que no nos gustan o que nos parecen muy feos, puede dar la casualidad de que sean justamente los que están buscando para el puesto en cuestión, y salgamos perdiendo a todas luces.
Lo peor que se puede hacer en una prueba de selección por grafología es tratar de simular una letra que no es la nuestra
En mi experiencia profesional como grafólogo de empresa, he encontrado casos en los que el candidato ha presentado al examen una escritura que no era la suya. La nefasta consecuencia ha sido que no concordaban los resultados del informe grafológico con los arrojados por la entrevista personal y otros test. En el mejor de casos, excepcionalmente, puede repetirse la prueba; o en el peor de los casos, descartar directamente al candidato por indicios de deshonestidad. Para evitar estos sucesos, muchas empresas optan por obtener la muestra manuscrita del candidato, realizada en directo, en la misma empresa.
Como en todo, el mejor consejo para realizar esta prueba es la sencillez, la honestidad, el ser uno mismo, y dejar nuestra escritura fluir naturalmente. Muchas escrituras que el candidato puede considerar feas, el estudio grafológico puede calificarlas, por ejemplo, como creativas, propias de mentes ágiles o espíritus negociadores, o como ya se ha dicho antes, escrituras que se ajustan como un guante a los requisitos del puesto en cuestión.
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