El “mentoring”: herramienta de formación de los empresarios
Unai Olabarrieta de Frutos
Abogado y Economista
Curso de Seguridad y Derecho Laboral en el CEF.-
Miembro de la ACEF.- UDIMA
Foto de Stock.xchng
“Así hablando se sentó, y entre ellos se levantó Mentor, que era compañero del irreprochable Odiseo y a quien este al marchar en las naves había encomendado toda su casa –que obedecieran todos al anciano y que él conservara todo intacto- este levantó la voz con buenos sentimientos hacia ellos y dijo: (…)” La Odisea, Homero, Canto II.
Nos cuenta Homero en La Odisea que cuando Ulises marchó a la guerra de Troya encomendó a Mentor el cuidado de su hogar y la educación de su hijo Telémaco. Sin embargo, ese encargo se convirtió en algo más que un simple y rutinario vínculo de tutelaje. Terminada la guerra y no teniendo noticias de su padre, Telémaco, acompañado por Mentor, inició un viaje por toda Grecia con el fin de conseguir alguna pista que pudiera revelar su paradero. De este modo, y siempre bajo el auspicio de Mentor, Telémaco deberá aprender a valerse por sí mismo para llevar a buen término su tarea.
Con el transcurso del tiempo, “mentor” pasó de nombre propio a nombre común, de hacer referencia a un individuo determinado a denominar a toda aquella persona que realice una función de consejero, guía o tutor; pasando el nombre de este personaje a significar consejero sabio y experimentado, o preceptor. La historia nos cuenta que fue Aristóteles el mentor de Alejandro Magno.
Como vemos, el término mentor se acuñó hace siglos, su figura se atestigua a lo largo de la historia, aunque no empezará a aparecer en los diccionarios ingleses y franceses como sinónimo de “consejero” hasta el año 1750. Y no es hasta hace pocos años cuando a través de una larga cadena de mentores que se va adaptando a las necesidades de cada sociedad y de cada época, surge el mentoring como herramienta para un sinfín de utilidades. Si bien existen múltiples definiciones del mentoring, a los meros efectos de acercarnos a esta figura, podríamos afirmar que el mentoring es una relación en la que el mentor trata de que el mentorizado alcance todo su potencial en sus comportamientos, conocimientos y capacidades.
La comunicación es el hilo que sustenta el proceso de mentoring a través de la maiéutica socrática; la maiéutica es una técnica que consiste en interrogar a una persona para hacer que llegue al conocimiento a través de sus propias conclusiones y no a través de un conocimiento aprendido y preconceptualizado. Se basa en la capacidad intrínseca de cada individuo, la cual supone la idea de que la verdad está oculta en el interior de uno mismo. Éste método del conocimiento ha sido especialmente importante en educación.
Dos factores clave de la supervivencia y crecimiento de las pequeñas empresas, en definitiva de su competitividad, son la motivación del emprendedor para la creación de la misma y el nivel de formación del emprendedor
La idea básica del método socrático de enseñanza consiste en que el maestro no inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un cajón vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades. En la escuela socrática el discípulo busca el conocimiento a través del diálogo con el maestro. Por tanto, los elementos básicos del diálogo socrático son la pregunta, la respuesta, el debate y la conclusión. Entre estos elementos está la idea inicial que puede ser errática o ignorada y la idea final que es a la cual se llega por medio del discernimiento intelectual y el diálogo con el maestro.
Desde hace unos años el mentoring está siendo incorporado al mundo empresarial, como una de las técnicas por la que un profesional, mentor, ayuda a otra persona (Telémaco) a desarrollar las capacidades más acordes con su potencial y a conseguir, mediante sus conocimientos y habilidades, cumplir los objetivos que se plantea para lograr así ser un líder adecuado para la empresa.
Dos factores clave de la supervivencia y crecimiento de las pequeñas empresas, en definitiva de su competitividad, son la motivación del emprendedor para la creación de la misma y el nivel de formación del emprendedor. Los estudios que analizan la formación de los emprendedores se centran en la investigación del nivel de formación formal del empresario, clasificando a los mismos en función de los estudios primarios, secundarios, universitarios, etc., en suma de sus conocimientos. Pero diversos estudios nos llevan a pensar que la formación académica de los empresarios no es suficiente para explicar su capacidad de para dirigir una empresa.
Analicemos el nivel de formación de nuestros emprendedores, centrándonos en los que presentan mayores problemas de competitividad y productividad: los pequeños empresarios.
En un primer vistazo observamos que los emprendedores más abundantes son los que tienen estudios primarios, esto incluso entre los emprendedores nacientes (0 a 3 meses) y los nuevos (antigüedad de 3 a 24 meses). Si partimos de la realidad de que en los estudios primarios no hay ningún tipo de formación empresarial y ésta es escasa cuando no nula en los estudios secundarios y de formación profesional, podemos concluir que el 67,80 % de los nuevos empresarios no tienen conocimientos reglados de ningún tipo en materia de empresa.
Analicemos ahora dentro del perfil socioeconómico del emprendedor la posesión de formación específica en materia de emprendimiento, no ya reglada sino de cualquier índole.
De estos datos deducimos que un 42,80 % de los emprendedores afirma no tener formación específica para emprender. Dirigir una empresa consiste en combinar una serie de recursos, humanos y técnicos, para lograr los objetivos que nos hemos propuesto. En una pequeña empresa la figura de la dirección se confunde habitualmente con el empresario, siendo el factor directivo crítico en cualquier empresa, independientemente de su dimensión; pues bien, de acuerdo con estos datos, están dedicados a algo que únicamente conocen de manera intuitiva.
En este escenario la figura del mentoring se descubre como una herramienta útil para suplir esta importante carencia. Son diversas las instituciones públicas para el fomento del emprendimiento que han aplicado con un éxito razonable el mentoring en los procesos de aprendizaje, no centrándose en los conocimientos del empresario sino en sus competencias y habilidades, que resultan, posiblemente, de una transcendencia capital para el éxito empresarial. Pero para que estas semillas germinen se precisa de un caldo de cultivo adecuado, una clase empresarial consolidada y experimentada, pero con un compromiso social importante, dispuesta a compartir sus competencias y habilidades.
Para ver el estudio de Global Entrepreneurship Monitor mencionado en este artículo y otros de la misma organización sobre España pincha aquí.