La necesidad de la planificación financiera

Analizando datos financieros

Félix López Esteban
Socio de Atl Capital. Profesor del Grupo Educativo CEF.- UDIMA

Económico-financiero

“Somos más conscientes de la importancia de no asumir en las inversiones más riesgo del que nos podamos permitir”

Últimamente está de moda hablar de planificación financiera, algo que en España no ha sido muy popular en el pasado pese a que entidades como la nuestra llevan años insistiendo en su importancia. En otros países es el pan de cada día porque es impensable no planificar a futuro el impacto que puede tener en nuestras finanzas la toma de cualquier decisión personal vital.

¿Por qué en España es así? Sin duda, y principalmente, porque creemos en el papel paternalista del Estado y asumimos que con nuestros impuestos tenemos el DERECHO a educación pública, sanidad pública, prestaciones y subsidios por desempleo, pensiones públicas y otros beneficios sociales.

Sin duda somos unos privilegiados por vivir en una sociedad así, aunque no deberíamos conformarnos y confiarnos en exceso. Al igual que nadie conduce mirando por el espejo retrovisor, debemos afrontar el futuro aprendiendo del pasado, pero sabiendo que tendrá características distintas a lo vivido recientemente.

Dejando de lado aspectos como la sanidad y la educación públicas, veamos el caso de las pensiones públicas. Si no diéramos por hecho que tendremos una pensión de jubilación, consideraríamos imprescindible ahorrar durante la etapa laboral para poder mantener un determinado nivel de vida al dejar de trabajar, y esta necesidad de ahorrar para tener recursos y rentas en el futuro nos obligaría a saber invertir a largo plazo y a gestionar nuestro patrimonio.

Además, en general tenemos memoria a corto plazo. Antes de 2008, tras años de bonanza económica, a pocas familias les parecía prioritario pararse a pensar en el futuro y comprobar si los objetivos vitales que se habían marcado eran viables, si el nivel de vida que mantenían era sostenible frente a cualquier imprevisto y cuál era la mejor estrategia para que la consecución de esos objetivos se hiciera de la forma más eficiente posible.

Después de haber vivido una crisis financiera y haber visto las orejas al lobo, somos más conscientes de la importancia de no asumir en las inversiones más riesgo del que nos podamos permitir; no endeudarnos por importes a los que no seamos capaces de hacer frente con nuestros ingresos o patrimonio; queremos entender bien en qué invertimos, y tratamos, en lo posible, de generar ahorro “por si acaso” o para “imprevistos”.

La mayoría de los “imprevistos” para los que ahorramos se pueden prever. Hablamos, por ejemplo, de por si se me estropea el coche, si mi hijo va a una universidad privada o si mi hija se casa.

La experiencia nos dice que, antes o después, siempre se va a estropear el coche y que si tenemos que pagar una universidad privada o una educación de posgrado es mucho más eficiente ahorrar un poco cada año desde que el niño es pequeño e ir rentándolo, que pagarlo año a año cuando ya esté cursando la carrera, porque, aunque podamos permitírnoslo sin tener que disponer del ahorro, solo con los ingresos que tengamos, no nos habremos beneficiado de 18 años de rentabilidad.

Ahora queremos y necesitamos tener una mayor cultura financiera y que las nuevas generaciones estén capacitadas para afrontar la toma de decisiones financieras con una mayor y mejor preparación que la que hemos tenido en el pasado.

El trabajo de un finacial planner consiste en ayudar a sus clientes en la toma de decisiones con impacto financiero, que son casi todas.

El conocimiento del cliente, de su situación personal, financiera y su aversión al riesgo, es muy importante porque no hay una única respuesta para la mayoría de las preguntas que nos hacen los clientes. Tres ejemplos de ello podrían ser:

  • ¿Es mejor comprar o alquilar? Depende de la edad, de la capacidad de ahorro, del tiempo que se pretenda vivir en ese inmueble, del precio de compra, de los gastos que hay que soportar por ser propietario de un inmueble (comunidad, IBI…), del importe del alquiler…
  • ¿Amortizo mi hipoteca? Igual que en la pregunta anterior, hay que analizar cada caso. Aunque tenemos la creencia de que tener deudas es malo, no siempre es así. Endeudarse a tipos bajos por una cuantía razonable no tiene por qué ser un problema, de hecho, en general, mientras un inversor pueda obtener en el largo plazo una rentabilidad para sus activos financieros que iguale o supere el coste de sus deudas, es interesante mantener el dinero invertido en lugar de amortizar la deuda.
  • ¿Podré mantener mi nivel de vida en la jubilación? Cuanto antes nos hagamos esta pregunta, mejor. Todos sabemos que cotizamos a la Seguridad Social para tener una pensión en el futuro, pero ¿será suficiente? Probablemente esta sea una de las cuestiones más importantes, ya que hoy en día se está poniendo en duda la viabilidad del sistema público de pensiones.

Una buena planificación financiera consiste en hacer un plan como el que haríamos para cualquier negocio. Profesionalizado, realista y con un claro compromiso de cumplimiento.