Seguro de responsabilidad civil profesional
Javier Gómez de la Insúa
Correduría de seguros Staseguros
Mwitt. Pixabay
(Escrito en colaboración con Encarna Ruiz Moreno –Staseguros-, Curso de Mediador de Seguros en el CEF.-)
El seguro de responsabilidad civil es un lastre más que se añade a la carga económica que debe soportar hoy en día el aparejador. La profesión no atraviesa por su mejor momento. Existe, como en otros muchos sectores, una situación económica muy delicada, en ocasiones extrema, que se complica aún más por el pago de unos seguros que deben cubrir la aparición de desperfectos o daños en los inmuebles y de los que tanto el arquitecto como el arquitecto técnico, así como el constructor o promotor, son responsables.
Así lo recoge la Ley de Ordenación de la Edificación (LOE) en su artículo 17, donde estipula que las personas físicas o jurídicas que intervienen en el proceso de la edificación son responsables, frente a los propietarios y los terceros que hayan adquirido los inmuebles, de determinados daños que puedan aparecer en él dentro de unos determinados plazos.
- Durante un año deberán hacerse cargo de los que afecten a los elementos de acabado o de terminación de la obra.
- Durante tres años, de los que no permitan una habitabilidad en condiciones de la vivienda.
- Durante 10 años, de los daños estructurales, causados por vicios o defectos que afecten a la cimentación, los soportes, las vigas, los forjados, etc. que comprometan la resistencia mecánica y estabilidad del edificio.
Es decir, desde que termina una obra hasta que no han transcurrido 10 años, el arquitecto y el aparejador no pueden dormir tranquilos. Todo se complica si tenemos en cuenta que hoy en día muchas promotoras y constructoras han quebrado y desaparecido, con lo que, en caso de reclamación, toda la responsabilidad recae sobre ambas figuras.
Desde que termina una obra hasta que no han transcurrido 10 años, el arquitecto y el aparejador no pueden dormir tranquilos
Para poder hacer frente a las reclamaciones existen los llamados seguros de responsabilidad civil por los que el profesional paga una prima anual que en un entorno económico y de crisis como el actual se ha convertido en gasto añadido importante aunque totalmente necesario. Hay que tener en cuenta que no tener este seguro el riesgo que al que queda expuesto es inasumible, porque puede llegar a perderlo todo. El problema, en la actualidad, es que, aunque el aparejador no esté trabajando en este momento, necesita dar cobertura a las obras que realizaron años atrás.
La situación de los arquitectos se complica si tenemos en cuenta que, aunque en teoría la responsabilidad entre el arquitecto, el arquitecto técnico y el promotor se tiene que dividir, este último, al ser una sociedad, puede desaparecer. El arquitecto y el aparejador, por el contrario, están pillados para siempre y, si no pueden responder a una reclamación, se irá contra su patrimonio personal.
Nadie dijo que esto iba a ser fácil, pero puede llegar a ser más llevadero si dejamos que un profesional se encargue de asesorar a los técnicos que no hacen otra cosa que demandar un trato equitativo y dar cobertura a un riesgo elevado y que es consustancial con su actividad.