Científicos de ida y vuelta

Juan J. Añó
Miembro de la ACEF.- UDIMA


Gino Santa Maria. 123rf

Si hay una opinión prácticamente unánime sobre los efectos que han producido los recortes y limitaciones presupuestarias en diversos ámbitos de la sociedad española, es la referida a los que han soportado la ciencia y la investigación. Un número considerable de científicos e investigadores, la mayoría jóvenes, han tenido que desplazarse a otros países para no ver paralizada su actividad, ante la reducción de plantillas de centros como el CSIC, entre otros, y las limitaciones económicas.

La emigración de científicos no es un fenómeno nuevo, siempre ha existido.  La potencia de las políticas referidas a la investigación de los países anglosajones es difícil de igualar, por lo que esos países han atraído tradicionalmente a muchos de nuestros investigadores para ampliar conocimientos. La científica L. Hernández, especialista en biomedicina, ha trabajado cinco años en el Massachusetts Institute of Technology, (MIT)  de Cambridge (USA)  y señala, “la experiencia internacional es imprescindible si se quiere volver a España y conseguir una beca Ramon y Cajal o algún contrato de ese tipo, que te permite una financiación y posición semiestable de cinco años, que para nuestro campo, es mucho”. En el mismo sentido se expresa C. Nombela, “desde que terminé el doctorado en neurociencias estaba determinada a salir al extranjero, y al final lo conseguí  con un contrato de cuatro años en la Universidad de Cambridge (UK).

Sin embargo, en el caso actual, la problemática estriba en saber a cuántos de los investigadores que se han visto forzados a desplazarse podremos recuperar. Y, por otra parte, en conocer qué opciones profesionales van a tener los que van regresando al finalizar sus contratos o por otras causas.

En este contexto, el informe INNOVACEF, que elabora la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) y que alcanza ya su décima edición, realiza encuestas a científicos españoles dentro y fuera de nuestras fronteras sobre distintas facetas relacionadas con la investigación. En el informe de 2014, con 287 científicos encuestados, el 73% de los que trabajaban en España tenía altas posibilidades de marcharse al extranjero, y de entre los que trabajaban en el extranjero, solo  el 14% afirmaba que podría regresar en un plazo de dos años o al terminar su contrato.

A todo ello hemos de añadir que nuestro país no cesa de retroceder puestos en I+D+i. Según la OCDE, España ocupa el decimoséptimo lugar de los 28 países de la UE, con un retroceso significativo en los últimos años. La inversión actual está en un 1,24% del PIB frente al 3% de Finlandia, la primera en el ranking

En una entrevista en EFEFUTURO, en noviembre de 2014, el investigador Francisco Chinesta, valenciano afincado más de dos décadas en Francia, afirmaba que la reducción en investigación y desarrollo “es muy peligrosa; cuando se reduce el personal y no hay la masa crítica suficiente no puede funcionar la ciencia”. Para Chinesta, “Los dos principales problemas de la investigación en España es que la sociedad no acaba de valorarla en su justa medida y la falta de implicación por parte de las empresas, que aún no saben pensar a largo plazo”.

Tal vez el quid de la cuestión esté en qué sistema productivo queremos para nuestro país en el futuro

Ante esas perspectivas, al problema de la fuga del talento tenemos que añadir el de la situación de los científicos que regresan, de cuyos conocimientos y experiencia podría aprovecharse nuestro país si pudieran encontrar acomodo laboral. Desde 2012 se han creado en el Reino Unido y Alemania las asociaciones CERFA (Científicos Españoles en la República Federal de Alemania) y CERU (Comunidad de Científicos Españoles en el Reino Unido) con el objetivo, entre otros, de sumar esfuerzos que ayuden a la mejora del sistema I+D+i español. En 2014 se ha creado en España la asociación CRE (Científicos Retornados a España).

C. Nombela señala que “en cualquier caso recomendaría a los investigadores españoles ampliar sus conocimientos en el extranjero, a pesar de las dificultades iniciales por el nivel de exigencia al que hay que enfrentarse”. Por su parte L. Hernández confía en que “estemos en un punto de inflexión y podamos recuperar a gran número de los que han tenido que marcharse. Pero queda mucho por hacer. Primero, incrementar la conciencia social de lo que hacemos, su importancia y necesidad no solo para la economía del país, sino como en el caso de los que nos dedicamos a la biomedicina, con un potencial impacto para la salud. La  investigación debería convertirse en una prioridad en el programa de los futuros gobiernos. Sin inversión es imposible: competimos con sociedades cuya financiación duplica y triplica la nuestra”, añade.

Tal vez el quid de la cuestión esté en qué sistema productivo queremos para nuestro país en el futuro.  Lo que se está gestando no parece muy halagüeño: la desindustrialización es un hecho, la competitividad se busca en bajadas de salarios, etc.  El economista Santiago Niño afirma que nuestro modelo productivo es intensivo en un factor trabajo de baja cualificación mientras hay una escasa demanda de trabajo de alta cualificación. Si la tesis es cierta no parece que sea el mejor escenario para recuperar no solo a los investigadores que han tenido que emigrar sino para mantener a los que están entre nosotros. 

 

Fernando Josa  Prado. Presidente de Científicos Retornados a España (CRE)

Científicos de ida y vuelta
Fernando Josa

La idea de esta asociación surgió de algunos científicos retornados a España, con la ayuda y el apoyo de las asociaciones de científicos españoles en el extranjero, CERU y CERFA, con la intención de crear una plataforma asociativa y una red a partir de la cual desarrollarse como colectivo e interactuar con la sociedad.

Nuestro objetivo principal es contribuir a mejorar el sistema de I+D+i en España aportando las experiencias, ideas y modelos científicos positivos vividos en el extranjero. Para ello estamos consolidando una red de CRE a nivel nacional. También queremos potenciar un sistema científico más eficaz y servir de institución consultiva en un futuro próximo. Otro objetivo es fomentar la difusión científica por medio de la divulgación y eventos científicos para acercarnos a la población no científica y consolidar en la conciencia social el valor de la ciencia y el desarrollo.

El futuro de los científicos españoles es muy bueno, incluso brillante, estén donde estén; son grandes profesionales muy bien formados y con profunda vocación. El asunto se "tuerce" cuando hablamos de aquellos que quieran retornar a España a trabajar. En el mercado laboral español de la ciencia, como en otros países, la oferta de puestos ha descendido con la recesión económica hasta niveles muy bajos. A eso sumaremos la baja inversión privada y de fundaciones en la financiación de la investigación, que agrava el problema en periodos de crisis como el actual.

Esto plantea un panorama en el que la posibilidad de volver como científico a investigar sea una empresa, más que ardua, improbable. Mi impresión es que el futuro de esta generación de científicos en la diáspora será muy probablemente el de no retornar en unas condiciones óptimas o el de no hacerlo en absoluto. Parece que, al menos en esta ocasión, sí se cumpliría aquello de que "nadie es profeta en su tierra".

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