La reina de las mariposas
NATURALEZA
Javier de la Nava
Profesor del CEF.-
“Al augusto nombre de Su Majestad la Reina Doña Isabel II de España, dedico esta magnífica Saturnia…” Mariano de la Paz Graells (1848).
A mitad de camino entre Peguerinos y El Escorial, en Pinares Llanos, allá por 1848, el naturalista español Mariano de la Paz Graells (Tricio, La Rioja, 1809 - Madrid, 1898) descubrió una especie de lepidóptero ditrisio de la familia Saturniidae. En honor a Isabel II la llamó Saturnia isabelae, posteriormente rebautizada como Graellsia isabelae por su descubridor. Este catedrático de Zoología, Anatomía y Fisiología Comparada fue director del Real Jardín Botánico de Madrid y senador. Su labor como entomólogo fue muy destacada. Publicó 75 trabajos en los que describió especies nuevas.
La mariposa isabelina es monovoltina (una sola generación al año). Vuela solo de noche, en mayo y junio principalmente. Su vida media es apenas de una semana, tiempo que dedica casi íntegramente a reproducirse, en sus últimos días ni se alimenta. Su color verde esmeralda, con venas de color marrón rojizo, le confiere gran belleza. En las alas cuenta con grandes ocelos (rojos, amarillos, azules y blancos) y las alas posteriores presentan colas, más largas en el macho. Estos cuentan con antenas plumosas para detectar las feromonas emitidas por las hembras, que tienen antenas simples. Aquellas ponen cerca de un centenar de huevos, de uno en uno o de dos en dos, en las acículas de los pinos, silvestres o laricios. Tres o cuatro semanas después eclosionan las orugas que se alimentan vorazmente de acículas, aunque no suponen plaga o peligro alguno para la integridad del pinar, dado que sus poblaciones son escasas en número. Las orugas realizan cuatro mudas, son negras al nacer, más tarde gris-marrón y terminan siendo verdes con puntos blancos. En verano crisalidan entre el musgo y la hojarasca, posteriormente se envuelven en una tupida seda marrón que las protege en invierno, cuanto más crudos mejor para la especie.
Es una de las mariposas más grandes de Europa (nueve centímetros de envergadura normal). Atraídas por los focos, los ejemplares no volarán hasta la noche siguiente. Paralizados, son presa fácil para sus depredadores. Protegida a nivel internacional y europeo desde el año 2000, es de los pocos insectos incluido en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas de España. Las mayores colonias se detectan en las sierras de Guadarrama, Albarracín, Cazorla, Segura y Alcaraz, y en los Montes Universales y Serranía de Cuenca.
Cualquier encuentro con esta mariposa excepcional de aspecto robusto y aterciopelado genera al naturalista una profunda sensación por sus colores, forma y tamaño. Las crisálidas en cautividad suelen morir, por eso la Graellsia no es muy abundante. Suele ser parasitada por otros insectos, pero es el hombre su mayor enemigo, a través de incendios, fumigaciones indiscriminadas y el afán de coleccionismo.
La Graellsia significa mucho para la sierra, para Machado era “el alma de estas tierras solitarias”. Su irregular movimiento y libre vuelo nos indica que sigue viva. Son los meses del deshielo. Los arroyos sortean rocosos contrafuertes y desniveles vertiginosos. Por las laderas del monte se desparrama el jugo exprimido de la gélida nieve en su viaje hacia la llanura. Esforzado camino que tras abastecer a Segovia y Madrid continuará rumbo al océano. La música cantarina de los regatos nos arropa en nuestro paseo por el pinar al caer la tarde y difuminarse la claridad. Es difícil ver Graellsias por su mimetismo, peculiaridades y desapercibida presencia, pero sabemos que en la magia y profundidad del bosque habita la reina de las mariposas.
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