El "segundo" de Míchel se hace psicológo en UDIMA
Alberto Orellana
Redactor de Comunicación del Grupo Educativo CEF.- UDIMA.
Pasó por CEF.- UDIMA
Desde que era jugador de fútbol, Juan Carlos Mandiá (Lugo, 1967) ya tenía la inquietud sobre “por qué se producían ciertos comportamientos de las personas ante situaciones muy concretas”. Tras pasar por diversos equipos, entre ellos el Real Madrid, empezó su trayectoria como entrenador en el Logroñés. Eso le llevó a leer sobre liderazgo y gestión de grupos en empresas, y también a hacer algunos cursos de coaching. “Entonces quise darle un componente un poco más científico a todo aquello”, cuenta Mandiá. Por eso empezó a estudiar el Grado en Psicología en la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, según relata a ‘Conectados’.
Mandiá nos cuenta cómo era estudiar a distancia mientras esprintaba como futbolista. Cuando se preparaba para obtener la licencia de entrenador, recuerda que acudían a un lugar, una hora y en un día determinados. “Y una vez que terminabas la clase (más allá de los libros), normalmente tu relación con los profesores terminaba”, apunta. “Ahora es todo lo contrario”. Hoy, como estudiante de la UDIMA, Mandiá tiene el temario en cualquier formato (Ipad, teléfono, ordenador) y puede verlo en cualquier sitio para estudiar o hacer trabajos. Todo ello sumado a una relación con los profesores “casi instantánea” para cualquier duda, según valora. “Es una ventaja tremenda”, afirma.
El aspirante a psicólogo agradece especialmente los soportes donde todos los alumnos pueden poner encima de la mesa cualquier situación que ofrezca dudas y “ser capaces de solucionarla” entre ellos. “Es una gran ventaja para estudiar”, defiende. En su opinión es especialmente útil que puedas decidir “qué momento dedicar realmente a estudiar. Tú eres el que te organizas tu tiempo”, recalca.
De su etapa como futbolista rememora junto al equipo de ‘Conectados’ los momentos más difíciles, cuando las cosas no salen bien al final de la temporada. Ante todo, aconseja “no maltratarse a uno mismo” ni tampoco “echar culpas” a otros. “Lo primero que haces es mirarte y pensar en qué has fallado”, reflexiona. Con el tiempo dice haberse dado cuenta de que, a veces, aunque se haga el trabajo “con toda la ilusión del mundo”, en el fútbol intervienen muchos otros factores (once contra once, el árbitro, ahora el VAR). En definitiva, que “muchas veces la diferencia entre ganar, empatar o perder es mínima”, comenta.
Mandiá trabaja desde hace 4 años a las órdenes del entrenador "Míchel" González, con quien ahora comparte labor en el conjunto mexicano Los Pumas UNAM. Aquel 2015 se estrenó como ayudante del técnico madrileño a los mandos del Olympiquè de Marsella. “Para mí fue una experiencia fascinante, primero porque te saca de esa famosa zona de confort”, dice. “Además, tienes que utilizar otro idioma, algo fundamental para comunicarte con los jugadores. Es muy enriquecedor porque te tienes que mover como entrenador y como persona”, asume. El único "pero" para él ha sido “el tema familiar”, reconoce Mandiá.
Como entrenador, Mandiá considera que lo peor que puede ocurrir al final de una temporada es descubrir que “no has sido capaz de crear un equipo que juegue como un grupo “fuerte”, capaz de “luchar por un objetivo común”, señala. “Si al terminar ves que no has creado nada en este aspecto tan importante, pues sí que es duro”.
“El mundo del fútbol va a dos mil: de repente eres un fenómeno, de repente un desastre, tu decisión es fantástica y de pronto es terrible”
El gallego tiene, eso sí, buenos recuerdos tanto como jugador como al mando de su propio banquillo. Vestido de corto, Mandiá destaca llegar al primer equipo de Real Madrid tras pasar por todas las categorías inferiores desde los 14 años. “Es un momento, digamos, bonito”, concede. Lo cuenta con reticencias, pero no por inseguridad, sino como un niño que no sabe qué caramelo prefiere de la tienda de golosinas. “No sabría” decir cuál es su mejor momento. Se considera un “afortunado”, pues toda la carrera de jugador de fútbol profesional “es preciosa” para él.
Con la pizarra en la mano, Mandiá insiste en que su caso es de clara “vocación”. “Es muy grande cuando creas un grupo de gente que es capaz de luchar contra las adversidades hasta el infinito y más allá, como decía Buzz Lightyear”, bromea. En su primera etapa como técnico en el Logroñés, equipo de Segunda B, recuerda que jugaron durante seis meses sin cobrar. En esa situación de adversidad fueron capaces de generar un equipo “súper homogéneo”. “Era muy difícil ganarnos. Y a nivel de grupo era una sensación fantástica”, asegura el entrenador. También valora a nivel táctico ser capaz de crear un modelo de juego con el que te sientes totalmente identificado.
De Míchel valora su gran capacidad como gestor de grupos. “Es muy empático con todos los que trabajamos en el staff. Siempre está preocupado por saber cómo estamos”, describe. Además, es muy cercano con los jugadores para saber si su situación personal es la ideal para empezar a entrenar, según comenta Mandiá. También es “muy metódico” a nivel táctico. “Siempre intenta ver qué hacen los demás entrenadores, cómo puede hacer ejercicio para promover un juego determinado entre los jugadores”, desgrana el ex futbolista.
El técnico lucense dice esperar “mucho” de su formación en UDIMA. Primero que le ayude “a ser mejor persona” y también “más empático”. Y también confía en que será “más tranquilo a la hora de tomar decisiones”. Algo muy importante en la vida futbolística. “El mundo del fútbol va a dos mil: de repente eres un fenómeno, de repente un desastre, tu decisión es fantástica y de pronto es terrible”.