Ser contable en tiempos de pandemia

Trabajadora llevando la contabilidad empresarial

José Miguel Conesa López
Dirección de Operaciones Operations Management. Expansion Holding. Experto Contable Acreditado. Máster en Dirección Económico-Financiero por el CEF.-.

Contabilidad

Vivimos tiempos convulsos en los aspectos financieros de las empresas. Aunque no ha sido premeditado, los cambios en la normativa contable se han solapado con los efectos que el coronavirus ha producido en nuestra economía, que se resumen en una sola palabra: crisis.

La crisis ha producido (y lo seguirá haciendo, desgraciadamente, aún durante un tiempo indeterminado) efectos en los balances y cuentas de resultados de las empresas, y, por añadidura, en sus cuentas anuales.

Como no podía ser de otra manera, las cuentas de resultados se han tornado en muchos casos negativas, ya sea por la caída de negocio, el incremento de los costes o la imposibilidad de poder desarrollar la actividad por la situación de confinamientos y restricciones que hemos tenido/tenemos.

Para los que nos dedicamos de una forma u otra al asesoramiento de empresas, los últimos (casi) dos años nos hemos roto los cuernos con las constantes variaciones en las normativas que el gobierno ha ido produciendo para intentar, con mayor o menor fortuna, paliar los efectos altamente perniciosos del infame virus en la economía y las empresas que la conforman. De esta forma hemos llegado a considerar al BOE como un viejo amigo, con el que nos hemos tomado el café matinal todos los días, intentando descifrar los misterios de las nuevas normas (que se han ido sustituyendo unas a otras…) para poder aplicarlas correctamente y también poder informar a nuestros clientes, que desesperados nos llaman para saber qué tienen que hacer, cómo y cuándo.

Hemos incluido en nuestro lenguaje diario términos como ERTE y subvención, y no por gusto ni por elección.

En mi caso, como profesional del área contable y fiscal, he sufrido como todos los demás esta época, intentando aplicar todas las novedades correctamente, en tiempo y forma, y tratar de parecer siempre seguro e informado ante mis clientes, aunque en ocasiones era casi imposible poder entender las novedades más recientes (que incluso llegaban a modificarse unas a otras en días consecutivos).

Entre otras cosas, y como también ocurrió en la crisis anterior (2007/2008) se han aprobado exenciones y prórrogas en el cumplimiento de algunas obligaciones sagradas, como la presentación de las cuentas anuales o el sacrosanto equilibrio patrimonial (patrimonio neto > 50 % del capital social).

Todo lo anterior es un mero listado de cosas que ya han ocurrido (lo habitual en los economistas, que predecimos lo que ya pasó) pero ha puesto en mayor valor si cabe la importancia de la contabilidad, o para ser más exactos, de una buena contabilidad.

En momentos como estos, en los que los estados financieros son básicos para obtener subvenciones, renovar pólizas o aprobar ERTES, nuestra profesión es más necesaria que nunca.

De la misma forma que todos nos creemos que sabemos medicina (en algún u otro momento…), también es frecuente que personas que no tienen la formación específica y necesaria en contabilidad, se dediquen a contabilizar. Algo que en otros países y culturas (como la anglosajona, pero también en Latinoamérica) no ocurre, porque los contables (contadores) son personas con una formación oficial y adecuada, sin la que no se puede desempeñar esa profesión.

En España aún no hemos llegado a ese punto, aunque estamos en ello. Con la creación de la figura del Experto Contable Acreditado espero que lo consigamos. Y espero que las empresas aprendan que su contabilidad es el “corazón” de sus organizaciones, y que los contables somos sus cardiólogos. Todos saldremos ganando.