Solo 1,7 horas

Juan Francisco San Andrés
Director de RRHH en Gómez-Acebo y Pombo.
Máster en en Dirección y Gestión de RRHH por el CEF.
Miembro de la ACEF.

Solo 1,7 horas
Foto de Seleznyov. Dreamstime

 

Quienes tienen un trabajo dedican a él unos 224 días al año y unas 1.760 horas. Naturalmente vivimos y consumimos 365 días y 8.760 horas cada año. Es decir que, de las horas del año, trabajamos 1.760 y no lo hacemos 7.000. Cada hora trabajada dota de recursos, mayores o menores, para vivir esa hora y otras cuatro más. En promedio  trabajamos 4,8 horas cada día del año (1760/365). ¿Es mucho o poco? Depende. A nivel individual parece aceptable, incluso cómodo. En cualquier caso es lo que permitía nuestra situación económica hasta hace no mucho.

La reducción de horas de trabajo ha sido desde hace unos 150 años un objetivo de negociación permanente de los sindicatos. Al principio, en la explosión de la Revolución Industrial, con una lógica humanizadora. Eran los tiempos en que se trabajaban 60 horas semanales (10 horas diarias, seis días por semana), más recientemente con una lógica de repartir el trabajo y facilitar la conciliación del trabajo con la vida familiar (la famosa Ley Aubry, en Francia, implantó la semana de 35 horas sobre estas bases). Sobre 1920 se trabajaban 48 horas en los países occidentales. Solo sería en 1936, en Francia, y en 1938, en USA (cuando se implantó la Fair Labor Standards Act), cuando la semana de 40 horas se afianzó.

Pero ¿dónde estamos hoy en España? ¿Podríamos seguir, de una manera realista, pensando disminuir las horas de trabajo? Hace solo un par de semanas los sindicatos convocaron una manifestación porque a cierto colectivo se les pedía trabajar 37,5 horas. ¿Qué lógica puede sostener este tipo de protestas? Necesitamos ampliar nuestros puntos de vista para poder plantearnos soluciones realistas. Quizás un análisis “inusual” de las cifras pueda ayudar.

La media que hallamos antes de las 4,8 corresponde lógicamente a las 17.433.200 personas empleadas (según la EPA de marzo de este año). Al tomar en cuenta a toda la población activa -es decir 23.072.800 personas-, esa media baja a 3,6 horas por persona (los 5.639.500 desempleados reducen claramente la media). Pero lo sorprendente es en cuanto se queda la media diaria de tiempo de trabajo  cuando incluimos en el cálculo a la totalidad de la población española, los 47 millones de habitantes: 1,78 horas, tiempo que, para ser precisos, hemos de disminuir en un 4,6% (nuestro absentismo que, incluso medido con indulgencia, dobla el de USA y es récord del mundo occidental). Lo que nos queda es 1,7 horas por día y persona. Tan magra media podría alcanzar la inanición absoluta si descontásemos los empleos públicos más o menos ficticios (...y sé muy bien que muchos no lo son), pero fijar un criterio para ello no está a mi alcance.

Nuestra productividad es escuálida, como también lo es nuestra competitividad, que bajó en 2011 del puesto 35 al 39 según el informe del IMD de Ginebra

Con esas 1,7 horas vivimos, como colectivo, bastante bien (aunque soy consciente de las mentiras que todo promedio entraña): tenemos (en Madrid) uno de los mejores metros del mundo, una sanidad de película, pensiones, becas, etc. etc. Aunque todo esto esté en fase  menguante seguimos teniendo innumerables facilidades y ventajas. ¿Durante cuánto tiempo más creemos que podremos disfrutar de todo esto, pagar nuestras  gigantescas deudas y trabajar de promedio menos de dos horas por día y persona?

Si esas 1,7 horas, solo 1,7 horas, fuesen de una altísima productividad, quizás podríamos ignorar la imperiosa necesidad de vivir, como país, de una manera más humilde. Pero no es así. Nuestra productividad es también muy escuálida, como nuestra competitividad, que bajó en 2011 del puesto 35 al 39 según el informe del IMD de Ginebra.

Es inexorable elevar esas 1,7 horas de promedio nacional. La manera obvia de hacerlo es creando nuevos empleos, no haciendo que la gente que tiene trabajo haya de trabajar muchas más horas semanales -como ocurre en algunos colectivos-. Complementariamente hemos de reinventarnos como país para que cada hora trabajada aporte mucho más valor (la productividad); solo lo conseguiremos con más I+D, mejor educación y mejores directivos.