En economía es muy difícil predecir el futuro

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Luis Miguel Belda García
Director editorial de Conectados

Entrevista

En economía
es muy difícil predecir el futuro

La economía es esa disciplina que sienta sus bases sobre el conocimiento más básico de las matemáticas, pero que no concluye necesariamente que dos más dos son cuatro. Este juego de palabras nos ayuda a comprender, y a disculpar si cabe, un área de la que todo el mundo espera certezas, pero que solo contiene advertencias, con carácter general. Eso no empobrece al economista, bien al contrario; a ojos de la sociedad común, el economista es como el oráculo contemporáneo, nada más ni nada menos.

Y con quien les representa en España por medio del Consejo General de Economistas, Valentín Pich, conversamos en 'Conectados', seguros como estamos de que sus predicciones no son tales, sino enseñanzas para interpretar mejor lo que se nos viene.

¿Qué tiene la economía que todo el mundo habla de ella, siendo una disciplina compleja que muy pocos entienden en realidad?

Sin duda, la economía es una variable importante que condiciona a las personas y por tanto a la sociedad en su conjunto por ser un componente clave e indispensable en el desarrollo de expectativas personales y sociales.

La historia de la humanidad nos enseña que la economía es uno de los factores más importantes para entender comportamientos. Desde siempre, se ha tenido la idea de que conseguir más ingresos era una de las vías para lograr la felicidad, y, en este intento, las personas han procurado entender la manera de gestionar su bienestar económico. De ahí que la economía, en cierto modo, sea un tema recurrente de interés general en nuestro día a día.

¿Deberían enseñarse nociones más específicas de economía desde la escuela primaria en mayor medida que ahora?

En las sociedades menos desarrolladas las relaciones económicas del ciudadano medio han sido primarias, esto es más evidente en las economías en vías de desarrollo. En cambio, en las economías más desarrolladas -en las relaciones por ejemplo con entidades bancarias, o las gestiones notariales para formalizar trámites económico-financieros- es conveniente que el usuario esté familiarizado con conceptos económicos básicos como parte de la cultura general de los ciudadanos. Hay que poner en valor a este respecto el Plan de Educación Financiera, una iniciativa conjunta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, el Banco de España, y el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, puesto en marcha en 2008, al que está adscrito el Consejo General de Economistas como entidad colaboradora, con el objetivo de mejorar la cultura financiera de los ciudadanos y facilitar su toma de decisiones económicas de una manera más informada y apropiada.

Si usted fuera ministro de Educación, ¿de qué modo impulsaría el aprendizaje de la economía?

¡Vaya pregunta! Ciertamente, el desarrollo de leyes transversales como es la Ley de Educación no es tarea fácil. Los programas formativos tienen que ajustarse a cada nivel educativo en sintonía con el grado de desarrollo cognitivo del alumnado. Así, por ejemplo, en los niveles más básicos y de manera práctica interiorizar la virtud del ahorro y del trabajo. El valor de ambos, o el peligro del endeudamiento excesivo, me parece fundamental. Normalizados desde los primeros años estos conceptos, será más ágil y sobrevenido introducir nociones económicas más complejas que expliquen las diferentes políticas económicas, si nos referimos a ­macroeconomía­; y de microeconomía, con la vertiente de matemática financiera de la economía en niveles educativos obligatorios más altos.

¿Tan difícil es que un día España logre un premio Nobel en Economía?

Hoy por hoy resulta difícil porque la atracción de talento superior se concentra sobre todo en universidades de primera referencia y con una buena capacidad para la investigación. Pero, bajo mi punto de vista, alcanzar un Nobel, sea en la rama académica que sea, requiere la conjunción de talento académico, con una base sólida de conocimiento, y de talento excelso, que es aquel que incluye la creatividad investigadora. El informe PISA incorporó a partir de 2012 la evaluación del alumnado en competencias financieras. En el último informe publicado, el rendimiento de España en este sentido (492 puntos) es significativamente inferior al promedio de los países que pertenecen a la OCDE (504 puntos). Es un dato para la reflexión, porque un alumnado bien preparado en este aspecto es el punto de partida para investigadores en economía. No obstante, en los últimos años ha mejorado mucho en nuestro país la bibliografía económica como fuente de investigación. Es un avance.

Algunos creen erróneamente que la economía es una ciencia exacta, por aquello de que las cifras son en apariencia inamovibles. Pero nada más lejos de la realidad ¿verdad?

De un buen economista experto en temas financieros esperamos que nos “empaquete” la información de que dispone, que nos valore diferentes escenarios y que a partir de aquí nos ayude a tomar decisiones, pero no podrá asegurarnos con exactitud lo que va a pasar en los próximos meses. Lo mismo sucede con un experto en macroeconomía, cuya labor será la de ordenar la información, y advertir de los diferentes escenarios que se pueden producir en función de los cambios políticos e institucionales. No hay que olvidar que la economía es una ciencia social, en la que los números están condicionados por el comportamiento de los ciudadanos, y por las decisiones políticas o empresariales.

En este contexto, ¿no tiene, a veces, la sensación de que se exige de los economistas previsiones que, como las del tiempo, pueden variar debido a múltiples factores?

Un buen economista, lo que hace es transmitirte la información acumulada aplicada a las diferentes variables y escenarios que se pueden producir en función de los indicadores que se conocen, y, a partir de aquí, expone unos consejos en aquellos campos que tienen una componente socio-empresarial. A mi modo de ver, un buen economista no afirma taxativamente sabedor de que las circunstancias en las que se basan sus afirmaciones son cambiantes, y, más allá de expectativas más o menos predecibles, estas están condicionadas por imprevistos.

Sobre esto, es de lo más divertido que he leído de un economista, en este caso de Galbraith: “La única función de la predicción económica es hacer que la astrología parezca algo más respetable”. ¿Tan difícil es aventurar una gran crisis?

Esta es sin duda una cita curiosa, a tomar en consideración viniendo de quien viene. Es muy difícil predecir el futuro. Las grandes crisis económicas, y lo hemos visto con lo que ha pasado desde 2020, se producen en muchos casos por acontecimientos imprevistos, como lo han sido la pandemia o la invasión de Ucrania. La tendencia de los mercados y de los indicadores económicos rompen su tendencia con escasa capacidad de reacción. En otros casos de nuestra historia reciente, como la crisis financiera de 2008, sí se vislumbraron los signos de una evolución macroeconómica desfavorable.

A usted, como economista, ¿qué le sugirió el concepto de globalización cuando empezó a hablarse de ello, y ahora sabiendo lo que ya sabemos sobre sus efectos?

En torno al concepto de globalización existen una serie de variables y de realidades que se han ido agolpando, una es la digitalización, otra sería la eclosión de los intercambios comerciales a nivel internacional o el escenario de un mundo multipolar. Todo esto va conformando un panorama que no podíamos prever. Así, por ejemplo, nos está costando mucho medir a través del PIB el incremento y cambios en la productividad que la digitalización ha producido, así como que, en la gobernanza político-­económica, muy centrada tradicionalmente en países occidentales, se han introducido factores como es el hecho de que regímenes autoritarios hablen de tú a tú con Estados Unidos. Esto es, sin duda, un mundo nuevo que varía mucho en cuanto a las ideas y perspectivas que teníamos. El tablero geopolítico ha cambiado mucho en los últimos años y plantea nuevas reglas sobre el tablero de juego a las que hay que adaptarse. De la capacidad de reacción que tengan las diferentes economías nacionales y los bloques económico-geográficos estratégicos dependerá su fortaleza económica en el nuevo escenario.

En 2018 era usted investido Doctor Honoris Causa por esta universidad, la UDIMA, y entonces dijo en su discurso que “hoy en día, resulta muy difícil encontrar un país desarrollado sin una sociedad civil organizada, fuerte, autónoma financiera y políticamente, y socialmente responsable”. ¿Es la España de 2023 esa sociedad civil de la que hablaba?

Las sociedades se conforman a partir de consensos, más implícitos que explícitos. Así, una empresa, como entidad con objetivos expresos de progreso y permanencia en el tiempo, tiene una cultura interna que permite cohesionar voluntades al tiempo que crea unas barreras ante comportamientos que van en contra de estos principios. En la sociedad sucede lo mismo, aquellas sociedades en las que se valora el trabajo bien hecho, el ahorro y el valor de aportar más que pedir hacen que se desarrolle de modo sutil pero estable un estado de actuar, junto con una gobernanza pública responsable. Todo ello favorece las condiciones para el crecimiento sostenido y sostenible, social y medioambientalmente. Es verdad que existe un poco de utopía en este pensamiento, pero debería ser nuestro referente.

Le pido en esta pregunta una especie de lección docente. Hasta donde sabemos la mayoría, para recibir gratuitamente grandes servicios, como la sanidad o la educación, los ciudadanos deben pagar altos impuestos. En caso contrario, la deuda crecería y eso no es nada bueno. ¿Existe el término medio para un economista? ¿Es posible mantener el Estado del bienestar sin pagar tanto impuesto, de forma directa o indirecta?

Las sociedades occidentales tal y como las conocemos, con sus inmensas virtudes, pero también con sus defectos, se han organizado a partir de dos culturas políticas: una socialdemocracia tranquila, y la liberal conservadora, también tranquila, en las que de una u otra manera se reconoce el papel del Estado como suministrador de servicios públicos muy sofisticados y generosos, pero con diferentes perspectivas sobre el alcance, magnitud e implementación de los mismos. En el terreno económico, este es el tema central de la discusión entre ambas culturas. En este sentido, si bien hay un consenso entre las dos corrientes sobre la importancia de la eficiencia del sector público, existen maneras confrontadas a la hora de entender la dimensión de este y pueden tener una cierta discusión, siempre ordenada y sosegada, sobre el papel y peso del sector privado en la prestación de servicios. Aunque parezca lo contrario, las confluencias de estas dos corrientes son muchas y los márgenes de divergencia son muy reducidos. Pero si hay un consenso sobre la carga impositiva es que a partir de un determinado nivel de impuestos entramos en unas dinámicas que la experiencia nos ha demostrado perniciosas.

En las librerías se solapan ensayos sobre economía general contada de forma divulgativa, hasta diría que amena. ¿Está la economía de moda?

Bueno, esperemos que la economía no esté de moda, porque si está de moda es que vuelven los problemas. Sí es necesario que la economía tenga un cierto interés, y es comprensible, pero esperemos que no haya un exceso de libros de economía en las estanterías porque puede significar que hay un exceso de preocupación en la población, lo que igual es un síntoma de que existen problemas financieros.

¿Está el mundo preparándose adecuadamente para cuando el petróleo deje de ser el eje sobre el que gire la economía mundial?

Aquí hay una gran realidad. Es evidente que sobre este asunto hay una conciencia colectiva y un acuerdo explícito de que el cambio climático es un hecho y de que el respeto al medio ambiente no solo es una necesidad, sino un valor en alza. Este es un escenario que nos aboca a poner en marcha las medidas de cambio que hagan compatible el crecimiento económico con un respeto escrupuloso del medio natural. Esto implica una importante transición para el tejido productivo a nivel global, y un cambio de hábitos de producción de tal magnitud que va a requerir recursos inmensos, cambios de comportamiento a todos los niveles y consensos sociales amplios. Evidentemente, en este aspecto como en tantos otros, este cambio de paradigma nos exige, en primer lugar, abordarlo con sensatez, lo que significa que se haga sin demagogia, con eficiencia a través de objetivos razonables y con la petición de complicidades para que el cambio suponga un éxito ahora y para las generaciones futuras porque es, posiblemente, uno de los grandes retos que tenemos como humanidad y como sociedades desarrolladas en nuestro tiempo actual.

Nos leen bastantes estudiantes, y le leen ahora. ¿Qué es exigible o recomendable en alguien que desea ser economista? Se lo pregunto porque la vocación es una cosa, pero las habilidades no siempre casan con ella.

La economía tiene una gran virtud y es que te puede ayudar a entender muchas de las dinámicas sociales. Asimismo, las titulaciones de la rama económica son muy variadas y presentan un abanico en el que existen múltiples salidas profesionales, y cada una de ellas requiere habilidades específicas. Así, por ejemplo, si te dedicas al ámbito financiero, las matemáticas y la estadística son esenciales; en el caso del asesoramiento fiscal o de otro orden económico, las cuestiones legales aplicables será importante dominarlas. Igualmente, manejar y saber interpretar los datos estadísticos junto con un buen conocimiento histórico político, añadido a la capacidad para saber relacionar ambos aspectos –el estadístico y el histórico político–, será fundamental si eres un profesional interesado por la macroeconomía. Otra faceta adaptada a este perfil es la relativa a la gestión de equipos, para lo que las habilidades de management son cruciales. Así, como vemos, en torno a un tronco común que es la economía, hay diferentes especialidades y cada una requiere una mezcla de conocimientos generales comunes y una especialización.

En este sentido, actualmente, existen muchas titulaciones de la rama económica. En consecuencia, hay también una gran cantidad de egresados en este ámbito. Por ello, es muy importante una buena preparación y la formación especializada y continuada del profesional economista.

¿Tuvo usted la certeza en su juventud de que quería ser economista a toda costa?

Yo tuve la suerte de crecer en el seno de una familia de pequeños empresarios, en donde, evidentemente, los temas económicos, de empresa, eran recurrentes. A esto se le añade que mis años de juventud fueron unos tiempos convulsos y con ello tuve un poco la pulsión de entender el porqué de los acontecimientos. Una cosa unida a la otra me abocó, primero a la economía general, la macroeconomía, aunque después la vida me ha llevado al asesoramiento económico en temas legales y empresariales.

¿Por qué la mayoría de los ciudadanos no entendemos la nómina, los presupuestos generales del Estado o la fórmula de la declaración de la renta? ¿Es por una deficiente formación o porque sería posible, en verdad, simplificar conceptos?

La falta de cultura económica genera, sin duda alguna, incertidumbre e indefensión de los ciudadanos. Como he dicho, instituciones de referencia en nuestro país han entendido que es una necesidad objetiva el reforzamiento de la enseñanza de una materia económica básica. Esta, por desgracia, ha sido una labor que no se ha venido haciendo, generando lagunas de conocimiento en áreas que atañen tan directamente a nuestra vida como es una nómina o la declaración de la renta. No cabe duda de que disponer de unos conocimientos básicos a este respecto supondría un apoyo importante para tomar decisiones adecuadas, prudentes y responsables, así como para entender muchas decisiones de política económica. No obstante, siempre puede ser beneficioso contar con el asesoramiento de un profesional economista que añada un conocimiento más especializado a las necesidades del trabajador, contribuyente y ciudadanos en general.

Sé que le pongo en un compromiso, pero permítame una última pregunta que creo relevante, porque, al final, lo que al ciudadano medio le llega sobre economía es a través de los medios de comunicación. Con carácter general, ¿estamos contando bien la cosa económica los periodistas?

Yo creo que, al igual que los economistas sabemos de economía, los periodistas saben de cómo contar, en este caso, la economía para que la entienda el público general, que no es poco. Por eso, y por aquello de que en economía los números son interpretables, es muy importante que los medios de comunicación se nutran de fuentes higiénicas y asépticas sobre las que, independientemente de la línea editorial del medio, transmitir un mensaje reflexionado con datos fiables. Esta es, a mi entender, la única manera de que la información económica sea ambas cosas: información y económica, alejada de connotaciones subjetivas sin fundamento. Dicho esto, en el panorama actual de los medios de comunicación podemos ver medios bastante fiables en el terreno económico con buenos profesionales, y otros en los que se busca más el sensacionalismo económico de manera irresponsable, lo que, en muchos casos, puede ser peligroso porque predispone a determinados comportamientos que pueden tener consecuencias no deseables para la actividad económica.