Una visión de la nueva abogacía

IA en la abogacía

José Ignacio Estradé Morante

Abogado y Mediador. Vicepresidente de la Asociación de Abogacía Penalista Europea. Socio Director de WLS.

Jurídico

Fui alumno y representante de alumnos del Máster de Práctica de la Abogacía en UDIMA desde septiembre 2020 a febrero 2022.

Participante en el Laboratorio de Emprendimiento Jurídico organizado por la Fundación Mutualidad de la Abogacía, en donde fui premiado en la segunda edición (2021), publicado en noticias del CEF (alumnos) y finalista en la tercera edición (2022) con NeXtlaw.

En estos tiempos que corren donde el cortoplacismo y el individualismo se han hecho protagonistas en la sociedad a todos los niveles y que son, en mi opinión, enemigos de la búsqueda de soluciones ante los problemas sociales y, en particular, de nuestro sistema judicial (en estos momentos agravada por la huelga de los Letrados de la Administración de Justicia), urge levantar la cabeza y reflexionar sobre cómo estamos enfocando el ejercicio profesional de la Abogacía y cómo estamos impactando con nuestra labor.

La inmensa mayoría de los profesionales de la abogacía trabajamos en despachos pequeños, e incluso individuales, donde el abogado/a debe hacer de todo. Eso conlleva un estrés que afecta a la salud mental de la profesión, no digamos ya a la conciliación familiar y personal o a compatibilizar todo eso con la productividad ante el acecho incesante de la denominada abogacía “low-cost”. De estos problemas, ya se han hecho eco a través de varios informes, tanto los Colegios de Abogados como la Fundación Mutualidad de la Abogacía o el propio Consejo General de la Abogacía Española.

La solución ha de pasar a corto plazo por la Inteligencia Artificial real (no solo automatismos) en el ejercicio profesional. No es otra cosa que utilizar esas herramientas para “COMPRAR TIEMPO”: tiempo para optimizar la productividad desde luego, pero sobre todo para conciliar y mejorar la salud mental en la profesión. Y para ello, es esencial contar con el apoyo institucional de la Administración de Justicia y también de los Colegios Profesionales o del Consejo General de la Abogacía Española, de tal manera que todos los abogadas/os puedan utilizar la Inteligencia Artificial de una manera fácil, rápida, intuitiva, con la formación necesaria y a un precio realmente accesible para todos. Si eso no se hace, se abrirá una brecha aún mayor entre los grandes y medianos despachos dotados de enormes recursos y la abogacía pequeña (y muy mayoritaria). Y a nivel formativo ir ofreciendo docencia en estas tecnologías en los grados y másteres, de forma práctica, con casos similares a los reales.

Pero es que, además, hay que salir de la zona de confort. Pienso que tenemos una profesión que puede hacer mucho más por la sociedad: falta compromiso en Justicia Social, en Justicia Restaurativa, en Mediación Penal y Penitenciaria, etc. Si logramos de la mano de la tecnología “comprar tiempo”, viviremos mejor, podremos impactar positivamente en nuestra sociedad y ser un modelo para otras profesiones, a quienes podemos apoyar siempre.

Finalmente, falta mayor cultura de Asociacionismo Profesional como en otros países, más colaboración entre profesionales, salir a los Estados miembros de la Unión Europea, ver qué hacen, adaptar modelos y formas de trabajo que sean positivas.

Una nueva abogacía es posible si todos colaboramos y nos comprometemos. Integrando y juntos, somos más.