Los planes de negocio y su falta de previsión de los malos momentos

Alicia Carrillo Pajuelo
Coordinadora de Entorno Umbrella Asesores
Máster en Dirección y Gestión de Recursos Humanos por el CEF.-
Miembro de la ACEF.- UDIMA

Los planes de negocio y su falta de previsión de los malos momentos
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Muchos son los planes de negocios que han caído en mis manos y otros tantos que siguen llegando. Parte de mi trabajo actual consiste en revisarlos y ver en qué medida se han desviado de su objetivo y si esto ha sido para bien o para mal.

Sin embargo, y es el motivo de este breve artículo,  siempre me encuentro que en todos ellos falta un apartado. En todos el negocio funciona de manera excepcional, se crea un momento irreal en el que los clientes pagan en el momento previsto, los flujos de caja son los adecuados, el control de la producción, de los salarios, todo es de libro, es idílico. Es en eso momento cuando echo más en falta un apartado en el plan en el que se prevea qué ocurriría si todo esto no fuera así, cómo podríamos controlar el impago de los clientes, cómo controlar una crisis en nuestros materiales de producción o lo que es peor, casi siempre en todos los planes llega el momento copia y pega y aparece la estructura legal del negocio; en pocos se estudia realmente el efecto de tener una forma jurídica u otra, se olvida por definición cuál será la mejor estructura societaria que soportará nuestro negocio. Llegados a este punto qué ocurriría si nuestra estructura societaria no es la adecuada y tenemos una crisis de socios.

En todos los planes sin excepción falta esa parte que nadie quiere ver, el momento del colapso, de la crisis, del fallo estructural. El momento en que los clientes no llegan, o no pagan o nuestra deuda se dispara y no podemos hacerla frente, y sin prever esto los socios o el empresario individual ha avalado en su propio nombre al negocio. No hay plan que contenga un “¿y si todo esto fuera mal?”.

En muchas de mis conferencias he intentado preguntar a los emprendedores, empresarios, nuevos, menos nuevos, por qué no incluían el desarrollo de un plan de contención si todo fuera mal o incluso si hubiera que cerrar, como se haría, fases, etc.

Las respuestas a mi pregunta siempre han sido que pensar en una crisis o en el cierre en el mismo momento en el que comenzamos o continuamos es pensar en negativo y atrae un sin fin de malos augurios. Es curioso pensar que un plan, vamos a decir científico, se ve influido por la superstición, las malas energías y un sinfín de superchería, pero ahí está, nadie piensa en el cierre, en la crisis de su negocio,  para qué siquiera pensar en ello y hacer el esfuerzo de plasmarlo en un apartado de su plan de negocios.

Cerrar un negocio en España de una manera legal cuesta tres veces más que abrirlo

En varias de mis conferencias algunas personas se han levantado e ido manifestando que todo lo veía negro y trasladaba solo el aspecto negativo de los negocios, que así no se podría nunca hacer un negocio. Nada más lejos cuando se explica que para poder llevarlo a cabo se han de tener en cuenta todas sus alternativas y una de ellas es el momento en que todo falla.

Pensar en situaciones idílicas en donde todos los escenarios me son agradecidos, en donde no hay ningún problema, solo hace que mi negocio sea tan irreal que cuando lo transfiero a la realidad solo funcione el tiempo en que se proyectó, en esas circunstancias tan ideales; suele esto coincidir con el momento de mayor dulzura, cuando tenemos financiación, dinero en el banco, vulgarmente dicho, y ningún problema con clientes y otros entes. Sin embargo la transposición al mundo real de un plan idílico dura poco y en menos de seis meses todo hace agua, los primeros problemas aparecen y el plan, que presuntamente es el proyecto guía y contempla una previsión de acontecimientos en el tiempo, falla estrepitosamente. Surge entonces la necesidad de tirar de ese apartado de cuando todo ya no va tan bien, pero no existe.

La necesidad de prever el fallo del negocio es evidente. Abrir un negocio en España no es barato, los costes son elevados para todos aquellos que comienzan, y los que ya comenzaron y quieren cambiar su línea de negocio también se encuentran con otros costes, por lo que más que nunca necesitamos tener en cuenta cuando todo va mal, o una parte.

Un negocio de una manera sencilla se define como vender un producto o servicio, cobrar este producto o servicio vendido, controlar estas actividades y que todo ello nos dé un beneficio; es la esencia del negocio, esencia que se olvida y contamina rápidamente o que se interpreta de otra manera terminando en muchas ocasiones en un error de solo vender, y no cobrar, vender y cobrar pero no controlar o lo que es peor no tener en cuenta el beneficio real que nos deja la actividad en nuestro patrimonio. La contaminación es sencilla en los primeros momentos, o cuando hay cierto crecimiento, de ahí que tener un plan para cuando las cosas no vayan bien es esencial para todo negocio. En España con un alto índice de mortalidad de empresas jóvenes casi diría que debería ser obligatorio, para que los que se lanzan a la aventura de la empresa no se hagan ellos participes de un ritual de suicidio en pos a una idea, la idea de negocio.

No hay plan de negocio que contenga un “¿y si todo esto fuera mal?”

He conocido a muchos y sigo conociendo que no abandonan su negocio aunque les esté llevando a la tumba económica, a ellos y a sus familiares, amigos y mascotas, no siendo capaces de parar en el momento en el que las cosas ya no van bien. Todos sin excepción me han manifestado que si hubieran tenido una guía de qué hacer cuando las cosas no van bien al menos hubieran tenido un referente.

Suene a mal presagio o no, hay que tener en el plan de negocios un apartado más: “momento de dejarlo”, “control de crisis”, “cierre ordenado”. Puede tener varios nombres o uno solo pero en él debe estar previsto cuando no vaya tan bien el negocio y se tenga que dejar de una manera ordenada.

Abrir un negocio cuesta, cerrar un negocio en España de una manera legal cuesta tres veces más que abrirlo.

(Escrito en colaboración con Juan José Villena Gómez, de Entorno Umbrella Asesores).

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